El editor de esta publicación de cuatro tomos presenta este artículo que abarca la relevancia de los comentarios bíblicos para comprender a cabalidad la obra teológica del Aquinate; la centralidad del Libro de los Salmos, entre todos los libros del Antiguo Testamento, en la estimación de santo Tomás; y la extensión y la profundidad del cultivo de los estudios bíblicos tomistas en nuestro tiempo.

La Sagrada Escritura está en el centro del corazón del cristiano, junto a la Eucaristía. Es, por ello, importante aprender a leerla como una obra cuyo autor principal es Dios, aunque sus autores inmediatos hayan sido seres humanos. Los mejores maestros en este tipo de lectura son los Padres de la Iglesia. Pero santo Tomás recogió y sintetizó sus enseñanzas, y las complementó con el conocimiento de su época. Es decir, entre otras cosas, con una filosofía y una teología que habían alcanzado una madurez por la que pueden bien llamarse “clásicas”. Por esta razón, hacerse discípulo del Aquinate para escuchar la voz del Espíritu Santo que habla en las páginas de la Biblia es una manera, no de resolver todos los posibles problemas que plantea la crítica textual, pero sí de efectivamente recibir lo más esencial que ofrece esa lectura.

Para facilitar este discipulado a los hispanohablantes, Gonzalo Letelier, con gran visión, se propuso traducir al castellano en el Centro de Estudios Tomistas de la Universidad Santo Tomás los comentarios al Antiguo Testamento, y me pidió a mí que emprendiera la primera de estas tareas, el Comentario al Libro de los Salmos. Al salir Gonzalo del Centro, Ignacio Serrano, que lo reemplazó, comprendió la importancia del proyecto y le dio todo su apoyo. El año pasado acabamos felizmente este trabajo, tras unos ocho años de haberlo comenzado. Al iniciarlo, yo conocía algo de su importancia, pero solo después comprendí mucho más profundamente los siguientes tres aspectos: (a) la relevancia de los comentarios bíblicos en general para comprender a cabalidad la obra teológica del Aquinate; (b) la centralidad del Libro de los Salmos, entre todos los libros del Antiguo Testamento, en la estimación de santo Tomás; y (c) la extensión y la profundidad del cultivo de los estudios bíblicos tomistas en nuestro tiempo.

Hacerse discípulo del Aquinate para escuchar la voz del Espíritu Santo que habla en las páginas de la Biblia es una manera, no de resolver todos los posibles problemas que plantea la crítica textual, pero sí de efectivamente recibir lo más esencial que ofrece esa lectura.

A Enrique Alarcón encargamos por fortuna escribir la introducción del primer tomo y dirigir su presentación pública en Chile. Enrique redactó un texto excelente y concibió el plan de vincular a algún miembro de las escuelas del tomismo bíblico contemporáneo con cada uno de los otros tomos. Fue así como el padre Piotr Roszak, polaco, escribió la introducción al segundo tomo; Matthew Levering, estadounidense, la introducción al tercer tomo; y Jörgen Vijgen, belga, la introducción al cuarto tomo. Estas cuatro piezas tienen un enorme valor. En las páginas que siguen voy a presentar los tres aspectos antes señalados, y voy a usar esas cuatro introducciones como mi fuente principal. Cerraré esta breve nota con (d) una reflexión sobre la principal enseñanza que se puede obtener, en mi opinión, de la lectura cuidadosa del Comentario al Libro de los Salmos.

(a) La relevancia de los estudios bíblicos en general para comprender a cabalidad la obra teológica del Aquinate 

Hasta bien entrado el siglo XIII, los Maestros de Teología de la Universidad de París eran Magistri in Sacra Pagina y se dedicaban a comentar la Escritura, introduciendo en esa tarea las cuestiones disputadas, que se independizaban hasta cierto punto del texto. Solo el éxito de las Sentencias de Pedro Lombardo introdujo el estudio sistemático de la teología, pero aun entonces se entendía que ese estudio era propio de los principiantes, pues los Maestros debían comentar la Escritura. Así se comprende que santo Tomás afirme que la Suma teológica es un texto escrito para quienes comienzan a estudiar la teología:

Tomás es teólogo porque expone el sentido auténtico, divino, de las Sagradas Escrituras. En el proemio a los Salmos no distingue entre teología bíblica y teología sistemática, sino entre ‘la Sagrada Escritura y las otras ciencias’, a saber, las ciencias humanas. El saber teológico es el que toma como premisa la ciencia divina expresada en la Escritura y expuesta magisterialmente en continuidad con la tradición apostólica [1].

