Volver a especial 30 años visita de San Juan Pablo II a Chile


Otoño 1997

Impacto en el orden político

Desde el punto de vista del historiador me interesa hacer un breve comentario sobre la significación política que tuvo la visita del Papa a nuestro país, en abril de 1987. Si bien es cierto que el Sumo Pontífice manifestó de manera expresa y muy clara que el objetivo de su viaje era exclusivamente evangeliza­dor y no político, no es menos que tanto el gobierno corno la oposición pretendieron sacar partido de la presencia de Su Santi­dad en Chile.

Entonces, el país se encontraba en una difí­cil encrucijada. Por una parte, el gobierno estaba empeñado en llevar adelante su fór­mula para restablecer la democracia, sin considerar la opinión de los opositores. Estos, por otra, estimaban que la acción del gobierno sólo tendía a perpetuar la dicta­dura y por lo tanto rechazaban las propues­tas oficialistas. Con todo, la oposición no tenía una postura uniforme. Un sector, mayoritario, era partidario de presionar al gobierno, especialmente a través de la mo­vilización popular, para obligarlo a llegar a un acuerdo que significara la salida de Pinochet del poder y la realización de elec­ciones generales libres a fin de restablecer plenamente la democracia. Otros grupos, en cambio, consideraban que la única alterna­tiva para terminar con la dictadura era la vía armada, en la que se encontraban em­peñados, habiendo efectuado diversas ac­ciones terroristas, entre las cuales la más impactante fue el atentado al Presidente Pinochet.

En ese contexto se realiza la visita papal. Para el gobierno implicaba un doble desa­fío. Hay que considerar que aquél estaba sometido a un completo aislamiento inter­nacional y los desaires y condenas que ha­bía recibido en ese ámbito eran constantes. Ahora se le presentaba la ocasión de recibir a la figura moral de mayor prestigio mun­dial, lo que podría servirle como una suerte de reconocimiento ante el cuestionamiento internacional de que era objeto. Pero, al mis­mo tiempo, el gobierno estaba temeroso de que la visita papal diera pábulo a condenas directas o indirectas que, dada la presencia de cientos de periodistas extranjeros, alcan­zarían gran trascendencia y beneficiarían a la cada vez más fuerte oposición. Esta últi­ma, a su vez, esperaba de Su Santidad un compromiso con la democracia, la libertad y los derechos humanos, que implícitamente significara una condena al gobierno, aunque también le preocupaba que aquél pudiera utilizar en su beneficio dicha visita. Desde su llegada, el Papa, a partir del men­saje evangélico, tocó temas de carácter ge­neral, tales como la familia, los pobres, la justicia, el aborto y el pecado. Y también otros en los que se refirió de manera especí­fica a la situación que se vivía en nuestro país, entre los cuales sus palabras sobre la "reconciliación interna", la búsqueda de la paz y la condena de la violencia resultaron especialmente importantes. Sin embargo, en esos discursos no se encuentra una conde­na explícita al gobierno, pero sí un llamado a "establecer una·atmósfera de diálogo y de concordia", una defensa de la "participación activa (del hombre) en la vida pública con miras a promover el bien común y a fomen­tar todo lo que asegure condiciones de justicia y de reconciliación" y, en fin, un rechazo "de toda forma de violencia y de terrorismo ... "

Con la perspectiva del tiempo, da la impre­sión que esos planteamientos sirvieron para reafirmar la lucha de la oposición por resta­blecer la democracia en Chile. A su vez, las palabras del Papa y los actos de violencia del Parque O'Higgins influyeron en el aislamien­to en el que cayeron los grupos extremistas. El gobierno, por su parte, no recibió una cen­sura expresa del Papa y, por el contrario, pudo mostrar, en especial el Presidente Pinochet, un reconocimiento de su autoridad, que de algu­na manera lo legitimaba en el poder y lo res­paldaba de cara al término constitucional de su mandato. En suma, la visita papal, desde una perspectiva política, resultó un hito im­portante en el proceso de restablecimiento de la democracia y sin duda que contribuyó para que éste se hiciera ordenadamente, por con­senso y respetando el marco jurídico dado por el gobierno militar.


René Millar Carvacho
Profesor del Instituto de Historia

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