Los cristianos se han convertido en un daño colateral en el conflicto que consume Tierra Santa. Sin trabajo, sin hogar, o viviendo en precarias condiciones en calidad de refugiados, el número de muertos y el aumento de la emigración ponen en severo riesgo la supervivencia de los cristianos en esa región.

Imagen de portada: Iglesia greco-ortodoxa de Gaza bombardeada. ©Archivo ACN

Humanitas 2024, CVI, págs. 127 - 135

Los cristianos se han convertido en un daño colateral en el conflicto que consume Tierra Santa. En Gaza siempre han sido una pequeña minoría de cerca de 1.000 fieles en una población de 2,3 millones. Desde que comenzó el conflicto han buscado refugio en el complejo de la parroquia Sagrada Familia, que comprende también una escuela y un convento. La iglesia ha sido la única responsable de proporcionarles alimentos, agua, atención médica, entre otros servicios humanitarios y pastorales.

Aunque la atención mundial se centra en Gaza, los cristianos de Cisjordania también sufren mucho. El cierre de fronteras les impide acceder a sus trabajos en Jerusalén y el turismo, importante fuente de ingresos para ellos, se ha detenido. La mayoría ya no ve un futuro en la tierra que los vio nacer y creen que su única posibilidad es emigrar.

Si antes del inicio de la guerra los cristianos representaban al 0,88% de la población en los Territorios Palestinos y el 2,17% en Israel, el aumento de la emigración pone en severo riesgo la supervivencia de los cristianos en esa región.

Desde el 7 de octubre de 2023, el mundo entero está siendo testigo de terribles escenas de guerra y noticias aterradoras en la tierra de Jesús. Los efectos están siendo devastadores para todos: angustia, miedo, escasez y graves consecuencias económicas.

Tal y como nos transmite la Iglesia local, con la que la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) está en constante comunicación desde el inicio del conflicto, los cristianos en concreto están viviendo una grave crisis humanitaria en Gaza y sufriendo las consecuencias económicas derivadas del conflicto armado también en Cisjordania y Jerusalén Este.

Gaza

La situación en Gaza se ha vuelto cada vez más desesperada, con la región dividida en dos franjas separadas: el norte y el sur. El abastecimiento de alimentos y combustible sigue siendo un gran problema en el norte, donde los precios exorbitantes dificultan aún más la vida de los residentes. “Por ejemplo, 20 litros de diésel ahora cuestan €200 y solo proporcionan energía para dos horas de generadores”, explica George Akroush, director de la Oficina de Desarrollo de Proyectos del Patriarcado Latino de Jerusalén a ACN.

A pesar de las dificultades, siete religiosas de tres congregaciones diferentes y un sacerdote continúan brindando apoyo a los cristianos que han buscado protección en la parroquia católica de la Sagrada Familia.

A pesar de las dificultades, siete religiosas de tres congregaciones diferentes y un sacerdote continúan brindando apoyo a los cristianos que han buscado protección en la parroquia católica de la Sagrada Familia. El número de fieles refugiados en este recinto, perteneciente al Patriarcado Latino de Jerusalén, que llegó a ser de 700, ha disminuido en las últimas semanas debido a la emigración y las muertes. En estos momentos hay 184 familias –un total de 560 cristianos–, católicos y ortodoxos, incluyendo 140 niños menores de 18 años, entre ellos 60 con discapacidades, y 84 personas mayores de 65 años.

Según Akroush, el número de cristianos que han perdido su vida desde el comienzo del conflicto ha ascendido a treinta. Entre ellos se cuentan las diecisiete víctimas del bombardeo a la iglesia greco-ortodoxa en octubre de 2023, así como dos mujeres asesinadas por francotiradores en la misma parroquia católica de la Sagrada Familia. Otras once personas han fallecido debido a enfermedades crónicas que no pudieron ser tratadas adecuadamente.

Uno de los casos más desgarradores es el de Hanni Abu Daud, un hombre de 48 años que necesitaba diálisis regularmente. Debido a la inoperancia de los hospitales del norte, tuvo que irse al sur en busca de tratamiento. A causa del aumento de los ataques en esta parte de la región también allí dejó de ser posible el tratamiento. Hanni murió solo, lejos de su esposa y sus hijos, no le permitieron regresar a su hogar para poder despedirse de su familia. Fue enterrado en el sur, donde no hay ni clero, ni cementerios cristianos.

