El Santo Padre Francisco visitó Mozambique, Madagascar y Mauricio entre el 4 y el 10 de septiembre.

Ha concluido la visita de Francisco a Mauricio, Madagascar y Mozambique, realizada entre el 4 y el 10 de septiembre. Se trata de la cuarta visita del Santo Padre a África, después de ir a Uganda, Kenia y la República Centroafricana en 2015, Egipto en 2017 y Marruecos en marzo de este año.

Los tres países tienen una fuerte presencia cristiana, ligada a la actividad misional de diversas congregaciones, así como una combinación de creencias indígenas.

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Mozambique

La primera etapa del viaje apostólico se realizó en Mozambique, país situado a orillas del océano Índico. Entre los poco más de 30 millones de habitantes, la Iglesia católica cuenta con unos 6 millones de bautizados quienes conviven con miembros de otras religiones como el Islam y las iglesias cristianas pentecostales.

El lema de la visita fue "Esperanza, paz y reconciliación". El país todavía siente los efectos de su guerra civil de 1977-1992, se encuentra entre los países más pobres del mundo y con una de las más elevadas tasas de mortalidad infantil.

Dos días estuvo el Papa Francisco en Mozambique con una apretada agenda que comenzó con la visita no prevista de algunos responsables de Scholas Ocurrentes y de un grupo de participantes de los programas actuales de la Fundación. Luego realizó una visita de cortesía al Presidente de la República, Filipe Jacinto Nyusi y sostuvo un encuentro con las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático.

Desde allí se desplazó hasta el Pavillon Maxaquene para tener un encuentro interreligioso con los jóvenes. En este encuentro les recordó a los jóvenes que son importantes y que tienen que creérselo, pero “con humildad”: “ustedes no son solo el futuro de Mozambique, tampoco de la Iglesia y de la humanidad. Ustedes son el presente que, con todo lo que son y hacen, ya están aportando lo mejor que hoy pueden regalar”. En sus palabras no faltó una mención a los ancianos, siempre recordados por el Papa Francisco, “quienes pueden ayudar a que sus sueños y aspiraciones no se sequen, no los tire el primer viento de la dificultad o la impotencia” les aseguró Francisco, porque ellos son “nuestras raíces”.

En la tarde del primer día se encontró en privado con la Comunidad de Xai-Xai, capital de la provincia de Gaza que sufrió grandes inundaciones en el año 2000. Luego, se desplazó hasta la Catedral de la Inmaculada Concepción para un encuentro con los obispos, los religiosos, religiosas, consagrados, seminaristas y catequistas. A todos ellos el Pontífice los alentó a luchar contra la crisis de la identidad sacerdotal, "renovando con un sí el llamado de Dios como lo hizo la Virgen María", a pesar del sano cansancio que implica la donación total de la propia vida al servicio de la vocación.

La última jornada del Pontífice en tierras mozambiqueñas estuvo marcada por la emotiva visita al Hospital de Zimpeto, que atiende especialmente a mujeres enfermas de SIDA/VIH. Durante su visita el Papa recibió de regalo un báculo pastoral realizado con madera que perteneció a una casa destruida por el ciclón Idai, uno de los peores ciclones tropicales de los que se tiene constancia en África y en todo el hemisferio sur (dejó 1,85 millones de afectados en Mozambique, 869 mil en Malawi y 270 mil en Zimbabue). Decidió usar el báculo durante la multitudinaria misa que celebró en el estadio de Zimpeto.

Durante su homilía en Zimpeto el Santo Padre invitó al pueblo a la paz y a la reconciliación:

Mozambique tiene derecho a la paz, por eso la vía a seguir es aquella de Jesús: un camino estrecho y que necesita de muchas virtudes, como la benevolencia activa y la erradicación de la ley del ojo por ojo y diente por diente. Esto porque ningún país tiene futuro si el motor que lo convoca es el odio y la venganza.

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Madagascar

Madagascar recibió a Francisco como un "sembrador de paz y esperanza", en un logotipo que incluye las imágenes de varios mártires asesinados por su fe. Madagascar es un país insular situado en el océano Índico, que alberga una multitud de especies únicas en el mundo. Al igual que Mozambique, Madagascar es uno de los países más pobres del mundo. La Iglesia católica malgache es muy viva y comprometida, cuenta con una representación del 34,8% entre sus habitantes. También a través de la contribución de las congregaciones misioneras y de las órdenes religiosas, al anuncio del Evangelio y a la promoción humana.

El Papa dio inicio a sus actividades con la visita de cortesía al Presidente en el Palacio de Iavoloha. Al término del encuentro ambos se dirigieron al jardín exterior donde el Papa Francisco plantó un árbol de baobab, árbol que crece en condiciones climáticas extremas y que puede vivir varios siglos.

Tras reunirse con las autoridades, la sociedad civil y el Cuerpo Diplomático en el Ceremony Building, rezó la hora intermedia en el Monasterio de Carmelitas Descalzas. En su homilía espontánea, inspirada en el modelo de fe de santa Teresa de Lisieux, el Pontífice puso en guardia a las hermanas sobre la tentación de caer en la vida mundana y les recordó que el mundo se salva con pequeños actos de amor: "la lucha en el monasterio no tiene jubilación, es hasta el final", dijo.