La razón de estos aspectos que resaltan Alarcón y Levering es clara: la ciencia teológica es ciencia subalternada a la ciencia divina. Los principios de aquella se reciben del Maestro por antonomasia y de otros maestros, los santos, que han contemplado y conocen su verdad.

Del mismo modo, en el inicio mismo de la Suma teológica puede verse que toma como equivalentes la sacra doctrina (la ciencia teológica) y la Sagrada Escritura[2]. Matthew Levering cita a Martin Huber y a JeanPierre Torrell para mostrar que entre la Suma teológica y la Suma contra los gentiles se contienen 25.000 citas bíblicas, y lógicamente la mayoría de ellas en la primera de las obras. Levering se percató de que solo hay tres libros, hasta donde él puede alcanzar, que no son citados en la Summa theologiae (Abdías, Sofonías y Ageo), y en la parte moral de la Summa (la Secunda) este autor contó que se citan 603 de los 1.074 capítulos del Antiguo Testamento. Esta segunda constatación la presenta como un complemento a la obra de Servais Pinkaers, que intenta rescatar el enfoque bíblico y patrístico de la moral católica[3].

La razón de estos aspectos que resaltan Alarcón y Levering es clara: la ciencia teológica es ciencia subalternada a la ciencia divina. Los principios de aquella se reciben del Maestro por antonomasia y de otros maestros, los santos, que han contemplado y conocen su verdad. Y se reciben por medio de la Revelación, cuyo depósito es la Escritura, iluminada por la Tradición. Es por esa razón que una obra dirigida no a discutir con los filósofos gentiles (que aceptan solo la autoridad de la razón natural), sino a exponer la doctrina sagrada, invoca como argumentos de autoridad, en sus sed contra, principalmente pasajes de la Sagrada Escritura, cuyo sentido penetra con toda la fuerza de su racionalidad, como una Fe que busca el entendimiento.

Como esto es así, los comentarios bíblicos del Aquinate cobran una importancia crucial, pues el fundamento de la teología tomista se encuentra en su comprensión de la Escritura. Esta me parece una de las razones por las que ha surgido una fuerte escuela de tomismo bíblico, como una exploración de ese fundamento. Pero otra razón corre, en cierta forma, en una dirección opuesta: no va de la obra teológica hacia la Escritura, sino viceversa, de la Escritura hacia la obra teológica. La recuperación de la exégesis bíblica tomista lleva a resucitar la vida cristiana, sometida por largo tiempo a una exégesis estéril y pseudocientífica, fundada en prejuicios que presuponen una filosofía materialista o una pobre teología natural. Esta segunda corriente encuentra la savia adecuada para reanimar la Fe en la profunda asimilación de la Palabra de Dios que anima a los comentarios tomistas, y desde allí se dirige al monumental edificio de la teología especulativa del Aquinate.

La recuperación de la exégesis bíblica tomista lleva a resucitar la vida cristiana, sometida por largo tiempo a una exégesis estéril y pseudocientífica, fundada en prejuicios que presuponen una filosofía materialista o una pobre teología natural.

(b) La centralidad del Libro de los Salmos, entre todos los libros del Antiguo Testamento, en la estimación de santo Tomás. Sentidos y técnicas interpretativas del comentario tomista

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Entre todos los libros del Antiguo Testamento, el de los Salmos quizá sea el más citado en la obra teológica de santo Tomás de Aquino[4]. Hay varias razones para esta predilección. Me parece que una reside en que contiene en sí toda la doctrina de la Sagrada Escritura, también del Nuevo Testamento, de una manera tan clara que santo Tomás llega a decir que parece Evangelio y no simplemente profecía[5]. Jörgen Vijgen ilustra esto con un dato interesante: “un tercio de las citas del Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento provienen del Libro de los Salmos[6].