La falta de combustible y de electricidad impide el funcionamiento de las bombas de agua, obligando a los residentes a extraer agua manualmente de pozos. “La higiene se ha convertido en un grave problema, especialmente para los niños, quienes están enfermando debido a la escasez de agua y la falta de suministros básicos como harina y pañales”, explica Akroush. La atención médica también es desastrosa, y otras diez personas con enfermedades crónicas corren el riesgo de morir debido a la falta de tratamiento adecuado, asegura la misma fuente. La comunicación se ha vuelto extremadamente difícil debido a los problemas para cargar y recargar los teléfonos móviles. Sin embargo, el Papa Francisco sigue contactando casi a diario al sacerdote y a las religiosas que atienden a los refugiados.

“Se dice que el 62% de las casas han sido totalmente destruidas y según algunas organizaciones internacionales y organismos de las Naciones Unidas que operan sobre el terreno, la reconstrucción durará hasta el 2093. En este drama la pregunta es ¿cuál es el futuro de los cristianos en el país? ¿Qué va a pasar? Nadie lo sabe”.

Los residentes con una segunda nacionalidad han optado por abandonar la Franja de Gaza y buscar refugio en países como Egipto, Canadá y Jordania. Aunque al principio no deseaban irse, la difícil situación que han vivido durante los últimos meses ha llevado a muchos a tomar esta decisión.

En estos momentos, los cristianos desplazados pueden salir del recinto, pero con cautela, ya que la situación puede empeorar de un momento a otro. “Cualquier movimiento sospechoso o peligroso pone en riesgo sus vidas y puede ser el último. Después de cuatro meses de asedio, están cansados y muchos están enfermos”, afirma Akroush.

Con el apoyo de organizaciones como ACN, el Patriarcado Latino de Jerusalén está ayudando con la provisión de medicamentos y alimentos, así como de financiamiento para realizar procedimientos médicos. Además, continúa pagando los salarios de los profesores de escuelas y otras personas que trabajaban para instituciones religiosas, con el fin de mantener a sus familias.

Para George Akroush la destrucción masiva de viviendas y estructuras plantea una gran interrogante sobre el futuro de los cristianos en la región. “Se dice que el 62% de las casas han sido totalmente destruidas y según algunas organizaciones internacionales y organismos de las Naciones Unidas que operan sobre el terreno, la reconstrucción durará hasta el 2093. En este drama la pregunta es ¿cuál es el futuro de los cristianos en el país? ¿Qué va a pasar? Nadie lo sabe”.

Cisjordania y Jerusalén

AN.2.c. Rony Tabash

 

Rony Tabash junto a su familia en su tienda, en la Plaza del Pesebre de Belén. ©Archivo ACN

Este Los cristianos que residen en Cisjordania y Jerusalén también enfrentan una situación desesperada a medida que la guerra en Gaza y la escalada de tensiones entre israelíes y palestinos continúan pasando factura, según información recibida por ACN.

Con una tasa de desempleo de un 72%, récord sin precedentes en la historia de Tierra Santa, la región está experimentando una crisis económica generalizada, dejando a numerosas familias en una lucha por la simple supervivencia después de perder sus fuentes de ingresos debido a la paralización del sector turístico, los despidos masivos y las severas restricciones a la libertad de movimiento.

Rony Tabash es ejemplo de ello. Miembro de una familia de cristianos de Belén desde hace generaciones, describió a ACN cómo el actual conflicto está afectando directamente a la comunidad cristiana en Cisjordania.

Tabash, propietario de una tienda de artículos religiosos en la plaza del Pesebre de Belén, esperaba por fin poder pagar sus deudas y recuperarse económicamente después de la pandemia de Covid-19. Ahora se encuentra enfrentando una realidad desoladora: la ausencia de peregrinos ha dejado a la economía local en ruinas, afectando a todos los sectores que dependen del turismo religioso, desde hoteles y restaurantes hasta la artesanía con madera de olivo y la venta de souvenirs.

