El importante aniversario que se celebra el 8 de septiembre permite al autor presentar algunas reflexiones sobre la tradición de esta congregación fundada en Steyl, Holanda, por el sacerdote alemán Arnoldo Janssen, y sus desafíos actuales, acompañadas de datos sobre su historia y su presente.
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I. Hitos de la historia y tradición de la Congregación del Verbo Divino
La Sociedad del Verbo Divino (SVD) cumple 150 años el 8 de septiembre de 2025. En el marco de este hito, quisiera presentar algunas reflexiones sobre la tradición de nuestra congregación y sus desafíos actuales, tanto en Chile como en el mundo, acompañados de datos sobre nuestra historia y nuestro presente.
Es un hecho que las familias religiosas están profundamente marcadas por las intuiciones originarias de sus fundadores, las que, a su vez, dependen en gran medida de su contexto histórico. En este caso, la Congregación del Verbo Divino fue fundada por el sacerdote diocesano alemán Arnold Janssen en 1875, en Steyl, pequeño pueblo holandés a orillas del río Mosa (Maas), muy cerca de la frontera con Alemania.
De promotor diocesano del apostolado de la oración a fundador de una comunidad misionera
San Arnoldo Janssen no es el fruto de una conversión asombrosa, sino el heredero de la piedad profunda de sus padres, gente sencilla, tal como muchas otras personas de su época en esta región del noroeste de Alemania. De hecho, nació en 1837 en Goch, cerca de la frontera con Holanda, en una familia de siete hermanos. Sus padres eran muy creyentes, de misa diaria. La madre, Catalina, trabajaba la parcela, hacía las cosas del hogar y cuidaba de sus hijos. El padre, Gerardo, además del trabajo agrícola, era transportista: en un carretón llevaba mercaderías entre Alemania y Holanda.
Gerardo era un hombre muy piadoso. En noches de tormenta, por ejemplo, leía solemnemente el Prólogo de San Juan, lo que calmaba a sus hijos asustados por el ruido del viento y de la lluvia torrencial. Cada día de la semana su espiritualidad tenía un foco diferente: los lunes el Espíritu Santo, los martes San Joaquín y Santa Ana; los miércoles San José; los jueves la Adoración Eucarística; los viernes el Sagrado Corazón de Jesús; los sábados la Santísima Virgen María; los domingos la Santísima Trinidad. Don Gerardo iba a dos misas cada domingo, la segunda vez “en honor de la Santísima Trinidad”. De sus hijos dos fueron sacerdotes y uno fue hermano religioso capuchino.
Arnoldo desde niño quiso ser sacerdote de la Diócesis de Münster. Además de sus estudios de filosofía y teología, su obispo lo autorizó para hacer estudios de pedagogía en ciencias en la Universidad de Bonn, disciplina para la que tenía más aptitudes.
Después de su ordenación sacerdotal en 1861 fue enviado a un colegio de la parroquia de Bocholt, donde trabajó por más de diez años. Ahí conoció y se entusiasmó por el Apostolado de la Oración, a lo cual dedicaba su tiempo libre, llegando a ser el director diocesano de dicho movimiento.
Tenía una gran devoción al Sagrado Corazón de Jesús y una profunda fe en el poder de la oración, especialmente cuando mucha gente reza por una misma intención. Eso lo llevó a preguntarse: ¿qué era lo más importante que hacía la Iglesia? Su idea era poder apoyarla con la oración. La respuesta, en lenguaje de esa época, fue: “las misiones en tierras de paganos”. Eso lo llevó a interesarse por este tema.
Creó un boletín de promoción del Apostolado de la Oración bajo el nombre del Sagrado Corazón de Jesús, en que comenzó a publicar narraciones de misioneros, especialmente de quienes trabajaban en África, Asia y Oceanía. Así tomó conciencia de que Alemania era de las pocas naciones europeas –con muchos católicos– sin una “Casa de Misiones”; en terminología actual, su patria no tenía una Sociedad de Vida Apostólica, para preparar y enviar sacerdotes diocesanos alemanes a “tierras de misión”. Por ello, comenzó a promover esa necesidad a través de sus publicaciones, y se la presentó a varias personas, entre ellas el nuevo obispo de Hong Kong, Timoleone Raimondi, quien le dijo: “Usted tiene esa idea, ¡fúndela usted!”.
El padre Arnoldo Janssen se sentía incapaz de algo así, pero hizo un serio discernimiento –lo rezó mucho– por varios meses y se convenció finalmente de que él tenía que llevar a cabo esta idea. Sin embargo, eran tiempos difíciles para la Iglesia Católica en Alemania porque las políticas de Bismarck no permitían fundar seminarios. Por eso, tal como lo hacía su padre para ganarse la vida como transportista, Arnoldo cruzó la frontera y estableció la primera casa alemana de misiones en Steyl, Holanda, a orillas del río Mosa.
