A través de una cena fraterna, la Universidad Católica buscó resignificar la celebración navideña, poniendo en el centro el acompañamiento, la conversación y el encuentro humano. Vecinos de la Casa Central que necesitan compañía fueron los protagonistas de esta instancia.
El Centro de Extensión de la Pontificia Universidad Católica de Chile se convirtió, el pasado 12 de diciembre, en escenario de encuentros, risas, conversaciones agradables y momentos de emoción. El motivo fue una cena de Navidad, preparada por una banquetera de primer nivel y dirigida a personas en situación de soledad y en su mayoría adultos mayores.
Decenas de funcionarios, estudiantes y académicos trabajaron desde horas antes decorando el ambiente con los más finos detalles. Los meseros y encargados de la cocina esta vez fueron funcionarios, académicos y estudiantes de la Universidad quienes trabajaron desde muy temprano inspirados en las palabras de Jesús: “No he venido a ser servido sino a servir” (Mt 20,28).
Muchos invitados llegaron con anticipación expectantes y emocionados. Varios de ellos aprovecharon para recorrer las diferentes salas de exhibiciones del Centro de Extensión y se deleitaron con las piezas que son testigos de la historia y el arte y que se presentan en la pinacoteca y la sala Joaquín Gandarillas, para luego pasar a la mesa y disfrutar de una rica cena preparada para ellos.
“Para mí la Navidad es algo sublime, algo maravilloso”, expresó Lady Lagunas Martínez, de 93 años, vecina de Santiago Centro. “No pensé nunca encontrarme con algo tan bonito. Me siento joven, interesante y muy agradecida. Qué lindo que se intercambien ideas entre personas distintas y no solo con las mismas personas y el mismo grupito”.
Como Lady, cien personas más disfrutaron de una rica comida. En la misma mesa compartían los vecinos y personas de la comunidad UC degustando cada uno de los platos, conversando, contando anécdotas y escuchando los villancicos interpretados por el coro del Instituto de Música UC dirigido por Felipe Ramos. Un mago se pasaba de mesa en mesa despertando el asombro y arrancando las risas de los asistentes con sus inexplicables trucos.
¿Por qué esta cena?
A diferencia de años anteriores, esta vez se le quiso dar un giro a las campañas navideñas. Así lo explicó el vice gran canciller UC, Padre Osvaldo Fernández de Castro: “Todos los años hemos hecho campañas muy bonitas de recolectar cajas de alimentos para acompañar a las familias que más lo necesitan. Pero nos pasa que muchas personas no tienen con quién celebrar la Navidad. Por eso este año hemos decidido hacer una cena aquí en el Centro de Extensión, invitando a los vecinos, aquellos que viven más solos, y comer con ellos”.
“Creo que es bueno, cada cierto tiempo, preguntarnos y hacer lo necesario para ver si estamos realmente apuntando a lo que se necesita. Yo creo que hoy día la mayoría de la gente tiene qué comer, pero pareciera que no tienen con quién hacerlo. Por eso hemos hecho este vuelco, hacia el encuentro con personas que necesitan compañía”, recalcó el sacerdote.
Así se busca hacer eco de las palabras del Papa Francisco: “Es necesario que las obras de solidaridad, las obras de caridad que nosotros hacemos, no desvíen del contacto con el Señor Jesús. La caridad
cristiana no es simple filantropía sino, por un lado, mirar al otro con los mismos ojos que Jesús; y, por el otro, es ver a Jesús en el rostro del pobre. Este es el camino verdadero de la caridad cristiana, con Jesús en el centro, siempre” (23 de agosto de 2023).
Una universidad que abre sus puertas
Esta iniciativa está inspirada en el Sueño UC: “Contribuir a la transformación de la sociedad infundiendo nuestra identidad como sello diferenciador, en la formación, la creación, el descubrimiento, la reflexión y el servicio”. Bajo este sueño, la cena navideña abrió las puertas a las personas que la rodean para permitir el contacto uno a uno con quienes se sienten más solos y propiciar a los miembros de la Comunidad Universitaria un espacio para compartir la alegría que trae el nacimiento del Niño Jesús.
Esta iniciativa es también una concreción de la reciente exhortación apostólica Dilexi te (Te amó) del papa León XIV sobre el amor hacia los pobres: “Ningún gesto de afecto, ni siquiera el más pequeño, será olvidado, especialmente si está dirigido a quien vive en el dolor, en la soledad o en la necesidad” (n. 4), frase que recoge el vínculo profundo entre el quebranto humano y la cercanía que propone el Evangelio.
Un documento que, además, señala que la pobreza tiene muchos rostros que van más allá de las carencias materiales: “la pobreza moral y espiritual, la pobreza cultural, la del que se encuentra en una condición de debilidad o fragilidad personal o social, la pobreza del que no tiene derechos, ni espacio, ni libertad” (n. 9).
Esta exhortación, cuya redacción la inició el Papa Francisco antes de fallecer, insiste en que la misión de la Iglesia no puede quedar reducida a la mera caridad asistencial, sino que debe profundizar en la construcción de vínculos que fraternicen y humanicen. Al describir la pobreza de Jesús —quien no tuvo “dónde reclinar la cabeza” (Mt 8,20; Lc 9,58)—, la Dilexi te subraya que la soledad también es espiritual y relacional, y por ello requiere respuestas que integren acompañamiento, justicia y solidaridad real.
