Dignitas infinita es una Declaración publicada recientemente por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe con motivo del 75º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948). La Declaración se organiza en cuatro apartados. Los tres primeros consisten en una síntesis de la creciente conciencia y aprendizajes de la humanidad y de la Iglesia sobre la dignidad, y el cuarto es una aplicación a situaciones contemporáneas. El Papa Francisco no se cansa de clamar por la promoción y respeto de la dignidad de toda persona, sin relación a sus características físicas, psíquicas, culturales, sociales y religiosas.

A raíz de la publicación de la exhortación Laudate Deum, el 10 de enero se llevó a cabo un encuentro que contó con la presencia del rector Ignacio Sánchez, el entonces Vice Gran Canciller Tomás Scherz y las exposiciones del académico de la Facultad de Teología Román Guridi, de la académica del Instituto de Éticas Aplicadas Alejandra Marinovic, y de Rafael Vicuña, director del Centro UC de Cambio Global. Los desafíos antropológicos y científicos frente a la crisis climática, y la incidencia del paradigma tecnocrático, fueron algunos de los temas planteados.

Los cristianos se han convertido en un daño colateral en el conflicto que consume Tierra Santa. Sin trabajo, sin hogar, o viviendo en precarias condiciones en calidad de refugiados, el número de muertos y el aumento de la emigración ponen en severo riesgo la supervivencia de los cristianos en esa región.

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El sacerdote sirio Fadi Najjar visitó Chile para dar a conocer la dura realidad que vive su comunidad en Alepo: una ciudad marcada por catorce años de guerra, por la pobreza que afecta al 90% de la población y por la incertidumbre política que aún impide la reconstrucción. Conmovido, pidió a los chilenos no olvidar a Siria y sostener con oración y ayuda a quienes hoy luchan por sobrevivir, en una visita organizada por la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN).
Ha concluido el primer viaje apostólico del Papa León, que lo llevó a un destino establecido por su predecesor. Se trató de una peregrinación ecuménica a Turquía, para conmemorar los 1700 años del Primer Concilio de Nicea; y al Líbano, y así honrar una promesa hecha por el propio Francisco, la que no pudo cumplir por la guerra en Medio Oriente y su enfermedad.
Los manuales de historia de la teología tienden a presentar el desarrollo de las controversias del siglo IV y del Concilio de Nicea como una historia sin matices, en blanco y negro, con ciertos visos legendarios. Volviendo a las fuentes contemporáneas, el autor presenta las posturas en juego, los hechos que lo precedieron y la discusión que ahí se desarrolló. Nicea fue un hito central en la historia de la Iglesia, pues nos permitió afirmar no solo la divinidad del Hijo, sino también el mismo rostro del Padre que Jesús había revelado a sus discípulos. Humanitas 2025, CXI, págs. 370 - 385
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