La inauguración y bendición de esta “Missionshaus”, encomendada al arcángel San Miguel, fue el 8 de septiembre de 1875, día de la Natividad de la Santísima Virgen María. Fueron comienzos muy humildes, y poca gente confió en que llegara a tener éxito. Arnoldo Janssen creyó que los sacerdotes alemanes que estaban siendo expulsados por el gobierno de su país querrían irse a misiones, pero eso no ocurrió. Así, se dio cuenta de que ser misionero es una vocación especial. Entonces, abrió una “Escuela de Latín”, es decir, un seminario menor para niños y jóvenes entusiasmados con el ideal misionero. Esto sí que tuvo éxito. Para ello, le sirvió mucho su experiencia educacional de una década en el colegio parroquial de Bocholt. A este nuevo seminario misional, Arnoldo le imprimió un profundo sello misionero y, además, el interés por la ciencia y tecnología modernas.
Seminaristas trabajan en los jardines de la "Missionhaus" en Steyl.
De “padres alemanes” a instituto religioso intercultural
La intuición original de Arnoldo Janssen, como ya mencionamos, era que Alemania no tenía una casa para formar sacerdotes diocesanos alemanes para irse a trabajar a países de misión, tal como tenían otros países, comenzando por Francia con sus Misiones Extranjeras de París (MEP). Además, pensó en China como primera misión por dos razones: una matemática –es donde había más gente y menor proporción de cristianos– y otra de contactos, ya conocía al obispo de Hong Kong.
Los dos primeros misioneros, ambos jóvenes sacerdotes, formados en su Casa de Misiones llegaron a Hong Kong en 1879: Juan Bautista Anzer, alemán de Bavaria, posteriormente el primer obispo de la SVD, y José Freinademetz, austríaco, pero de una minoría étnica-lingüística, en las montañas del sur del Tirol (hoy esa zona es parte de Italia), posteriormente beatificado y canonizado junto al fundador.
Dos años después, la entidad vaticana para las misiones, Propaganda Fide, asignó a los misioneros de Steyl (así se les conoce en Europa Central) una pequeña región al sur de la Provincia de Shandong, cerca de la patria de Confucio, que era atendida por misioneros franciscanos italianos, quienes estaban muy escasos de personal. Anzer y Freinademetz dejaron Hong Kong y se trasladaron al único pueblo que tenía católicos (menos de 200) en todo este nuevo campo misional. Desde ahí se comenzó a expandir el trabajo misionero de la SVD.
La idea original del fundador era que todos sus misioneros fueran sacerdotes. Sin embargo, sus planes cambiaron. En Europa se presentaron no solo candidatos al sacerdocio, sino también hombres que querían aportar a las misiones desde su oficio: carpinteros, albañiles, cocineros, sastres, etc. El Fundador creyó que Dios quería que esta nueva entidad eclesial fuera ya no una sociedad de vida apostólica –para sacerdotes diocesanos en misiones–, sino un instituto religioso, con clérigos y hermanos.
Además de ese cambio en su intención primera, hubo otra alteración a su idea original: se aceptarían no solo alemanes, sino también austriacos, holandeses, polacos, eslovacos, etc. Por otro lado, a diferencia de otros institutos religiosos, esta nueva fundación tenía un sistema centralizado de asignación de recursos humanos y financieros, que es la base de su internacionalidad e interculturalidad.
Con respecto al nombre para esta nueva congregación, inspirado por el Prólogo del Evangelio de San Juan –el mismo que les leía su padre en noches de tormenta– y con mucha perseverancia, logró que la Santa Sede aprobara este nombre: Sociedad del Verbo Divino. Sus miembros son socios de Jesús, el Verbo Divino hecho carne, el Hijo de Dios hecho hombre. Su misión es continuar la misión de Jesús: proclamar la Palabra de Dios, el Verbo Divino, especialmente donde es menos conocida.
El gobierno de la recién unificada Alemania dejó de perseguir a la Iglesia Católica y autorizó la presencia de misioneros de la SVD en sus nuevos territorios coloniales: Nueva Guinea en Oceanía, y Togo en África occidental. Por otra parte, el asesinato de dos misioneros de la SVD en China le dio un pretexto al gobierno alemán para invadir parte de la Provincia de Shandong, comenzando por el puerto de Qingdao. La SVD creció en su misión en las zonas de China colonizadas por Alemania.
La SVD creció no solo en tierras de misión, sino también en Europa. Arnoldo Janssen tomó la nacionalidad austríaca para fundar una segunda casa de misiones, San Gabriel, en las afueras de Viena; una casa en Roma, San Rafael, para quienes hacían estudios eclesiásticos de posgrado; una casa en Silesia (la llamó Santa Cruz, porque le costó mucho), en lo que ahora es Polonia.
