Con un trompetista

en la copa de un abedul,

Alfonso María Ligorio celebra

hoy su banquete de mantel largo.

Los violinistas húngaros

venidos de Viena al cielo,

se confunden con santos y arcángeles,

todos con la memoria

a flor de piel y en la punta de la lengua.

Efrén, el Diácono,

recita sus versos en cualquier idioma mediterráneo.

“Cítara del Espíritu Santo, María”,

canta él ahora y Alfonso de Ligorio

aplaude junto al trompetista del alto abedul.

 

Hay 3.300 minúsculos embriones

“más pequeños que la cabeza de un alfiler”,

sin trompeta ni violín,

dejarán su útero provisorio de 196 grados bajo cero,

saldrán de su nido

en un laboratorio limpísimo de Londres.

Con una pinza de plata

los empujarán a una piscina de alcohol

o de agua descontaminada

(los ingleses son un pueblo sensible y diestro:

rescataron la cloaca del Támesis,

y ya el río corre cristalino y candoroso

como un arroyo de Avon).

La pinza de plata empujará, una por una,

a las cabezas de alfiler

que no tienen lanceta para clavar a nadie.

 

Cada dulce cabecita

es un universo genético inconmensurable,

para ellas habrá 3.300 empujones leves,

del nitrógeno al alcohol de la muerte.

Los gérmenes de ojos, de suspiros,

de dedos anulares donde cabrían exactos

los anillos de compromiso.

Los gérmenes de “piececitos azulados

de frío” para brincar en el césped.

Las gargantas programadas en los genes

no podrán cantar en un puente de Venecia,

ni al margen del Himalaya.

Los labios insinuados en la carnecita

de una rosada cabeza de alfiler,

que a nadie clava,

sin punta de esgrima, ni lanza...

labios que no besarán nunca a sus madres distraídas.

 

Diario

 

Las joviales italianas,

las Alfonsinas María Ligorio,

no podrán adoptar en la maceta

de sus entrañas asoleadas

esas semillas de durazneros y manzanos.

No habrá nunca primavera

para estos árboles de flor y fruto.

La pulcra pinza de plata

trabaja como grúa

que descarga contenedores en el puerto de Londres:

1 - 17 - 184 - 2.002 - 3.028 - 3.199 - 3.299 + 1 = 3.300

Ya todos están deshielados en alcohol

y en el agua descontaminada del Támesis.

 

Mañana es otro día

y tanta cabecita de alfiler

será incinerada como en Auschwitz,

según lo prescribe la ley del Lord de Londres.

 

Hoy en la fiesta del cantante patrono de los moralistas,

San Alfonso María Ligorio, doctor de la Iglesia.

 

Hoy es el cumpleaños de mi madre,

hoy es primero de agosto de mil novecientos noventa y seis,

es el cumpleaños de ese jardín

donde yo era una cabeza de alfiler

y tenía un germen de labios

para besar su frente jazminera.

Hoy.

 

P. Joaquín Alliende Luco

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