El testimonio de la Iglesia que vive en la periferia —muchas veces minoritaria, pobre o perseguida— estará presente en el Cónclave, a través de Cardenales que encarnan esa fe resistente. Su mirada y experiencia serán un aporte clave en el discernimiento del futuro de la Iglesia.
Foto de portada: “El nombramiento de Marengo como cardenal en 2022 y la decisión papal de visitar Mongolia al año siguiente, demuestran la importancia que daba el Papa a atender a las “periferias”, a las comunidades alejadas de los centros de poder”. En la imagen, el Papa Francisco en Mongolia junto al Cardenal Giorgio Marengo. ©Archivo ACN
El Papa Francisco fue luchador incansable por la libertad religiosa y los cristianos oprimidos. Su defensa a los perseguidos por su fe no fue solo de palabra, sino también con un testimonio coherente y comprometido. En 2021 se convirtió en el primer Papa en visitar Irak para acompañar a los cristianos que sufrieron la terrible ocupación del Estado Islámico entre 2014 y 2017. Pero su cercanía ya la había manifestado antes de su visita, alzando sin cesar la voz para que el mundo supiera lo que ocurría con ellos. También hizo gestos concretos de ayuda. En 2016, un regalo personal suyo financió la asistencia médica a los cristianos desplazados por los yihadistas de la llanura de Nínive. Un año después autografió un Lamborghini donado y lo cedió para que se subastara. Un tercio de lo recaudado se destinó a los cristianos de Irak y lo restante fue para otras obras de caridad.
Francisco fue también un Papa de las periferias. En 2023, cuando su salud ya no lo acompañaba, emprendió un viaje de miles de kilómetros para visitar a una pequeña comunidad de 1.500 católicos en Mongolia. Y así podemos seguir recordando los innumerables gestos que tuvo Francisco con los cristianos perseguidos o que viven en la periferia. Y ese sello está plasmado en el cuerpo cardenalicio que elegirá a su sucesor.
Son 135 los cardenales con derecho a voto. De ellos, 108 fueron nombrados por Francisco. Algunos de ellos provienen de países que nunca habían tenido representación en un cónclave, como Mongolia, Irán, Albania y Timor Oriental.
“La presencia de estos Cardenales de la Iglesia perseguida no es solo simbólica: ellos llevan la voz de quienes viven su fe en medio de la persecución. Representan un cristianismo probado por el sufrimiento, pero firme en la esperanza; una Iglesia que no responde con odio, sino con diálogo, perdón y fidelidad”.
De las estepas mongolas a Roma
Cuando fue creado Cardenal en 2022, Giorgio Marengo tenía 47 años. En ese momento se convirtió en el prelado más joven del colegio cardenalicio. Pero también ostentaba otro récord: su comunidad asciende a 1.500 personas, que viven desperdigadas por las inmensas estepas de Mongolia. Llegó a ese país a los 27 años, una década después del arribo de los primeros tres misioneros a ese país, donde no había católicos. Como joven sacerdote, el Cardenal Marengo vivió la misma experiencia. Así lo recuerda:
Tuve la gracia de involucrarme personalmente en la fundación de una nueva misión, una zona del país donde la Iglesia nunca había estado presente. Empezamos en una zona a 430 kilómetros al suroeste de la capital, hacia el desierto de Gobi, y en una situación rural, en la capital de una región. Iniciamos una presencia desde cero... Y cuando el Santo Padre me pidió en 2020 que me convirtiera en obispo y prefecto apostólico, teníamos allí unas cuarenta personas locales que a lo largo de los años habían abrazado la fe, y habían recibido el bautismo. Así que en estos años pasados en Arvaiheer –este es el nombre del pueblo donde estuvimos– tuve la gran gracia de presenciar los primeros pasos en la formación de una comunidad cristiana donde nunca la había habido. Y esta gracia verdaderamente grande marcó mucho mi experiencia.