Animación misionera y apostolado de la comunicación
En Europa la SVD hizo una gran labor de animación misionera por medio de publicaciones. Esto entusiasmó a muchas personas jóvenes con el ideal misionero. Las casas de misiones que se fueron fundando en Austria y en el oriente de Alemania, tenían modernas imprentas en que trabajaban los hermanos, que llegaron a ser tantos –en Europa y en misiones– como los sacerdotes durante algunos años de la primera mitad del siglo XX.
Las publicaciones de las imprentas de la SVD eran enviadas por correo. Era un gran gasto el franqueo. Un hermano religioso le dio al fundador la idea de escoger en cada ciudad, pueblo o aldea, un voluntario que recibiera un paquete con todas las publicaciones para que las repartiera entre los suscriptores. Estos laicos formaron una especie de asociación laical que fue de gran apoyo a la misión de la SVD, y de sus familias nacieron muchas vocaciones.
Atención pastoral de los migrantes
Ciertos obispos le pidieron ayuda a Arnoldo Janssen para atender pastoralmente a los inmigrantes alemanes en América. El fundador aceptó este nuevo campo de trabajo pensando en que no todos tenían la salud necesaria para trabajar en Asia o África. También pensó en futuras vocaciones para la misión en estos países cristianos de América. Se llegó a Argentina en 1889, a Estados Unidos en 1890, a Brasil en 1896 y a Chile en 1900.
Actualmente, en algunas latitudes la atención de los migrantes es una prioridad, especialmente en el caso de sacerdotes filipinos que acompañan a personas de su país que migran en busca de mejores condiciones de vida en distintas partes del mundo como Hong Kong, Taiwán, EE.UU., e Italia, entre otros.
Imprenta en una de las casas de misión donde trabajaban los hermanos de la SVD.
Espiritualidad e intuiciones teológicas de san Arnoldo Janssen
Ante la insistencia de mujeres alemanas entusiasmadas con el ideal misionero, en 1889 comenzó una congregación femenina: las Siervas del Espíritu Santo (SSpS). En 1896 se fundó su rama contemplativa: SSpS AP (adoración perpetua), que era la ayuda que Arnoldo Janssen realmente quería para las misiones porque tenía una profunda fe en el poder de la oración ante Jesús presente en el Santísimo Sacramento del Altar.
La espiritualidad de Arnoldo Janssen consistía en muchas devociones: la Virgen María (en el día de su natividad fundó la primera casa); los arcángeles (las tres primeras casas llevan sus nombres); los ángeles custodios, los santos apóstoles, etc. Pero siempre hubo un eje, el que fue cambiando. Antes de la fundación era el Sagrado Corazón de Jesús; al elegir el nombre del instituto religioso recién fundado fue Jesús en cuanto Verbo Divino hecho hombre; al fundar las congregaciones femeninas fue el Espíritu Santo y durante sus últimos años era la Santísima Trinidad. Este cambio en el tiempo fue un desarrollo espiritual alimentado por su oración, las piedades que aprendió en su familia, la reflexión y el estudio de la teología.
Fue muy influyente la lectura de los escritos del teólogo alemán Matthias Joseph Scheeben (1835-1888). Janssen, que no era un teólogo sino un profesor de ciencias, tenía una intuición teológica muy aguda, y fue de los pocos que valoraron desde un comienzo los escritos de Scheeben.
Cuando se decía que el Espíritu Santo era “el Dios olvidado”, Arnoldo Janssen ofrecía cada lunes la misa en su honor, recordando a su padre Gerardo, quien iba cada lunes a misa en honor del Espíritu Santo. Leyendo a los teólogos alemanes que recuperaban el interés por los Padres de la Iglesia, san Arnoldo se dio cuenta de que el Espíritu Santo era el “protagonista” de las misiones porque impulsa al misionero y abre los corazones de quienes lo escuchan para aceptar su mensaje, adelantándose en varias décadas a las reflexiones sobre este tema.
Cuando la explicación de la Trinidad parecía la de un “teorema celestial” –sin mucha relación con la vida de los cristianos–, su padre, Gerardo Janssen, iba a una segunda misa cada domingo en honor a la Santísima Trinidad. San Arnoldo quedó cautivado por este Misterio, que es la fuente de la misión de la Iglesia: el Padre envía al Hijo al mundo; el Padre, por medio del Hijo, envía al mundo su Espíritu Santo.
