Las noticias que llegan desde China a través de Agencia Fides dan cuenta de la vida pastoral que acompaña a distintos grupos de católicos a lo largo del país. Por otro lado, a través de Cruz Now y La Croix internacional, el énfasis continúa puesto en las grandes dificultades que existen para los católicos bajo el régimen de Xi Jinping, y de las visitas diplomáticas que esperan abrir caminos.

Desde Ayuda a la Iglesia que Sufren son cautos al ponderar las noticias que llegan desde China, dadas las difíciles relaciones entre la Iglesia patriótica y la Iglesia fiel a Roma. Si bien es positivo que los fieles chinos pueden expresar su pertenencia y devociones, en el nuevo Informe sobre Libertad Religiosa, China no ha disminuido su estándar de discriminación.

Vida de Iglesia 

Algo habitual en la mayoría de las diócesis del mundo, llama la atención viniendo de China: hermanas, laicos y sacerdotes de Jiangxi planificaron juntos el camino pastoral de 2023. La labor de anunciar el Evangelio en la realidad concreta de la vida cotidiana concierne a todos los bautizados, sacerdotes, consagrados y laicos, y se manifiesta también en la práctica de la caridad a favor de todos los conciudadanos. Esto es, en síntesis, lo que surgió de la jornada de reflexión y oración en la que participaron once sacerdotes, junto con religiosas, seminaristas y laicos.

En tanto en Ningbo, se ha realizado un reconocimiento al “portero de la iglesia”, figura presente en todas las iglesias y capillas chinas. La comunidad organizó un curso de formación para los 21 guardianes (17 hombres y 4 mujeres) de las iglesias de la diócesis sobre el tema “La fidelidad de San José, custodio de la Sagrada Familia”, que contó con momentos de oración, de testimonio y sacramentos, valorando la competencia, acogida sonriente, espiritualidad y dedicación, sentido de la responsabilidad y voluntad de servicio que caracterizan el día a día de un portero católico.

En Cuaresma se llevaron a cabo peregrinaciones a Lushan, el “Monte Lú”, montaña situada en el distrito del mismo nombre al sur de la ciudad de Jiujiang, en la provincia china de Jiangxi, donde los misioneros lazaristas franceses erigieron en 1894 la iglesia dedicada a la Asunción de María. El párroco, don Pang Rui, y las hermanas invitaron a todos a caminar tras las huellas de San José, “para aprender las virtudes de la obediencia al Señor, su ferviente piedad y su entrega al servicio de la Sagrada Familia”.

También durante marzo, dos hermanas pertenecientes a la primera congregación religiosa femenina autóctona de China emitieron sus votos perpetuos en presencia del arzobispo de Pekín, Joseph Li Shan. Junto con el arzobispo, concelebraron una treintena de sacerdotes. Esta ha sido también la primera liturgia de profesión de votos después de tres años de cierre debido a la pandemia. Tras ello, hoy la comunidad está formada por 50 religiosas que desarrollan su misión principalmente en la diócesis, en parroquias, escuelas, hospitales y en una residencia de ancianos. Las hermanas también se dedican a ayudar a los jóvenes católicos en su discernimiento espiritual.

Las comunidades católicas locales acompañaron el camino cuaresmal con obras de caridad y misericordia corporal y espiritual dirigidas a hacerse cargo de las urgencias y necesidades que afectan a la vida cotidiana del pueblo chino. Junto a las formas tradicionales de limosna destinadas a sostener a las personas necesitadas a nivel local, hay algunas iniciativas interesantes que se han puesto en marcha con flexibilidad y diligencia para responder a nuevas necesidades y exigencias específicas de la actual fase histórica de la población china. Por ejemplo, una parroquia de Beijing apoyará los estudios de 19 universitarios pertenecientes a la etnia minoritaria miao; y en Shanghai, la Asociación de Intelectuales Católicos ha recaudado donativos para ofrecer revisiones médicas gratuitas a personas con discapacidad intelectual.

 Iglesia y relación con el Estado

Por otra parte, 69 representantes del “mundo religioso” fueron seleccionados para participar en las sesiones del 14º Comité nacional de la Conferencia consultiva política del pueblo chino, que se llevó a cabo entre el 4 y 11 de marzo en Pekín, en presencia del Presidente Xi Jinping. Los 69 miembros de comunidades religiosas representan el 3,18% del total de participantes en las sesiones del Comité, que ascienden a 2.172. Entre los 69 miembros de las distintas comunidades religiosas, 25 son miembros de la comunidad budista nacional, 12 son taoístas, 12 pertenecen a la comunidad islámica nacional, 11 son miembros de la comunidad católica nacional y 9 pertenecen a la comunidad evangélico-protestante nacional.

El Comité nacional reunido en Pekín es el órgano efectivo de la Conferencia consultiva política del pueblo chino, que dentro del sistema político nacional es la organización encargada de representar las demandas políticas de los sectores y grupos sociales y políticos de la República Popular, bajo la dirección del Partido Comunista de China. La Conferencia representa la más alta institución china con funciones consultivas.