“No hay peregrinos, todo está vacío, no hay nadie. Yo no solo estoy preocupado por el dinero o la economía, aunque no sé cómo voy a llegar a final de mes; estoy preocupado por el futuro de los lugares sagrados y de las familias cristianas”.

Según Tabash, la importancia de los peregrinos para la comunidad cristiana en Belén es enorme y la falta de visitantes ha dejado a muchas familias “sin empleo y sin esperanza”.

“No hay peregrinos, todo está vacío, no hay nadie. Yo no solo estoy preocupado por el dinero o la economía, aunque no sé cómo voy a llegar a final de mes; estoy preocupado por el futuro de los lugares sagrados y de las familias cristianas”, se lamenta el joven cristiano. Tabash también destaca las dificultades adicionales que enfrentan aquellos que, “debido a la pandemia y a que no había peregrinos en Cisjordania durante ese tiempo, buscaron trabajo en Jerusalén, ya que ahora los checkpoints están cerrados y los permisos de entrada han sido bloqueados para los palestinos”.

“¿Es este un lugar solo sagrado para mí, para mi familia, para nosotros los palestinos de Cisjordania? ¿No es un lugar sagrado para todos los cristianos del mundo? Mucha gente tiene el deseo de venir a Tierra Santa. Es la hora de ayudarnos, de estar presentes en estos lugares santos”.

Las pocas personas que tienen doble nacionalidad se están yendo de su patria porque han perdido la esperanza: “Un amigo mío que tenía una pequeña empresa de buses va a dejar Tierra Santa”. Otros han tomado la decisión de quedarse a pesar de que podrían irse, como Tabash: “Yo sigo abriendo mi tienda cada día: voy a la plaza, ante la basílica del Nacimiento, la gente me pregunta por qué voy, ya que soy el único que está abriendo la tienda. Lo único que me sostiene es la fe, sin fe no podría continuar ni siquiera un minuto. Hemos perdido la esperanza, lo único que nos queda es la fe”, se lamenta el joven cristiano.

“Yo no puedo dejar esto, no puedo dejar a mi padre”, afirma Tabash. “Nuestra familia lleva esta tienda desde 1927, cuando empezó a alquilar el local a la Iglesia armenia. Mi padre me dice ‘ten fe, Belén es un lugar sagrado, no va a ser tocado’. Sí, yo voy a quedarme porque es un lugar sagrado, estamos viviendo en el lugar donde nació Jesús, no podemos irnos. Si no fuera por eso, me iría al instante”.

“Como cristiano palestino, siento que mi misión es estar aquí; pero cada día vienen nuevos retos… la guerra tiene que acabar. Estamos cansados, queremos la paz, solo la paz para nuestros niños y nuestras familias”, expresa Tabash.

En la conversación con ACN, Tabash hizo un llamado a la solidaridad internacional para preservar el lugar sagrado donde nació Jesús. “¿Es este un lugar solo sagrado para mí, para mi familia, para nosotros los palestinos de Cisjordania? ¿No es un lugar sagrado para todos los cristianos del mundo?”, se pregunta. “Mucha gente tiene el deseo de venir a Tierra Santa. Es la hora de ayudarnos, de estar presentes en estos lugares santos”, dice con convicción.

El mundo está en vilo ante la violencia que ha regresado con fuerza a Tierra Santa y el temor de que se repitan los tiempos más oscuros de la historia. En medio de la guerra, está también esta pequeña comunidad cristiana. Todos viven angustiados, todos tienen miedo. La presencia de la Iglesia, de los sacerdotes, de las hermanas y de los seminaristas es, en estos días, un signo de consuelo. Quizás incluso la única señal de consuelo. No abandonan al pueblo cristiano. No abandonan su misión.

Nuevas ayudas dan esperanza a los cristianos más necesitados

AN.2.b. Celebracion de la misa en la parroquia Sagrada Familia de Gaza

 

Celebración de la misa en la parroquia Sagrada Familia, Gaza. ©Archivo ACN

Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) anunció en enero de este año un segundo paquete de ayuda de emergencia para los cristianos que han perdido su sustento a causa de la guerra en Gaza.