Arnoldo cita mucho a san Agustín, a san Buenaventura y también se nutría con la teología escolástica, la más importante en su época, con las reflexiones de este tipo: el ser humano, siendo imagen de Dios, tiene inteligencia y voluntad porque Dios mismo tiene inteligencia y voluntad; aunque en Dios esas facultades son perfectas, no como las del ser humano, que tienen limitaciones. El Verbo es el concepto que Dios Padre tiene de sí mismo, siendo igual en naturaleza porque su conocimiento es perfecto, pues su inteligencia no tiene límite: el Verbo es Divino. Y el Amor entre el Padre y el Hijo es igual en naturaleza porque la voluntad divina es perfecta: el Espíritu Santo es Divino. El misterio de la Santísima Trinidad y estas explicaciones teológicas calaban profundo en el alma del fundador.
San Arnoldo Janssen, fallecido en 1909, y uno de los dos primeros misioneros de la SVD en China, san José Freinademetz (1852-1908), fueron beatificados en 1975 y canonizados en 2003. Hay siete personas más de nuestra familia religiosa que también han sido beatificadas: tres sacerdotes y un hermano polaco, mártires de la SVD durante la Segunda Guerra Mundial, y tres hermanas SSpS, de la generación fundadora.
Una de las últimas fotos de José Freinademetz en China, con el ministro Henninghaus y cohermanos, ca. 1904.
II. Desafíos a la SVD en el siglo XX
Secularización de Occidente e internacionalización de la SVD
Las dos guerras mundiales fueron momentos duros para esta congregación de origen alemán, pero siguió creciendo. Luego, con los cambios en la Iglesia posteriores al Concilio Vaticano II el número de vocaciones empezó a declinar en Occidente, especialmente las de hermano. La secularización ha sido más fuerte que las guerras en apagar el celo misionero de la Iglesia alemana, y en general de Occidente.
La internacionalidad de la SVD ha sido lo que ha permitido que no baje tanto el número de cohermanos –término que engloba a todos los miembros de la SVD: sacerdotes, hermanos, y aquellos en formación–. En las últimas décadas hay muy pocas vocaciones en Europa y América, pero muchas en Asia y África, con lo que los números se mantuvieron estables, e incluso subiendo. Recién con la pandemia, hace cinco años, el número de cohermanos comenzó a disminuir.
Una muestra de la internacionalización, de dejar de ser “padres alemanes” a ser una congregación multicultural, es la nacionalidad de los superiores generales. Estos fueron alemanes hasta 1966. Después hubo un norteamericano de familia eslovaca. Volvieron los alemanes entre 1977 y 2000. Ese año se eligió un filipino, que estuvo doce como máximo líder de la SVD. Entre 2012 y 2018 fue otro alemán, entre 2018 y 2024 un indonesio (nombrado arzobispo de Ende), y desde el año 2024 es un brasileño.
Actualmente la SVD tiene unos 5.750 miembros: sacerdotes, hermanos y religiosos en formación. Estamos en 79 países y somos de 76 naciones diferentes.
Misión, educación e investigación
Estas tres palabras indican un área de la vida y misión de la SVD en Asia, continente donde la SVD tiene más de la mitad de su gente y de sus instituciones. No solo hay colegios y parroquias, sino universidades y centros de investigación en campos de ciencias relacionadas con las misiones, como antropología, etnología, etc.
San Arnoldo Janssen vio la importancia de las ciencias de la misión y apoyó al padre Wilhelm Schmidt en su empeño de crear el Instituto Anthropos, que publicaba una revista especializada con el mismo nombre, con investigaciones hechas por los mismos misioneros o con ayuda de estos. Posteriormente se crearon otros institutos más especializados en sectores del mundo, como Monumenta Sérica, con estudios sobre China y sus países cercanos, y el Instituto Melanesio, que estudiaba las culturas de las islas del Pacífico.
A comienzos de la década de 1930 la Santa Sede pidió a la SVD asumir la administración de la Universidad Católica Fu Jen, ubicada en Beijing, fundada por los benedictinos del Monasterio de Latrobe, Pennsylvania, EE. UU., quienes no pudieron continuar por problemas financieros tras la Gran Depresión. Esta universidad fue estatizada en 1950, y se refundó en Taipéi, Taiwán, unos diez años después. Posteriormente, la SVD asumió o fundó universidades en otras partes de Asia y Oceanía: Filipinas, Japón, Indonesia y Papúa Nueva Guinea.
Constituciones y reflexión ulterior sobre el carisma y la espiritualidad
La SVD, como todo instituto religioso, tiene sus constituciones, su regla de vida. Las primeras versiones se redactaron en tiempos del fundador, quedando vigente por muchos años la de 1910, aprobada un año después de la muerte de san Arnoldo Janssen.