Entre los 11 católicos que asistieron a las sesiones en Pekín se encuentran los obispos Joseph Li Shan, Joseph Shen Bin y John Fang Xingyao. Joseph Li Shan es arzobispo de Pekín, mientras que Joseph Shen Bin dirige la diócesis de Haimen (provincia de Jiangtsu) y John Fang Xingyao es obispo de Linyi (provincia de Shandong).

En esta línea, en una carta enviada a Agencia Fides con motivo de sus 20 años de episcopado, el obispo Joseph Han recordó el llamamiento que escribió y difundió en el 2003, donde pedía “a todos los llamados hermanos obispos “clandestinos” como yo que tuvieran valor, fueran reconocidos por las autoridades políticas, aceptaran las leyes del Estado y vivieran así abiertamente en plena comunión con la Iglesia universal, a pesar de su condición particular”. Citando al Papa Benedicto XVI, quien poco después señaló que la “clandestinidad” no es la condición normal en la que la Iglesia está llamada a llevar a cabo su misión. En 2017, Joseph Han pidió y obtuvo el reconocimiento como obispo por parte del aparato político chino.

Señaló también que “en 20 años hemos construido o renovado 20 iglesias relativamente grandes. Hemos formado a más de 20 sacerdotes. Hemos acompañado el crecimiento de 3 congregaciones con 136 religiosas. Aunque hay dificultades de todo tipo, con la ayuda y la cercanía de toda la Iglesia podemos afrontarlas, aunque no sean fáciles. Porque es Dios quien cuida de su Iglesia, y la hace caminar”. Cerró su mensaje diciendo que

Lo que más nos duele y atormenta son las situaciones de desunión y desgarro entre hermanos. En 2017, el gobierno me permitió ser reconocido por las autoridades civiles. Así que se organizó una celebración oficial de toma de posesión en la diócesis. Algunos hermanos no lo han aceptado, y todavía no ha habido un camino de reconciliación. Por eso pido también a toda la Iglesia que rece por nosotros, pidiendo que el Señor me ayude también a no ser prisionero de mis limitaciones, a superar las divisiones con todos. Rezad por nosotros y rezad por mí.

Vigilancia política y tecnológica

La Croix publicó a fines del 2022 un testimonio que pidió anonimato. “No se puede hablar de persecución como bajo Mao”, reconoce un sacerdote occidental radicado en Taiwán, donde se codea con muchos seminaristas y sacerdotes de China continental que comparten sus testimonios con él. “Pero el “pensamiento de Xi Jinping” está en todas partes. El ojo de Xi está mirando a todos los fieles, no hay lugar donde no esté el Partido”, dice el sacerdote.

Desde que Xi llegó al poder en 2012, la represión también ha golpeado a la Iglesia oficial. Así, el padre Zhang reconoce que no cualquiera puede ir a misa. “Tienes que estar registrado oficialmente ante las autoridades”, señala. Los niños menores de edad no pueden ingresar. El catecismo, aunque no está prohibido, está teñido de sesiones políticas. Se han fijado cámaras en las fachadas de casi todas las iglesias. Los retratos de Xi Jinping se ven en las iglesias, colocados junto a Jesucristo o la Virgen María.

“Tener una imagen clara de la situación de la Iglesia católica en China se ha vuelto casi imposible”, admite este experto en China. Dice que nadie se atreve a hablar. “Mientras que en el sur del país, donde los católicos son pocos, la opresión es ligera, este no es el caso en algunas diócesis históricamente conflictivas en el norte o el centro”, señala.

En cambio, para los católicos clandestinos la represión es severa . “Conozco a dos jóvenes sacerdotes de la Iglesia clandestina en la provincia de Hebei que se negaron a inscribirse en la Asociación Patriótica de Católicos Chinos”, dice una brillante religiosa china que ha estado estudiando teología en los últimos años en Europa.

La Asociación Patriótica Católica China es una estructura política comunista establecida después de que Mao llegara al poder en 1949 para controlar la vida de las diócesis, los obispos y los sacerdotes, bajo la autoridad superior de la Oficina de Asuntos Religiosos a nivel nacional. “Fueron secuestrados y arrojados a una prisión secreta durante tres meses. Después de ser liberados, estaban totalmente destrozados”, dice la intelectual, que solía enseñar teología en línea a sus colegas chinos. Hace unos meses, una nueva ley prohibió la “propagación de contenidos religiosos en línea”. “Xi Jinping nos ha vuelto a hundir en la sospecha y la división”, lamenta un viejo católico chino de diez generaciones. “Vivimos con ansiedad y miedo”.

Obispo de Hong Kong visita China continental por primera vez desde 1985

“Por invitación del obispo Joseph Li Shan de la diócesis de Beijing, el obispo Stephen Chow, SJ, de la diócesis de Hong Kong, junto con el obispo auxiliar Joseph Ha, OFM y el vicario general, el padre Peter Choy, viajará el 17 de abril a la diócesis de Beijing para una visita de cinco días”.

