Jorge Peña Vial

UDP

Santiago. 2023.

619 págs.

Discernir la naturaleza de este libro no resulta sencillo. A primera vista, todo parece indicar que se trata de una colección de ensayos reunidos bajo un criterio más temático que sistemático: los capítulos recorren ámbitos tan diversos como la filosofía de la técnica, la metafísica de la persona o la antropología de la sexualidad. Sin embargo, esa apariencia –aunque comprensible– termina por desdibujarse apenas se avanza unas páginas.

Solo al ingresar al prólogo se advierte el verdadero pivote que articula los capítulos y permite apreciar su singularidad: el texto debe ser comprendido como un ejercicio de metafísica de la persona humana en clave contemporánea. A diferencia de tantos tratados que se limitan a reiterar con lenguaje actualizado las nociones clásicas de la tradición, este libro no repite, sino que reinterpreta. No se limita a exponer categorías, sino que las somete a una tensión productiva con los dilemas actuales. Y lo hace, además, con una ambición que no es frecuente: pensar nuevamente qué significa ser persona, en un tiempo en que incluso la palabra “persona” ha comenzado a vaciarse de contenido. 

El libro es, en este sentido, un ejemplo ilustrativo –y elocuente– de lo que podríamos llamar un vino viejo servido en odres nuevos. Porque si bien su arquitectura conceptual se apoya en la tradición metafísica clásica –especialmente en la analogía del ser y en la noción de naturaleza como principio de operación y fin–, los materiales con los que construye su argumentación son decididamente contemporáneos. El mobiliario lo aportan autores como Spaemann, Morin, Millán Puelles, Polo, Heidegger, Pascal, Chesterton, T. S. Eliot y C. S. Lewis. La constelación de referencias no es gratuita. Responde a una preocupación central: la crisis del humanismo.

La tesis que organiza el libro es, en apariencia, sencilla. Pero precisamente por su sencillez, resulta radical: la verdad del hombre está en la conjunción. El ser humano no es una suma de partes ni una estructura dicotómica. Es una unidad tensa, una síntesis no hegeliana, una conjunción inestable pero necesaria entre polos que se resisten a ser disueltos: cuerpo y alma, naturaleza y cultura, razón y afecto, libertad y límite. Al modo de Pascal, el autor sostiene que la verdad exige mantener unidas verdades parciales que, si se presentan separadas, degeneran en error. El “y” que une cuerpo y alma, fe y razón, mente y cerebro, no es un vínculo gramatical ni una operación conciliadora: es una categoría ontológica. 

En este punto radica, también, la crítica al estado actual de la universidad. Para Peña Vial, el paradigma de la simplificación ha llevado al mundo académico a una fragmentación casi irreversible del saber. Se produce información, pero no conocimiento; se acumulan datos, pero no se alcanza la sabiduría. Psicólogos que ignoran la filosofía, economistas sin conciencia histórica, ingenieros insensibles al arte: esa es la fauna del campus universitario. La universidad ha olvidado que su vocación no es la empleabilidad, sino la verdad; y que la verdad no se halla en la multiplicación de saberes sectoriales, sino en su articulación sapiencial. 

Por eso –y no es exagerado decirlo– el capítulo más decisivo del libro es aquel titulado “Universidad, universalidad: unidad del saber, unidad de vida”. Allí confluyen, con particular nitidez, los dos grandes amores del autor: la educación y Dios. En efecto, solo cuando la universidad se atreve a formular la cuestión de la causa última –esto es, de aquello que da sentido al conjunto– puede rescatar su vocación originaria. Y esa causa última, según se afirma sin ambages, es Dios Uno y Trino: unidad compleja, conjunción originaria. 

No sorprende, entonces, que el epílogo concluya con una apelación explícita a la Encarnación. Lejos de tratarse de una concesión religiosa, esta referencia cumple una función estructural. En Cristo –una sola persona con dos naturalezas, sin confusión ni separación– se manifiesta el paradigma supremo de la conjunción. La Encarnación no es una metáfora piadosa: es una categoría filosófica que permite pensar, sin reducir, la unidad de lo diverso. Si el hombre es imagen de Dios, entonces su estructura más profunda es también una conjunción: espíritu y carne, historia y eternidad, límite y apertura. 

En definitiva, este libro no es una suma de ensayos ni un tratado sistemático. Es un ejercicio de pensamiento que se atreve a tomar en serio la pregunta por el hombre. En un tiempo en que la filosofía se disuelve entre el análisis técnico y el consuelo afectivo, Jorge Peña Vial recuerda que la dignidad humana no se defiende con eslóganes, sino con pensamiento. Y que la verdad del hombre es, irreductiblemente, la verdad de una conjunción. 

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