El rector Juan Carlos de la Llera, mientras observaba cómo las personas mayores compartían con los integrantes de la comunidad universitaria en la misma mesa comentó: “Estoy muy contento de estar en esta cena de Navidad. Es muy importante para nosotros compartir con vecinos que sabemos que muchas veces están solos y queríamos hacer este encuentro para mostrarle al país y a nuestros vecinos que la Universidad Católica les pertenece, le pertenece a Chile, le pertenece al vecindario”.
Para Bernardita Aspillaga, directora de Comunidad Universitaria de Pastoral UC, la actividad se enmarca en el Jubileo de la Esperanza que inauguró el Papa Francisco el 24 de diciembre de 2024 y culminará León XIV el 6 de enero de 2026, “este tiempo es un momento que debe transmitir esperanza a los que nos rodean”. Además, Bernardita señala que en esta esperanza se expresa el sentido profundo de la Navidad: “Las personas que están más solas necesitan compañía, una buena conversación, y eso es lo que hemos querido compartir en este encuentro fraterno”, comentó.
Virginia Brand, una de las invitadas, destacó la importancia de “compartir con toda la gente sin importar la edad y especialmente hablar con los adultos mayores, que tenemos tantas historias en nuestras vidas”.
La jornada cuidó cada detalle, desde la ambientación del espacio hasta los gestos simbólicos, como la entrega de un regalo para cada vecino de parte de tres funcionarios que se vistieron de Reyes Magos. Este consistió en un porta vela con la imagen de la Sagrada Familia.
Participación transversal de la comunidad UC
La vicedecana de Teología, Haddy Bello, fue una de las muchas voluntarias que hizo posible que se llevara a cabo esta cena, la cual califica como “inolvidable y muy enriquecedora porque pude hacer algo distinto. Usualmente se nos pide colaborar, una ayuda, entregar algún alimento o dar una caja, pero son participaciones muy externas. No siempre tenemos la posibilidad de encontrarnos con los demás y ponernos personalmente al servicio del otro. Mirar a los ojos a la otra persona y entregar nuestro tiempo, que es muy valioso también. Y pienso que es mucho más enriquecedor el compartir, el interactuar, el dialogar, el mirarnos, que simplemente hacer una donación. Aunque terminé cansada, terminé también con el corazón lleno”.
“Esta nueva iniciativa me pareció increíble”, prosigue la vicedecana. “Espero que se repita el próximo año y ojalá podamos replicarlo en más de un campus, porque realmente hace bien al corazón, hace bien al alma, hace bien a la comunidad. Poder tener la experiencia de acoger también a quienes están solos, a quienes nos recuerdan el sentido de la Navidad que es encontrarnos, que es buscar caminos de diálogo, de unión, de fraternidad, ponernos al servicio de los demás y buscar la paz”.
El académico de la Facultad de Física, Germán Vogel, destacó la participación de distintos estamentos en una misma mesa. “Este evento me parece súper pertinente para la fecha. Que vengan personas en soledad y que puedan estar acompañadas por la gente de la universidad. Me gusta que podamos estar en comunión con la gente de alrededor de la Casa Central y podamos compartir juntos. Es una manera de ayudar entre todos para que estas personas se sientan un poco más acompañadas en estas fechas. Me parece un valor humano universal estar con personas que se encuentran en situación de soledad y acompañarlas en estas fechas”, comentó.
Muchos estudiantes también se animaron a participar y servir, entre ellos Maite González, alumna de Agronomía y Sistemas Naturales, quien explicó su motivación para participar como voluntaria. “Me enteré de esta actividad por recomendación de un amigo que lo vio en las redes sociales. Y, como a mí me gusta harto la Navidad, pensé que podría ser una instancia súper bonita para venir y participar. La Navidad siempre ha sido mi festividad favorita y siento que también es un momento que saca lo mejor de todas las personas. Entonces yo siento que no solamente es una ocasión para dar regalos, sino que también para compartir con la familia y para recordar que todos somos personas y todos podemos ser humildes y gentiles con alguien más al mismo tiempo”, señaló.
Esta colaboración transversal permitió que la cena se viviera como una experiencia comunitaria, donde la universidad se mostró como un espacio abierto y comprometido con su entorno.
Blanca Brito Ojeda, vecina y participante de la Parroquia La Asunción, valoró el gesto de la universidad. “Que no nos olvidemos nunca del Niño Jesús, que esté en nuestro corazón y no solamente en el pesebre y que eso nos ayude a ayudar al prójimo”, afirmó.
Cada puesto tenía una estrella de cartón en la que los comensales podían escribir un deseo de Navidad y luego colgarla en el árbol. La paz, la salud, la solidaridad, la unión con las familias fueron los deseos que más se expresaron en esta cena. Una cena que recordó a organizadores e invitados las palabras de Cristo sobre los gestos de amor a quienes más lo necesitan: “porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver”. Los justos le responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?”. Y el Rey les responderá: “Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo” (Mt 25, 35-41).
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