El Concilio Vaticano II llamó a las congregaciones a revisar sus constituciones a la luz del carisma original y de las necesidades de los tiempos actuales. La SVD redactó nuevas constituciones en 1967, pero provisorias, sabiendo que los cambios que traería el Concilio en la Iglesia eran demasiado profundos. En esa época se estableció la coordinación de Justicia y Paz a nivel del gobierno general de la congregación. Ya existía el Secretariado de Misiones, la coordinación de comunicación y la de apostolado bíblico.
En el Capítulo General de 1982 se aprobaron las constituciones “definitivas”, que fueron aprobadas por la Santa Sede en 1983. Esta pretende equilibrar los dos aspectos de la SVD: somos religiosos y somos misioneros. Ambas facetas se complementan: el buen religioso será un buen misionero y viceversa. Estas constituciones acuñan una frase muy profunda, como somos socios del Verbo Divino: “su vida es nuestra vida; su misión es nuestra misión”. Los capítulos generales posteriores han continuado el proceso de clarificación y profundización de nuestra identidad.
En 1988 se aclaró que lo que nos identifica es el passing over, éxodo pascual (traducción que no tiene la fuerza del inglés): hacia otras culturas, otras religiones, hacia los pobres. Es una trilogía presente en documentos de la FABC desde 1974.
En 1994 se acentuó el aspecto comunitario de nuestra identidad con la frase “comunidad de misión”: una comunidad nos envía a otra comunidad con la misión de formar comunidades.
Poco después se cambió el nombre de la coordinación de “Justicia y Paz” a JUPIC, porque se agregó la preocupación ecológica, es decir, por la “Integridad de la Creación”.
El Capítulo General del año 2000, año del gran jubileo, fue un hito. Se describió nuestra misión en el siglo XXI como “diálogo profético” –la palabra “diálogo” viene también de la FABC, el adjetivo “profético salió durante el capítulo–: con personas de otras culturas, de otras religiones, con los pobres y –este último grupo fue para incluir la proclamación explícita del Evangelio– con quienes buscan una fe. También se acuñó la expresión “dimensiones características” para englobar la animación misionera, la comunicación, el apostolado bíblico y JUPIC.
El Capítulo General de 2006 profundizó en las implicancias del diálogo profético en nuestra vida: espiritualidad, comunidad, formación, liderazgo, administración de bienes temporales. El Capítulo General de 2012 fue el plan de acción después de los anteriores que habían descrito la misión y la visión. Se definieron diez prioridades, y se profundizó en la interculturalidad que marca la vida y misión de la SVD.
El Capítulo General de 2018 vuelve a la Biblia como fuente del entusiasmo apostólico, pues tenemos espiritualidad bíblica y un carisma misionero: “arraigados en la Palabra, el amor de Cristo nos urge”.
El Capítulo General de 2024, marcado por la pandemia de los años anteriores, busca describir nuestra misión como “ser testigos de la luz ante los demás”, siendo “discípulos fieles y creativos en un mundo herido”.
III. La SVD en Chile
La Sociedad del Verbo Divino fue invitada por el obispo de Ancud para trabajar atendiendo a los colonos alemanes en el sur de Chile. Los primeros miembros de la SVD llegaron a nuestro país en tren desde Argentina el 26 de abril de 1900. Un mes después asumían una parroquia en Valdivia. Pero ese primer intento fracasó y nuestros misioneros se preparaban para dejar el país después de pocos meses.
Sin embargo, tomando este punto de partida, podemos mirar la cronología de los encargos, colegios y parroquias que ha asumido la SVD durante estos 125 años en Chile, e identificar muchos desafíos y sus frutos.
Educación: diálogo entre fe y ciencia
Para empezar, supo el obispo de La Serena que nuestros misioneros originales volvían a Argentina y les pidió tomar el único colegio católico en Copiapó, porque se retiraba otra congregación. El Fundador aceptó el desafío y, por temor a un nuevo fracaso, envió a la mejor gente: sacerdotes científicos, que podían estar trabajando en prestigiosas universidades europeas, estaban enseñando ciencias naturales a niños de Copiapó. El Liceo Alemán de esta ciudad consiguió rápidamente mucho renombre, incluso entre los masones, quienes admiraban a estos padres alemanes expertos en la ciencia y tecnología más moderna del mundo. En los laboratorios del Liceo Alemán de Copiapó se hicieron los primeros experimentos en suelo chileno de telegrafía sin hilos. El presidente Barros Luco, al visitar esta ciudad del norte, iba al colegio para presenciar los experimentos de los padres alemanes.
Esto les dio una gran fama. Era una época en que se acusaba a la Iglesia de “obscurantista”, de hablar solo de filosofía y teología, cuando “la luz” estaba en la ciencia y la tecnología modernas. Los “padres alemanes” también destacaban por su énfasis en la disciplina y en el deporte. Así, muchos obispos chilenos quisieron contar con los servicios educacionales de los padres alemanes: La Serena, en 1903, en que se les encomendó el seminario menor y el mayor; Santiago, con el Liceo Alemán en 1910; Osorno, Colegio San Mateo, en 1912.
