Acabamos de leer en los Hechos de los Apóstoles (8,26-40) que «un ángel del Señor habló a Felipe y le dijo: Levántate y marcha hacia el sur, por el camino de Jerusalén a Gaza, que está desierto».

Después del martirio de Esteban, estalló una gran persecución para los cristianos, y los discípulos se dispersaron un poco por todas partes, en Judea, en Samaría. Pero precisamente aquel viento de la persecución empujó a los discípulos a ir más allá. Como hace el viento con las semillas de las plantas, las lleva lejos y siembre, pues así sucedió aquí: se fueron lejos, con la semilla de la Palabra, y sembraron la Palabra de Dios. Y así podemos decir, un poco de broma, que nació “propaganda fide”. Así. De una persecución, de un viento, llevaron la evangelización los discípulos. Y este pasaje que hoy hemos leído es de una belleza grande… Y es un auténtico tratado de evangelización. Así evangeliza el Señor. Así anuncia el Señor. Así quiere el Señor que evangelicemos.

Es el Espíritu el que empuja a Felipe —y a todos los cristianos— a la evangelización. Esta se estructura en tres palabras clave: levántate, acércate y parte de esa situación. La evangelización no es un plan bien hecho de proselitismo: “Vamos y hagamos tantos prosélitos de acá y tantos de allá…”. No… Es el Espíritu quien te dice cómo debes ir a llevar la Palabra de Dios, a llevar el nombre de Jesús. Y comienza diciendo: “Levántate y ve”. Levántate y ve a aquel sitio. No existe una evangelización “de sillón”. Levántate y ve. En salida, siempre. Ve. En movimiento. Ve al lugar donde debes decir la Palabra.

Cuántos hombres y mujeres han dejado patria y familia para ir a tierras lejanas a llevar la Palabra de Dios. Y muchas veces, no preparados físicamente, porque no tenían anticuerpos para resistir las enfermedades de aquellas tierras, morían jóvenes o martirizados: se trata —como me decía un cardenal— de los “mártires de la evangelización”.

No hay ningún vademécum de la evangelización, sino que hace falta cercanía, aproximarse a ver qué pasa y partir de esa situación, no de una teoría. No se puede evangelizar en teoría. La evangelización es cuerpo a cuerpo, persona a persona. Se parte de una situación, no de teorías. Felipe anuncia a Jesucristo, y el valor del Espíritu lo empuja a bautizarlo. Va más allá, va, va, hasta que siente que su labor se acabó. Así se hace la evangelización. Estas tres palabras son claves para todos los cristianos, que debemos evangelizar con nuestra vida, con nuestro ejemplo, y también con nuestra palabra. Levántate, álzate; acércate: cercanía; y parte de la situación, la concreta. Un método sencillo, pero es el método de Jesús. Jesús evangelizaba así. Siempre en camino, siempre en la calle, siempre cerca de la gente, y siempre partía de las situaciones concretas, de lo concreto. Solo se puede evangelizar con esas tres actitudes, pero con la fuerza del Espíritu. Sin el Espíritu, ni siquiera esas tres actitudes sirven. Es el Espíritu el que nos empuja a levantarnos, a acercarnos y a partir de las situaciones.


Fuente: Almudi.org

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