El nombramiento de Marengo como cardenal en 2022 y la decisión papal de visitar Mongolia al año siguiente, demuestran la importancia que daba el Papa a atender a las “periferias”, a las comunidades alejadas de los centros de poder. En estos días, esta comunidad católica pequeña en número, pero grande en su fe, está representada en el Cónclave a través del Cardenal Marengo, quien encarna la vida de sacrificio de los misioneros y fieles de ese país. Un mensaje y testimonio que podría resonar en el Cónclave, recordando la fuerza silenciosa pero fecunda de las periferias, donde la fe florece lejos de los titulares de los medios de comunicación, sostenida por la entrega generosa de quienes lo han dado todo por Cristo.
Fe, diálogo y encuentro
Desde Irán, otro país donde los católicos son minoría (sólo hay 2.000 católicos latinos en una población de 90 millones de personas), proviene el Cardenal Dominique Joseph Mathieu. Cuenta con cinco religiosas y solo tres ayudantes: dos en su oficina y uno en las tres parroquias de la ciudad. Ha dicho que
Puedo desplazarme por el Gran Teherán. Para ir a Ispahán, en el centro del país, donde hay dos monjas, o a Tabriz, en el noroeste, donde tenemos una iglesia, tengo que anunciar mi llegada a las autoridades. La persona que me recibe también tiene que hacer lo mismo… Estoy bastante solo, pero no me siento aislado porque la presencia espiritual de mis hermanos es real. La fraternidad es algo que he descubierto a lo largo del camino.
Este franciscano belga, primer Cardenal de Irán, comparte con otros purpurados creados por Francisco la misión de acompañar a un pequeño rebaño, en medio de naciones mayoritariamente musulmanas, donde el esfuerzo de crear puentes de diálogo y encuentro en la sociedad son parte fundamental de su labor.
Bien lo sabe el Cardenal iraquí Louis Raphael Sako, quien recordaba el gran aporte del Pontífice a la defensa de la libertad religiosa para los cristianos que viven en lugares de persecución o discriminación:
(El Papa Francisco) Comprendía el mundo musulmán y llevaba adelante el diálogo de manera concreta con sus visitas a los países árabes. Recuerdo en particular el Documento sobre la fraternidad firmado en Abu Dabi en 2018 junto con el Gran Imán Ahmed al Tayyeb y la visita al Gran Ayatolá Ali al-Sistani en la ciudad de Nayaf, Irak. El Papa Francisco volvió a decir que todos somos hermanos. Condenó el extremismo. Renovó la Iglesia.
En Pakistán los cristianos enfrentan la misma problemática que en Irak: son una minoría, muchas veces víctima de la persecución por parte de grupos fundamentalistas. En medio de esta situación, el Cardenal Joseph Coutts no ha cesado de trabajar por defender los derechos de las minorías religiosas y propiciar espacios de encuentro. De hecho, este año recibió por parte del presidente del país el premio “Tamgha-i-Imtiaz”, una de las más altas distinciones nacionales, por su destacada labor en el diálogo interreligioso, la promoción de la armonía, la defensa de los derechos de las minorías y su contribución al bienestar social de Pakistán.
La presencia de representantes de esta Iglesia que sufre, que trabajan incansablemente por el encuentro y el diálogo entre todas las personas, junto con el acompañamiento cercano a comunidades que viven en condiciones de gran dificultad, constituye un testimonio silencioso pero elocuente. Su presencia en el Cónclave podría ser un mensaje más sobre la importancia de una Iglesia que no teme acercarse al dolor y tender puentes.
Los Cardenales de la Iglesia perseguida
El Cardenal Nakellentuba Philippe Ouedraogo, arzobispo retirado de Uagadugú, viene de un país que tiene casi la mitad de su territorio en manos de grupos yihadistas. Los atentados se suceden a diario. “¿Cómo podemos dar testimonio del amor y la misericordia de Dios ante el terrorismo asesino que hunde en la desesperación la vida cotidiana de hombres y mujeres, víctimas directas o indirectas de esta violencia injusta e inútil? Nuestra respuesta al Kalashnikov es la oración”, es una de sus frases más conocidas.