La gran guerra entre 1914 y 1918 supuso una drástica disminución de personal misionero alemán en todo el mundo. En esos tiempos casi todas las clases las daban los sacerdotes. En Copiapó, la SVD entregó el colegio, que es ahora el Liceo Católico, y se concentró el apoyo a esa diócesis en el seminario conciliar de La Serena.
Entre 1912 y 1924 trabajó en el Liceo Alemán de Santiago el padre Martin Gusinde, que hizo estudios científicos (herbario), y antropológicos, siendo especialmente notables sus cuatro viajes a la Patagonia, donde realizó el estudio etnológico más completo que existe de los pueblos originarios del extremo sur del mundo. El padre Gusinde trabajó siguiendo las directivas del padre Schmidt del Instituto Anthropos. Su tesis era que los pueblos menos desarrollados tenían una religión y una sociedad más pura: eran monoteístas y monógamos.
En 1930 se aceptó el Colegio Germania de Puerto Varas, fundado 14 años antes por las familias católicas alemanas de la zona.
La comunidad católica de Los Ángeles pidió a la SVD un colegio católico de varones y así nació el Liceo Alemán de dicha ciudad en 1938. En esa época el matrimonio Ríos Padilla donó a la congregación el Fundo Huaqui, de 700 hectáreas, ubicado a unos 20 km al norponiente de la ciudad. Al año siguiente comenzó la Segunda Guerra Mundial, lo que causó una nueva crisis de falta de personal que relevara a los ancianos. Se tuvo que dejar el trabajo en La Serena para apoyar el nuevo colegio en Los Ángeles. Terminada la Segunda Guerra Mundial, la SVD volvió a crecer.
En 1950 comenzaron las clases en el Colegio Verbo Divino de Las Condes, iniciativa del padre Werner Fromm, quien vio el potencial de un colegio en esta zona que se estaba urbanizando. Tuvo el apoyo de familias del Liceo Alemán.
Cuando Osorno pasó a ser una diócesis, se dejó el colegio San Mateo, que lo tomaron los jesuitas.
En 1958 se comenzó a trabajar en educación en sectores populares, con la Escuela Industrial El Pinar y el Colegio Espíritu Santo, junto a la parroquia de ese nombre, en Santiago.
En 1965 se autorizó oficialmente el funcionamiento de una escuela rural en el Fundo Huaqui para niños y niñas de los campos cercanos, que había comenzado informalmente varios años antes.
En la década de 1970 se comenzó a construir el metro de Santiago y la autopista norte sur. Se demolió el edificio del Liceo Alemán, que se cambió a Bellavista con Pío Nono, a una propiedad que era de las Monjas Clarisas, quienes se mudaron a La Florida.A mediados de la década del 2000 se decidió trasladar el Liceo Alemán de Santiago desde Bellavista –que se había transformado en un barrio bohemio– a la comuna de Colina, cambiando su nombre a Colegio Verbo Divino - Chicureo.
En 2017 se nombró un laico como rector del Liceo Alemán de Los Ángeles, en 2019 se hizo lo mismo en Chicureo, supervisados por un sacerdote de la SVD como representante legal. En 2024 se nombró una laica como directora del Colegio Verbo Divino de Las Condes, manteniendo un sacerdote de la SVD el título de rector.
En resumen, trabajamos en seis colegios, dos gratuitos y cuatro pagados; tres en Santiago (San Joaquín, Chicureo y Las Condes), dos en Los Ángeles (en la ciudad y en el Fundo Huaqui), uno en Puerto Varas.
Colegio Germania en Puerto Varas, fundado en 1916.
Parroquias: diálogo con quienes buscan a Dios
En la década de 1910 se comenzó también a aceptar parroquias: San Mateo de Osorno, junto al colegio, luego Entrelagos. Posteriormente, en los años 40 se comenzó a atender a las poblaciones obreras que nacieron cerca de las fábricas que se instalaron en la zona del seminario, ubicado en calle Vicuña Mackenna, camino (también había un tren) entre Santiago y Puente Alto: así nació la Parroquia del Espíritu Santo en lo que es ahora la comuna de San Joaquín.
Al igual como ocurrió con el colegio, cuando Osorno pasó a ser una diócesis, se dejó la parroquia de San Mateo, que pasó a ser la catedral, pero la SVD tomó dos parroquias en la ciudad: el Carmen, en la población Angulo, y Lourdes, en Rahue.
