Ver índice de catequesis sobre el Padre Nuestro


Queridos hermanos:

Continuamos con la catequesis del Padre nuestro, y hoy nos fijamos en el contexto donde el evangelista Mateo coloca esta oración, que es el discurso de la Montaña. Ese relato que comienza con las bienaventuranzas resume la enseñanza de Jesús y se abre precisamente invirtiendo las categorías humanas corrientes, llamando dichosos a unas personas que ni entonces ni ahora tenían gran prestigio en la sociedad, pero que son capaces de amar, de trabajar por la paz y, por ello, de ser constructores del reino.

La ley llega a su cumplimiento en el mandato del amor y del amor a los enemigos, de ese amor que Dios nos enseña y que lleva hasta las últimas consecuencias. Nosotros somos hijos de ese Dios, no superhombres capaces de lo que nadie puede hacer; al contrario, somos tan pecadores como los demás, pero podemos ponernos delante de la zarza ardiente del misterio divino y llamarle Padre, dejándonos renovar por su potencia y reflejar un rayo de su bondad en este mundo sediento de bien.

Y en este contexto se encuadra la enseñanza del Padre nuestro. Dios no quiere ser “amansado” con largas retahílas de adulaciones, como hacían los paganos para captar la benevolencia de la divinidad; basta hablarle como a un padre que sabe lo que necesitamos antes incluso de decírselo. Del mismo modo, la oración no es un acto hipócrita, ateo, que no tiene otro interés que ser admirados por los demás. El único testigo de la oración cristiana es la propia conciencia, pues es un diálogo íntimo con el Padre que nos ama.

Continuar a la próxima catequesis

Volver a la anterior


Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en modo particular a los grupos provenientes de España y América –veo mexicanos por allá atrás, ¿no?–. Los animo a que mantengan siempre abierto ese canal de comunicación con Dios, pues él los ama, los espera y no quiere nada más que darles su amor. Les deseo a ustedes y a sus familias un año nuevo lleno de la cercanía y de la ternura de Dios. Muchas gracias.


Fuente: Vaticano

Últimas Publicaciones

Un Evangelio floreciente en tierras lejanas es lo que nos ha mostrado el Viaje Apostólico de Francisco a Asia y Oceanía, el más largo de todo su pontificado y que concluye hoy en Singapur. Sus encuentros, llenos de fraternidad y compasión, han hecho relucir la multitud de colores y formas que adquiere la fe, recordando la universalidad de la Iglesia y el deseo de Cristo de llegar a todos los rincones del mundo.
Con poco más de 22 millones de habitantes, Burkina Faso es un país de África occidental que se encuentra entre las naciones con peor calidad de vida del mundo. La tragedia del sábado recién pasado se suma a la seguidilla de atentados –frecuentes e invisibilizados– de las últimas décadas.
Revistas
Cuadernos
Reseñas
Suscripción
Palabra del Papa
Diario Financiero