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- Fernando Castelli S.J.
León Bloy (1846 - 1917) es una personalidad desconcertante. Algunos críticos lo asimilan a Nietzsche, Rimbaud y Dostoievski, porque previno la devastación de una sociedad estructurada sobre el anuncio de la “muerte de Dios”. Hoy, al celebrarse 150 años de su nacimiento y 80 de su muerte, tanto en Francia como en el resto de Europa se asiste al retorno de Bloy; sus obras más representativas son reeditadas y discutidas. Pero se tiene la impresión de que el “verdadero” Bloy permanece desconocido. Se destacan aspectos secundarios de su obra y no se apunta al fondo de su inspiración. El presente artículo busca analizar el “alma” de esa obra y resaltar sus trazos fundamentales Algunos de ellos revelan en Bloy a un “profeta” perteneciente a la “familia espiritual” de Péguy, Claudel y Bernanos.
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- Raúl Irarrazabal Covarrubias
Toda la ciudad y el campo son medios para que el hombre ascienda a Dios. A pesar de sus debilidades, el espacio humanizado puede ser un lugar santo que acoja la vida de los hombres, templos vivos de Dios. Al amparar la vida de tantas personas el espacio más vulgar se ennoblece y en esencia es bueno, digno de ser amado.
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- Sergio Peña y Lillo
El dolor moral permite que cualquier hombre —más allá de la fe— jerarquice mejor los valores de su existencia y logre, de este modo, una vida más auténtica y ordenada hacia propósitos y anhelos superiores. Son frecuentes los casos de personas que han transformado enriquecedoramente sus vidas después de una larga enfermedad, de la pérdida de un ser querido o de experimentar un riesgo inminente de muerte.