La organización benéfica apoyará al Patriarcado Latino de Jerusalén con 500.000 euros entre enero y abril de 2024, lo que eleva la cantidad total de asistencia proporcionada desde el inicio de los combates en octubre pasado a casi 700.000 euros.

Del importe total, 300.000 euros se destinan a apoyar a los cristianos que permanecen en Gaza. El resto de la ayuda se destinará a familias cristianas de Cisjordania y Jerusalén Este que también se han visto afectadas por el conflicto en curso.

El paquete de ayuda recientemente anunciado incluye medicamentos que salvan vidas, cupones de alimentos, ayuda para pagar la matrícula y los costos de vivienda.

“Desde el comienzo de esta guerra, hemos dicho a nuestros socios sobre el terreno en Tierra Santa que no los abandonaremos, ni en términos de ayuda material ni en términos de ayuda espiritual, y tenemos la intención de cumplir esa promesa”.

ACN también apoyará programas de formación para dotar a los jóvenes cristianos de nuevas habilidades –incrementando sus oportunidades de empleo– y ofrecerá orientación para iniciar sus propios negocios.

Marco Mencaglia, director de Proyectos de ACN, afirma: “Desde el comienzo de esta guerra, hemos dicho a nuestros socios sobre el terreno en Tierra Santa que no los abandonaremos, ni en términos de ayuda material ni en términos de ayuda espiritual, y tenemos la intención de cumplir esa promesa”.

Añadió que, a pesar de los combates que tienen lugar en Gaza, “los efectos de la guerra se sienten en toda la región, y los cristianos, que son una minoría pero siguen siendo una comunidad importante –alrededor de 45.000 en Cisjordania y 10.000 en Jerusalén Este–, se ven afectados de manera muy directa”.

Mencaglia explicó el motivo del apoyo de ACN a las iniciativas de formación para los jóvenes: “En lugar de darles dinero, ayudamos a proporcionarles capacidades y medios para ganarse la vida. Esto es mucho mejor a largo plazo, ya que es lo que ayuda a mantener a las comunidades ancladas en sus hogares y las disuade de emigrar”.

Para más información sobre esta campaña y cómo apoyar a quienes sufren en Tierra Santa, visite www.acn-chile.org.


ASÍ VIVEN EL CONFLICTO LOS CRISTIANOS DE TIERRA SANTA

“Necesitamos medicinas”

Sor Nabila, hermana del Santo Rosario en Gaza, acoge, junto a otras seis religiosas y un sacerdote católico, a refugiados cristianos en su parroquia de la Sagrada Familia.

“Necesitamos medicinas. Muchos hospitales están destruidos. También nuestra escuela ha sido dañada, pero no nos iremos. La gente no tiene nada, ni siquiera lo básico; ¿adónde vamos a ir? ¿A morir en la calle? Las hermanas de la Madre Teresa también están aquí, con personas con pluridiscapacidad, con personas mayores… Nosotros nos quedaremos con ellos. Recen por nosotros. Que acabe esta locura”.

“La crisis está uniendo a los católicos”

George Akroush, socio de Proyectos de ACN, nos habla de la necesidad que están viviendo los cristianos en Tierra Santa:

“Aquellos que sufren de enfermedades crónicas están en una situación terrible, pero también la comida, el pago del arriendo, el agua y la electricidad son un problema. Muchos ya eran pobres, no tenían casi nada, ahora están en la miseria absoluta... A pesar de todo, la fe está creciendo en los corazones. Las señales de solidaridad son muy grandes. Algunas personas que han conservado el trabajo han decidido dar el 15% de su salario a las familias más pobres. La crisis está uniendo mucho a los católicos, pero la dificultad más grande está siendo la atención de salud”.

“La paz es un don de Dios que se consigue con la colaboración de todos”

P. Artemio Vitores, franciscano español en Jerusalén:

“Jerusalén tiene que ser signo de paz y de concordia para todos, es la ciudad de Dios para judíos, cristianos y musulmanes. ¡Qué difícil es! La paz es un don de Dios, pero se consigue con la colaboración de todos los seres humanos”.


 Notas

* Magdalena Lira es la directora Nacional en Chile de la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre.

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