Esta declaración oficial de la Diócesis Católica de Hong Kong fue publicada el 9 de marzo y tomó por sorpresa a todos los observadores de la Iglesia Católica en China continental, porque la Iglesia ahí ha estado atravesando un período muy difícil desde que el líder chino Xi Jinping llegó al poder en 2012.

Obispo ordenado de la Diócesis de Hong Kong el 4 de diciembre pasado, el obispo Chow, de 62 años, había suscitado cierta esperanza en ese momento entre los cerca de 400.000 miembros de la fuerte comunidad católica de Hong Kong al prometer “curar las heridas” en la ciudad profundamente dividida por la represión de protestas masivas por la democracia en 2019, y luego paralizada por el Covid-19.

Al explicar este viaje oficial, el obispo Chow enfatizó que “esta visita subraya la misión de la Diócesis de Hong Kong de ser una Iglesia puente y promover intercambios e interacciones entre las dos partes. Agregó que “La invitación fue recibida en algún momento del año pasado de la Diócesis de Beijing y aceptada en el espíritu de hermandad en el Señor hacia fines del año pasado”.

Según AsiaNews , Chow en su primer día en Beijing participó en un servicio de Vísperas en la Iglesia del Salvador junto a Li Shan, el llamado obispo “oficial” de Beijing, quien preside desde el pasado año la Asociación Patriótica Católica China, patrocinada por el estado, junto a unas pocas decenas de fieles. En el altar se colocó una imagen del afamado misionero jesuita en China Matteo Ricci, declarado Venerable por el Papa Francisco en diciembre.

Según la agencia de noticias Fides, durante el servicio de Vísperas se recitó una oración redactada por la diócesis de Hong Kong por la beatificación de Ricci, que decía: “A través de su ejemplo excepcional, reaviva nuestro celo misionero para que aprendamos a practicar la verdad en el amor en nuestras vidas diarias y llevar a otros, especialmente a nuestros hermanos y hermanas chinos, a conocerlos y amarlos”. Chow y su delegación visitaron la tumba de Ricci como parte de su visita a Beijing, que también incluyó paradas en varias iniciativas dirigidas por entidades eclesiásticas patrocinadas por el estado.

Según el sitio de noticias de Hong Kong RTHK, Mons. Chow durante una misa en la catedral de Beijing el jueves instó a una mayor cooperación entre la iglesia de Hong Kong y sus contrapartes del continente, diciendo: “El Espíritu Santo es un Dios que une y no uno que divide”. “Entonces, esperamos que nuestras dos diócesis puedan tener más cooperación e intercambios y llegar a conocerse más, para dar testimonio de la comunión de Dios”, dijo, enfatizando la necesidad de escucharse unos a otros en el espíritu del Sínodo de los Obispos del Papa Francisco sobre la Sinodalidad.

Li Shan, según RTHK, expresó su esperanza de que la relación entre las diócesis de Hong Kong y Beijing pueda desarrollarse “de acuerdo con la voluntad de Dios”. Y en declaraciones a los periodistas después de la Misa, Chow dijo que su visita a Beijing permitió un intercambio significativo entre él y Li Shan sobre cómo atraer vocaciones más jóvenes. También subrayó la importancia de amar tanto al Estado como a la Iglesia, diciendo: “Todos tenemos que aprender a amar al país y a la Iglesia. Todo el mundo quiere que a su país le vaya bien. Nadie quiere que su país sea malo. Ser patriota es un deber. Si eres residente de Hong Kong o del continente, debes amar tu propio país”, según RTHK.

En 1985, John Wu fue el primer obispo de Hong Kong en ser invitado oficialmente a Beijing y Shanghái desde el establecimiento de la República Popular China en 1949. Se produjo un año después de la firma de la Declaración Conjunta Sino-Británica y en un momento en que Hong Kong estaba preocupado por su futuro. En ese momento la delegación fue recibida por varios líderes políticos del Partido Comunista y funcionarios de la Oficina de Asuntos Religiosos. El propósito era tranquilizar a Hong Kong, pero también pedir la ayuda de los católicos de Hong Kong para reconstruir una iglesia católica en el continente que estaba en ruinas.

Treinta y ocho años después, el contexto es diferente con las tensas relaciones entre la China de Xi Jinping y el Vaticano. “Espero que esta visita sea una señal de un futuro acercamiento con las autoridades chinas”, confió a La Croix un católico muy bien informado sobre la Iglesia católica en China. Pero no todos comparten esta esperanza. “Claramente, la naturaleza de esta visita no es solo religiosa y fraterna”, señaló un académico especializado en las relaciones entre Roma y Pekín, “porque el obispo Joseph Li de la diócesis de Beijing fue elegido el año pasado como presidente de la Asociación Patriótica Católica China (organismo controlado por el gobierno establecido para supervisar a la Iglesia Católica en China). Esto no tranquilizará a muchos católicos de Hong Kong que lo ven como un instrumento de control sobre los católicos en China”. Lo que sí está claro, es que aunque la controversia en torno al acuerdo entre el Vaticano y China sobre los obispos está lejos de terminar, la visita de Chow a Beijing es una señal de que aún se están logrando avances.

Fuente: Agencia Fides, La Croix, Crux Now y ACN.

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