Mons. Ouedraogo es reconocido en Burkina Faso y en el continente africano por tener siempre como centro la búsqueda de la fraternidad humana. “Debemos comprometernos a hacer todo lo posible para derribar los muros del odio, la hostilidad, la incomprensión, el extremismo, la violencia y los asesinatos, y construir puntos de entendimiento mutuo, tolerancia, fraternidad y amor”.
Con valentía, no sólo ha denunciado la persecución que vive la comunidad cristiana. También ha sido un firme defensor de los pobres y marginados, abordando problemas de desempleo, injusticia y pobreza.
El Cardenal Peter Ebere Okpaleke, obispo de Ekwulobia en Nigeria, también sufre por la situación de los cristianos en su país, marcada por la pobreza, la violencia y la persecución de grupos islamistas. En conversación con Vatican News, pocos días después de que conociera su nombramiento como Cardenal en 2022, al reflexionar sobre la Iglesia en Nigeria, destacaba que su principal desafío es “vivir fiel a su responsabilidad primordial de dar testimonio de la vida de Jesucristo y de su verdad y amor transformadores”.
La presencia de estos y otros Cardenales de la Iglesia perseguida no es solo simbólica: ellos llevan la voz de quienes viven su fe en medio de la persecución. Representan un cristianismo probado por el sufrimiento, pero firme en la esperanza; una Iglesia que no responde con odio, sino con diálogo, perdón y fidelidad. En un mundo marcado por la polarización y la violencia, su testimonio es un llamado a volver al centro del Evangelio: el amor que no teme dar la vida.
Un apasionado por la paz y la libertad religiosa
Durante un Ángelus dominical en 2018, en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco encendió una vela que había sido elaborada por quienes recibieron ayuda de la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) en Siria. “Que estas llamas de esperanza ahuyenten las tinieblas de la guerra”, dijo entonces el Papa. “Recemos, y ayudemos a los cristianos a seguir siendo testigos de misericordia, perdón y reconciliación en Medio Oriente”.
En agosto y septiembre de 2019, el Papa Francisco recibió algunas delegaciones de ACN. Bendijo 6.000 rosarios y un icono, parte de una iniciativa pastoral de ACN junto con iglesias locales de Siria para llevar consuelo a los afligidos familiares de las víctimas de la guerra.
“En innumerables discursos, el Papa Francisco se ha posicionado a favor de los cristianos perseguidos, de los derechos humanos y de la libertad religiosa. Cada una de estas declaraciones, cada oración, cada gesto atento reconfortó a nuestros socios del proyecto y les devolvió su dignidad. Por ello estamos eternamente agradecidos”, manifestó la presidenta de ACN Internacional.
El Papa Francisco también habló sin tapujos de una discriminación “educada” y oculta hacia los cristianos, que se extiende cada vez más en Occidente, dijo Lynch. “Agradecemos al Santo Padre este valiente análisis. Debería incitarnos a proteger los valores comunes que son sagrados para los creyentes de todas las religiones”.
Durante los doce años de su pontificado, el Papa Francisco presenció un trágico aumento de las guerras y la violencia, especialmente en África, Medio Oriente y, más recientemente, en Ucrania desde febrero de 2022. En su reflexión sobre la situación global, que él mismo describió como una “tercera guerra mundial combatida a trozos”, apeló incansablemente a la conciencia de los poderosos, a la oración de los simples creyentes y a la intercesión de la Virgen María.
ACN llora a un mensajero del diálogo, del encuentro y de la misericordia. Que Dios le recompense por su fiel servicio. Continuaremos la misión del Papa Francisco, que en sus viajes suele poner en el centro a la ‘gente de las periferias de la sociedad’ y, como fundación pontificia, nos ponemos a disposición del futuro Santo Padre, como hemos hecho desde el inicio de nuestra labor.
Más información sobre los cristianos perseguidos en el mundo en www.acn-chile.org