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Queridos hermanos:

Continuamos con la catequesis sobre el Padrenuestro, y hoy lo hacemos reflexionando sobre la tercera invocación: «Hágase tu voluntad» que se une a las dos primeras de este tríptico: «sea santificado tu nombre» y «venga tu Reino». Dios siempre toma la iniciativa para salvarnos, y nosotros lo buscamos en la oración, y descubrimos que Él ya nos estaba esperando. Esa es la voluntad de Dios y es lo que pedimos para que se cumpla su plan de salvación.

Como nos dice la primera carta a Timoteo, Dios quiere que todos los hombres se salven. Por tanto, cuando pedimos a Dios «hágase tu voluntad» quiere decir que no nos resignamos a un destino que no conocemos ni compartimos, sino que confiamos en Él, como nuestro Padre, que desea para nosotros el bien y la vida. Las insidias del mundo, que llenan de obstáculos este proyecto, son vencidas por la fuerza de una oración que pide, como el profeta, cambiar las espadas en arados y las lanzas en podaderas.

Si rezamos es porque creemos que estas realidades de destrucción y muerte, pueden ser transformadas en instrumentos para generar fecundidad y vida. Dios tiene un proyecto para cada uno de nosotros, y confiando en Él, nos abandonamos en sus manos también en el momento de la prueba, seguros de que escucha nuestro grito y nos hará justicia sin tardar.

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Saludos:

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y de América Latina, de modo particular a la Fundación Manos Unidas de España que, desde el compromiso cristiano en su campaña contra el hambre, busca cumplir la voluntad de Dios para que a nadie falte el pan cotidiano ni lo necesario en sus vidas. Pidamos al Señor que nuestro testimonio y nuestra oración, sean el revulsivo para que todos los hombres lleguen al conocimiento de la verdad y se salven. Que Dios los bendiga a todos. Muchas gracias.


Fuente: Vaticano

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