Hay un resumen de toda la historia de la Iglesia en estos primeros ocho capítulos de los Hechos de los Apóstoles: la predicación, el bautismo, las conversiones, los milagros, las persecuciones, la alegría y también aquel feo pecado de los que se acercan a la Iglesia para hacer sus negocios, esos benefactores de la Iglesia que luego al final engañan a la Iglesia, como Ananías y Safira. El Señor, desde el inicio, acompañaba a sus discípulos, confirmando la Palabra con signos milagrosos. Nunca los dejaba solos, ni siquiera en los momentos más malos.

Os invito a volver a leer en casa, con tranquilidad, la primera lectura de hoy (Hch 8,26-40), de la que podemos destacar tres frases. La primera es Levántate y ve, dirigida por un ángel a Felipe. Esto es un signo de la evangelización. La vocación y el gran consuelo de la Iglesia, de hecho, es evangelizar. Pero para evangelizar, levántate y ve. No dice: Quédate sentada, tranquila, en tu casa: ¡no! La Iglesia siempre, para ser fiel al Señor debe estar de pie y en camino: Levántate y ve. Una Iglesia que no se levanta, que no está en camino, se pone mala. Y acaba encerrada con traumas psicológicos y espirituales, encerrada en su pequeño mundo de murmuraciones y esas cosas…; cerrada, sin horizontes. Levántate y ve, de pie y en camino. Así debe actuar la Iglesia en la evangelización.

Acércate y pégate a la carroza, es la siguiente frase que Felipe recibe del Espíritu. En la carroza había un etíope —un prosélito de religión judía, eunuco, venido a Jerusalén para adorar a Dios— que, mientras viajaba, leía al profeta Isaías. Se trata de la conversión de un ministro de economía y, por tanto, de un gran milagro. El Espíritu anima a Felipe a acercarse a ese hombre. ¡Qué importante es que la Iglesia sepa escuchar la inquietud del corazón de cada hombre! Todos los hombres, todas las mujeres tienen una inquietud en el corazón, buena o mala, pero hay una inquietud. Escucha esa inquietud. No dice: Ve y haz proselitismo. ¡No, no! Ve y escucha. Escuchar es el segundo paso. El primero, levántate y ve, el segundo escucha. Esa capacidad de escucha: qué siente la gente, qué siente el corazón de esa gente, qué piensa… Pero, ¿y si piensan cosas equivocadas? Pues yo quiero oír esas cosas equivocadas, para entender bien dónde está la inquietud. Todos llevamos la inquietud dentro. El paso segundo de la Iglesia es encontrar la inquietud de la gente.

Y luego es el mismo etíope el que, viendo acercarse a Felipe, le pregunta de quién está hablando el profeta Isaías y lo hace subir al carro. Entonces, con mansedumbre, Felipe comienza a predicar. La inquietud de aquel hombre encuentra así una explicación que llena la esperanza de su corazón. Pero eso fue posible porque Felipe se acercó y escuchó. Entonces, mientras el etíope escuchaba, el Señor iba trabajando dentro de él. Y el hombre comprende que la profecía de Isaías se refería a Jesús. Su fe en Jesús creció hasta tal punto que cuando llegaron donde había agua, pidió ser bautizado. Fue él quien pide el Bautismo, porque el Espíritu había trabajado en su corazón. ¡Dejemos trabajar al Espíritu en el corazón de la gente!

Y cuando, después del Bautismo, el Espíritu —siempre presente—, toma a Felipe y lo lleva a otra parte, el eunuco, lleno de alegría, prosigue su camino. La tercera palabra es pues la alegría: la alegría del cristiano. Y espero que la Iglesia esté de pie, sea madre que escucha y, con la gracia del Espíritu Santo, encuentra la Palabra que decir. La Iglesia madre que da a luz tantos hijos con ese método que, digamos —usemos la palabra— no es proselitista: es el método del ejemplo de la obediencia. La Iglesia, que hoy nos dice: Alégrate. Gozar, la alegría. La alegría de ser cristianos también en los momentos peores, porque tras la lapidación de Esteban estalló una gran persecución y los cristianos se dispersaron por todas partes, como la semilla que lleva el viento. Y fueron ellos los que predicaron la Palabra de Jesús. Que el Señor nos dé la gracia a todos de vivir la Iglesia así: de pie y en salida, en escucha de las inquietudes de la gente y siempre con alegría.


Fuente: almudi.org

Últimas Publicaciones

El Papa León proclamará este 1 de noviembre a John Henry Newman, Doctor de la Iglesia. Es el número treinta y ocho de una lista de nombres memorables por santidad y sabiduría de Dios. Después del último Concilio fueron incorporadas las primeras cuatro mujeres en esta lista: santa Teresa de Ávila y santa Catalina de Siena (ambas en 1970 por Pablo VI), santa Teresa de Lisieux (por Juan Pablo II en 1997) y santa Hildegarda de Bingen (en 2012 por Benedicto XVI). Benedicto había nombrado a Juan de Ávila en 2012 y Francisco a Gregorio de Narek en 2015 e Ireneo de Lyon en 2022.
Lamentablemente, el 2025 se acerca a su fin y seguimos presenciando como el mundo continúa envuelto en múltiples guerras y conflictos. La Iglesia se hace parte desde la caridad, la presencia y la diplomacia, mientras en paralelo el Papa León va dando pasos en su pontificado. Estos meses hay nuevos santos y beatos, reconocimiento a mártires contemporáneos y muchas celebraciones de distintos motivos jubilares. La Iglesia en Latinoamérica, y especialmente en Chile, también ha estado activa, generando encuentros, propo- niendo acciones y siendo parte de la discusión de temas legislativos.
El domingo 19 de octubre el Papa León XIV proclamó santos a los primeros venezolanos en recibir este honor: la religiosa Carmen Rendiles Martínez y el médico laico José Gregorio Hernández Cisneros. Muchos medios reportan que la ceremonia se vivió con júbilo tanto a lo largo de Venezuela como en las ciudades en que se encuentra concentrada la diáspora venezolana, donde se sucedieron celebraciones con velas y oraciones por el país.
Revistas
Cuadernos
Reseñas
Suscripción
Palabra del Papa
Diario Financiero