En torno a 1960 se asumió la Parroquia San José Obrero en Rancagua. Por muchos años su párroco fue un sacerdote argentino, de familia de alemanes del Volga, el padre Manuel Bahl. Literalmente, con sus propias manos edificó varias de las capillas de esta parroquia, en la cual también formó más de 100 grupos bíblicos, cuyos miembros conocían mejor la Biblia que los evangélicos del sector.
El año 1989 la congregación comenzaba a apoyar la Diócesis de Iquique, tomando la Parroquia de Huara, en pleno desierto. Ese mismo año fue nombrado obispo un verbita chileno: Rafael de la Barra, para la Prelatura de Illapel. La Congregación envió allá un par de sacerdotes que irían originalmente a Iquique. El nombramiento de sacerdotes de la SVD como obispos nos ha llevado a apoyarlos con personal. En las últimas tres décadas hemos dejado algunas parroquias y asumido otras.
Trabajamos actualmente en 17 parroquias, en diferentes diócesis o prelaturas: tres en Iquique (Espíritu Santo en la ciudad de Iquique, Huara, Pica); tres en Illapel (Canela, Mincha y Chillipín), dos en Valparaíso (Villa Alemana y Rapa Nui), dos en Santiago (Espíritu Santo en San Joaquín y María Misionera en Maipú); una en Rancagua; una en Los Ángeles; una en Quepe, Diócesis de Villarrica; tres en Osorno (Lourdes en Rahue Bajo, Espíritu Santo en Rahue Alto y Entrelagos) y una en Puerto Montt (Fresia).
Misión entre el pueblo mapuche: diálogo con personas de otras culturas
A comienzos de la década de 1970 el padre Luis Rodríguez formó los grupos de reflexión de apoderados del Colegio Verbo Divino de Las Condes, que continúan hasta hoy. En esos años él también llevó alumnos y exalumnos del CVD a misiones de verano en La Araucanía, especialmente en Puerto Domínguez, a orillas del lago Budi. Hubo años en que iban casi 200 alumnos y exalumnos del Verbo por más de dos semanas durmiendo en el suelo en escuelitas de esta zona, durante enero, y cerca del lago Puyehue en febrero, compartiendo su fe con las familias campesinas de estos lugares.
Esto fue una fuente de vocaciones y, además, llevó a la Congregación del Verbo Divino a optar por la Pastoral indígena a mediados de la década de 1980. Desde entonces misioneros de la SVD han tomado la atención pastoral de los católicos de la etnia mapuche en la ciudad de Santiago, además del diálogo intercultural con personas de ese pueblo, aunque no sean cristianos.
Tras la muerte del sacerdote diocesano alemán Juan Wevering, la SVD asumió en 1986 la parroquia de Puerto Domínguez y, unos años más tarde, Quepe, a unos 20 km al sur de Temuco. En el año 2014 tuvimos que dejar Puerto Domínguez.
Pastoral Social: diálogo con los pobres y marginalizados
En la Parroquia del Carmen de Osorno se creó –durante la década de 1960– un Instituto Vocacional, con clases de oficios como peluquería, que unos diez años después abrió una sede en la calle Portales, en Santiago centro. Hoy es la Fundación El Carmen.
En la década de 1970, el hermano Paul Oden comenzó a trabajar con niños en situación irregular, creando Hogares de Menores con pedagogía scout. Llegó a haber más de diez hogares de menores de la Congregación que desde 1995 están bajo una fundación. No es fácil llevar hogares de menores con la legislación actual, por lo que administramos actualmente solo cuatro.
Misioneros chilenos y extranjeros: interculturalidad
A fines de esa década la misión de Chile se independizó de Argentina por lo que se fundó un Seminario en una amplia propiedad ubicada en la calle Vicuña Mackenna, paradero 7. Ya había vocaciones chilenas para la SVD, que hacían la filosofía en Chile y la teología en Argentina.
Los primeros misioneros chilenos de la SVD enviados a países lejanos fueron en 1952 a Nueva Guinea, Indonesia y Ghana. Después se envió a los pocos chilenos a trabajar en su propia patria.
En 1955 se vendió la propiedad del Seminario –que hoy es la Cárcel de Mujeres– porque el barrio ya no tenía la tranquilidad necesaria. La SVD compró otra propiedad para la casa de formación, esta vez en La Florida.
Después del Concilio Vaticano II disminuyeron tanto las vocaciones que se cerró la formación de la SVD en Chile. Los pocos postulantes eran enviados a Argentina. Hasta que en 1977 se reabrió la formación de jóvenes para la SVD en Chile. El padre Carlos Pape, primero como maestro de novicios y luego como superior provincial, le puso el sello misionero al seminario de la Congregación del Verbo Divino en Chile: todos debían ir a misiones. Y se comenzó a enviar a “tierras de misión” a jóvenes sacerdotes y hermanos: Ghana, Togo, Kenia, Angola, China y Japón, fueron destinos de algunos de los misioneros chilenos ad gentes.
