Difunta ahora la modernidad -y difunto Nietzsche- a pesar de que unos cuantos “tardomodernos”, como los ha llamado alguien, insisten en mantenerla inútilmente conectada a respiradores artificiales, la postmodernidad se anuncia como un nuevo momento en el camino de la cultura occidental, dispuesta a recuperar lo que la modernidad había dañado o ignorado. Es un movimiento pendular. Y vemos así cómo la religión vuelve a aparecer en la escena.

El presente artículo intenta bosquejar un paralelo, referido al caso de Chile, entre la forma tradicional de morir y la modalidad moderna de la muerte, a partir de algunos de los planteamientos de nuestro libro “La Muerte: transfiguración de la vida”, perteneciente a la Serie Arte y Sociedad en Chile 1650-1820, próximo a ser publicado por ediciones Universidad Católica.

¿Cómo responder, en realidad, a esas hondas angustias del hombre respecto a su identidad y destino? ¿Dónde encontrar huellas de humanidad verdadera que despierten el asombro que el orante del salmo 8 expresaba ante la pregunta por el hombre? Una de las respuestas más concretas y a la que la Iglesia mira con especial atención hasta considerarle un “don precioso y necesario”, “parte de su vida y elemento decisivo de su servicio al hombre”, es la Vida Consagrada.

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El sacerdote sirio Fadi Najjar visitó Chile para dar a conocer la dura realidad que vive su comunidad en Alepo: una ciudad marcada por catorce años de guerra, por la pobreza que afecta al 90% de la población y por la incertidumbre política que aún impide la reconstrucción. Conmovido, pidió a los chilenos no olvidar a Siria y sostener con oración y ayuda a quienes hoy luchan por sobrevivir, en una visita organizada por la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN).
Ha concluido el primer viaje apostólico del Papa León, que lo llevó a un destino establecido por su predecesor. Se trató de una peregrinación ecuménica a Turquía, para conmemorar los 1700 años del Primer Concilio de Nicea; y al Líbano, y así honrar una promesa hecha por el propio Francisco, la que no pudo cumplir por la guerra en Medio Oriente y su enfermedad.
Los manuales de historia de la teología tienden a presentar el desarrollo de las controversias del siglo IV y del Concilio de Nicea como una historia sin matices, en blanco y negro, con ciertos visos legendarios. Volviendo a las fuentes contemporáneas, el autor presenta las posturas en juego, los hechos que lo precedieron y la discusión que ahí se desarrolló. Nicea fue un hito central en la historia de la Iglesia, pues nos permitió afirmar no solo la divinidad del Hijo, sino también el mismo rostro del Padre que Jesús había revelado a sus discípulos. Humanitas 2025, CXI, págs. 370 - 385
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