En aquel amanecer de diciembre de 1531 se producía el primer milagro que luego será la memoria viva de todo lo que este Santuario custodia. En ese amanecer, en ese encuentro, Dios despertó la esperanza de su hijo Juan, la esperanza de un pueblo. En ese amanecer, Dios despertó y despierta la esperanza de los pequeños, de los sufrientes, de los desplazados y descartados, de todos aquellos que sienten que no tienen un lugar digno en estas tierras. En ese amanecer, Dios se acercó y se acerca al corazón sufriente pero resistente de tantas madres, padres, abuelos que han visto partir, perder o incluso arrebatarles criminalmente a sus hijos.

Así logra despertar algo que él no sabía expresar, una verdadera bandera de amor y de justicia: en la construcción de ese otro santuario, el de la vida, el de nuestras comunidades, sociedades y culturas, nadie puede quedar afuera. Todos somos necesarios, especialmente aquellos que normalmente no cuentan por no estar a la «altura de las circunstancias» o por no «aportar el capital necesario» para la construcción de las mismas. El Santuario de Dios es la vida de sus hijos, de todos y en todas sus condiciones, especialmente de los jóvenes sin futuro expuestos a un sinfín de situaciones dolorosas, riesgosas, y la de los ancianos sin reconocimiento, olvidados en tantos rincones. El santuario de Dios son nuestras familias que necesitan de los mínimos necesarios para poder construirse y levantarse. El santuario de Dios es el rostro de tantos que salen a nuestros caminos…

Ella nos dice que tiene el «honor» de ser nuestra madre. Eso nos da la certeza de que las lágrimas de los que sufren no son estériles. Son una oración silenciosa que sube hasta el cielo y que en María encuentra siempre lugar en su manto. En ella y con ella, Dios se hace hermano y compañero de camino, carga con nosotros las cruces para no quedar aplastados por nuestros dolores.

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Este segundo semestre, la Dirección de Pastoral y Cultura Cristiana UC desarrolló diversas actividades que promovieron la solidaridad, la esperanza y el cuidado de la creación. Destacaron el Mes de la Solidaridad, el XII Concurso de Investigación para estudiantes, una residencia artística en Ayquina, celebraciones litúrgicas, misiones sustentables, y el lanzamiento del proyecto Redes. En noviembre se celebraron sacramentos, comenzó el Mes de María y las convocatorias para la campaña de Navidad.
Como establece la Declaración de la ONU, todo individuo tiene no solo el derecho a la libertad de religión, sino también el derecho a vivir su fe pública y privadamente, de acuerdo con sus creencias. Sin embargo, el auge de los autoritarismos, el terrorismo yihadista y las guerras, están asfixiando este derecho fundamental: casi dos tercios de la humanidad vive en países sin libertad religiosa.
La publicación de Mater Populi fidelis , Nota doctrinal del Dicasterio para la Doctrina de la Fe sobre algunos títulos marianos referidos a la cooperación de María en la obra de la salvación (4 de noviembre de 2025), representa un momento de particular importancia para la vida de la Iglesia.
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