En esos mismos años comenzaron a llegar a Chile misioneros de antiguos “países de misión”: primero de Filipinas, luego de Ghana, más tarde de Indonesia y la India, y de otros países de Asia y África. La falta de vocaciones en Occidente se compensó con un aumento en Asia y África.
A mediados de la década de 1990 comenzaron a retornar verbitas chilenos desde África, enriqueciendo a la Iglesia de Chile con su experiencia misionera. Más tarde han retornado otros de diferentes países. Actualmente hay solo tres verbitas chilenos trabajando fuera del país. Desde 2020 el Superior Provincial de la SVD Chile es un sacerdote indonesio.
La SVD Chile es una comunidad intercultural: unos pocos chilenos que trabajaron en el extranjero y muchos extranjeros que trabajan en Chile. Esto no es fruto de una mentalidad práctica, de asignar misioneros donde haga falta, sino que es el resultado de la firme convicción de que es una riqueza para las iglesias locales la presencia de personas de otras culturas.
Iglesia de Wangzhuang, China, construida en 1893.
IV. Proyección desde la situación actual
En los últimos años han fallecido varios sacerdotes ancianos y casi no han llegado nuevos, por las dificultades para obtener una visa. En 2025 hay 60 religiosos de la SVD en Chile, de diez diferentes nacionalidades.
La Congregación del Verbo Divino en Chile da testimonio de la universalidad de la Iglesia Católica, sirviendo en parroquias, colegios y en la pastoral social. Su misión es hacer que la luz de Cristo –el Verbo Divino hecho carne, el Hijo de Dios hecho hombre– ilumine a todas las personas. Lo hace mediante comunidades interculturales que entablan un diálogo profético: con personas de otras culturas; de otras religiones; con los pobres y marginalizados; además del diálogo con quienes buscan sinceramente a Dios.
Desafíos actuales enfrentados con la fuerza de una tradición de 150 años
Gracias a la internacionalidad –que ahora llamamos interculturalidad porque hay países como India que tienen muchas culturas diferentes–, la SVD ha podido mantener relativamente estable el número de sus miembros.
Poseemos un carisma misionero y una espiritualidad bíblica que son muy acordes a lo básico de nuestra fe católica. Nos caracteriza una manera de ser muy adecuada a la sociedad humana actual, en este mundo globalizado, pues tenemos apertura a la acción de Dios incluso fuera de los límites de la Iglesia.
Los laicos que conocen nuestro carisma y espiritualidad los consideran muy atrayentes. Esta es la fuerza que tiene la SVD, heredada de san Arnoldo Janssen y de quienes lo acompañaron en la generación fundadora. En mi opinión, el mayor desafío de la SVD actualmente es el protagonismo de los laicos en sus instituciones. En los últimos capítulos generales se ha hablado del tema, y ha habido personas laicas presentes. Tenemos laicos en posiciones de liderazgo en universidades, colegios, institutos de investigación en muchas partes del mundo, pero nos falta encontrar un sistema que permita que se sientan parte de la misión de la SVD.
Tenemos que asesorarnos con la gente más capaz para administrar nuestras instituciones, pero no es fácil que “vibren en la misma frecuencia” que las personas consagradas de la familia de san Arnoldo Janssen.
Nuestro reto más grande es lograr compartir nuestro carisma misionero y nuestra espiritualidad bíblica con las personas que forman las comunidades de nuestros colegios, parroquias y fundaciones.
Termino retomando las palabras del título de este artículo, que están en el prólogo de nuestras constituciones. Hace 150 años comenzó la casa alemana de misiones en Steyl para preparar y enviar sacerdotes germanos a tierras de misión, a países no cristianos. Ahora entendemos en forma diferente la misión: entablamos un diálogo con personas de otras religiones, culturas y situaciones sociales. El mundo ha cambiado porque hay necesidad de misión en cada rincón del planeta. La congregación se ha transformado: somos una comunidad internacional, con la gran mayoría de sus miembros provenientes de Asia y África. Los laicos no son solo una ayuda para las misiones, rezando y aportando dinero, sino tomando liderazgo en importantes instituciones de Iglesia y, más aún, en la sociedad civil. En este nuevo contexto los miembros de la congregación del Verbo Divino retomamos nuestra identidad más profunda: somos discípulos de Jesús, somos enviados por Él a salir al mundo, somos sus amigos, sus voceros, somos socios del Verbo Divino, por lo que su vida es nuestra vida y su misión es nuestra misión.
P. Sergio Edwards con feligreses en China, ca. 1995.