Por la tarde tuvo lugar el encuentro con los obispos de Madagascar en la Catedral de Andohalo, seguido por la visita a la tumba de la beata Victoria Rasoamanarivo, mujer “que supo hacer el bien, custodiar y extender la fe en tiempos difíciles”. La jornada del Santo Padre en tierra malgache concluyó con la alegría de los jóvenes: hubo cantos, baile y el testimonio de los jóvenes en la vigilia en el campo diocesano de Soamandrakizay.

Durante la misa de la mañana del domingo, Francisco habló sobre la urgencia de aceptar la invitación de Jesús a dejar que el espíritu de hermandad triunfe en este mundo, “para que cada uno pueda sentirse amado, comprendido, aceptado y valorado en su dignidad”.

Luego de la misa el papa visitó la Ciudad de la Amistad, Akamasoa, marcando uno de los momentos más emotivos de su visita a Madagascar. Akamasoa es un barrio de la capital de Madagascar construido gracias al tesón del misionero argentino Pedro Opeka, quien fue alumno de teología del papa Francisco y que, hace 30 años, rescató de un basurero a miles de menores y se propuso luchar para que tuvieran una vida digna. Reclamando sitios de descarga masiva de basura, en las colinas que rodean Antananarivo, construyó una ciudad entera con miles de voluntarios. La ciudad está dividida en 18 vecindarios, con casas de ladrillos, centros ambulatorios, paritorios, calles asfaltadas, 300 escuelas en las que se educa a 15.000 niños, espacios deportivos, electricidad y agua potable.

Vuestros gritos al no poder tener un techo en el que vivir, al ver crecer a vuestros niños en la desnutrición, al no tener trabajo, ante la mirada indiferente —por no decir despreciativa— de tantos, se transformaron en cantos de esperanza para vosotros y para quienes os contemplan. Cada rincón de estos barrios, cada escuela o dispensario es un canto de esperanza que desmiente y silencia toda fatalidad.

Su recorrido por Akamasoa continuó con una visita a la cantera de granito, una iniciativa también de Opeka con el objetivo de que los habitantes trabajasen para construir su propia ciudad y para ganarse la vida con dignidad. La cantera da empleo a 700 personas, con la piedra se construyen nuevas casas para las miles de personas que buscan refugio en Akamasoa y también se exporta el granito. Frente a este paisaje, Francisco pronunció una oración por los trabajadores, por los niños forzados a trabajar, por los emprendedores y por las personas que no tienen trabajo y abogó por condiciones más dignas de empleo.

Su visita a Madagascar concluyó con los sacerdotes, consagrados y seminaristas en el Colegio San Miguel de Antananarivo.

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Mauricio

Es un país con una economía emergente, basada en la agricultura, especialmente de la caña de azúcar, y conocido por sus paradisíacas playas. Tiene una gran comunidad hindú residente por lo que la visita ha sido una nueva “oportunidad para afirmar el diálogo interreligioso en un archipiélago que es una encrucijada de pueblos”.

El Papa Francisco llegó la mañana de este lunes 9 de septiembre a Port Louis y celebró una eucaristía en el Monumento de María Reina de la Paz. Alrededor de cien mil personas asistieron y escucharon la reflexión del Papa sobre las Bienaventuranzas. En este contexto, el Santo Padre recordó al beato Jacques-Désiré Laval, “el Apóstol de los negros”, un misionero francés que en la primera mitad del siglo XIX dedicó su vida a evangelizar a las comunidades de la isla que acababan de ser liberadas de la esclavitud. Cada 8 de septiembre en vísperas de la fiesta del Beato, los fieles de Mauricio van en procesión y rezan en el Santuario dedicado a su padre espiritual. La memoria del Beato, venerada también por la mayoría hindú, es uno de los momentos más importantes en la vida de los cristianos de Mauricio.

De Laval el Santo Padre dijo: “El amor a Cristo y a los pobres marcó su vida de tal manera que lo protegió de la ilusión de realizar una evangelización ‘lejana y aséptica’. Sabía que evangelizar suponía hacerse todo para todos”. Y profundizó sobre el sentido de evangelización del misionero: 

Aprendió el idioma de los esclavos recientemente liberados y les anunció de manera simple la Buena Nueva de la salvación. Supo convocar a los fieles y los formó para emprender la misión y crear pequeñas comunidades cristianas en barrios, ciudades y aldeas vecinas, muchas de estas pequeñas comunidades han sido el inicio de las actuales parroquias. Fue solícito en brindar confianza a los más pobres y descartados para que fuesen ellos los primeros en organizarse y encontrar respuestas a sus sufrimientos.

El Papa Francisco también visitó el Santuario del padre Laval en esta tercera etapa de su Viaje Apostólico, se detuvo unos minutos en frente de la tumba del Beato en oración silenciosa y le depositó unas flores.

Su última actividad en la Isla consistió en una visita al Palacio Presidencial, donde sostuvo una reunión con el Jefe de Estado Barlen Vyapoory y luego con el Primer Ministro. Finalmente, dirigió un discurso a las autoridades políticas, la sociedad civil y el cuerpo diplomático: los exhortó a acoger a los migrantes y a luchar contra todas las formas de discriminación.


Fuente principal: Vatican News

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