Pero es que, además, en segundo lugar, el Libro de los Salmos constituye la columna vertebral de la oración litúrgica. Como dice Vijgen,

la práctica de rezar y cantar los Salmos se convirtió en una parte importante de la vida cristiana. Benito de Nursia figura como un personaje crucial, pues en su visión de la vida monástica y litúrgica, plasmada en la Regla, asigna un lugar central a los Salmos. Los primeros comentaristas cristianos a menudo han señalado que no solo encontraron atractivo el contenido del Libro de los Salmos, sino también su efecto emocional. Ambrosio comenta que, aunque cada parte de la Sagrada Escritura exhala la gracia (gratiam) de Dios, el Libro de los Salmos es especialmente dulce (dulcis) porque, mientras otras figuras bíblicas como Moisés ocasionalmente alaban a Dios con canciones, fue David el elegido por Dios para hacerlo continuamente en un libro entero. Juan Crisóstomo señala: ‘…nada excita el alma, le da alas, la libera de la tierra, la libera de la prisión del cuerpo, le enseña a amar la sabiduría y a condenar todas las cosas de esta vida, como una melodía concordante y una canción sagrada compuestas en ritmo’[7].

Santo Tomás también fue movido hondamente por la poesía de este libro. He aquí un testimonio parcial:

Uno de sus primeros biógrafos, Guillermo de Tocco, reporta: ‘uno a menudo lo veía cantando el verso del Salmo durante las Completas en Cuaresma, “no me rechaces ahora en la vejez; me van faltando las fuerzas, no me abandones” (Sal 70, 9), embelesado y consumido por la piedad, con lágrimas que parecían brotar de los ojos del alma piadosa corriendo por su rostro’[8].

En esta misma línea debe observarse que en la Orden Dominica “la recitación pública y comunitaria del Oficio Divino […] forma parte del apostolado”, y en el Oficio “los Salmos ocupan un lugar sustancial”[9]. Pero, en tercer lugar, el Aquinate veía en los Salmos “un soliloquio, ‘conversación del hombre con Dios uno a uno, o hablando solo dentro de sí mismo, porque eso le conviene a quien alaba y a quien reza’”[10].

Nada tiene de extraño, por tanto, que santo Tomás haya emprendido la obra de comentar el Libro de los Salmos. Al hacerlo, recibió toda la riqueza de sentidos que había descubierto la Patrística en la Escritura, y desplegó una batería de técnicas que vale la pena examinar brevemente y que el padre Piotr Roszak exploró en su “Introducción” al tomo II.

Nada tiene de extraño, por tanto, que santo Tomás haya emprendido la obra de comentar el “Libro de los Salmos”. Al hacerlo, recibió toda la riqueza de sentidos que había descubierto la Patrística en la Escritura, y desplegó una batería de técnicas que vale la pena examinar brevemente (…)

En cuanto a los sentidos, Roszak muestra que se dividen en literal y espiritual, y este puede ser alegórico o místico, moral y anagógico, y recuerda el conocido adagio: littera gesta docet, quod credas allegoria, moralia quod agas, quo tendas anagogia[11]. El sentido literal no se opone al sentido metafórico, sino al espiritual; y el espiritual es exclusivo de Dios, porque Él puede usar no solo las palabras, sino también las cosas para revelarse a nosotros. Nuevamente, el sentido literal es el que el autor quiso darles a las palabras, bien sea el autor humano cuando este “es consciente de que transmite la palabra inspirada” (en cuyo caso se trata del “sentido literal proprius y principalis”), o bien sea por el Espíritu Santo solo (en cuyo caso “se trata de un sentido literal per adoptionem”). Toda exégesis debe partir del sentido literal, pero debe llegar al sentido espiritual, y luego volver al literal, enriqueciéndolo[12]

En cuanto a las técnicas, Roszak identifica las siguientes: (1) al iniciar el comentario de cada Salmo, santo Tomás hace una pequeña introducción y luego explica el título. Sobre este, “Tomás intenta descubrir su significado originario, histórico, y al mismo tiempo su sentido profundo, para preparar de esta forma su exposición principal”. (2) Divisio textus: “La división introductoria del texto bíblico, en sus planos general (todo el libro) y particular (cada Salmo), caracteriza decisivamente la estructura propia del comentario escolástico, que se suele describir como commentarius continuus y anuncia el modo de proceder junto con la estructura de la exposición. En este tipo de comentario, la variedad de módulos y formas simples utilizadas para la explicación del texto, verso tras verso, está sujeta a la decisión sobre la divisio textus particularis. Se trata de conseguir una visión global del texto gracias a todas sus referencias temáticas y de operar con los módulos pequeños del texto bíblico”. (3) Glosa: “es un elemento principal del comentario […] normalmente una corta sentencia, y el objetivo: explicar un término o frase proponiendo una interpretación”. (4) Notae: “su principal objetivo era atraer la atención a un detalle que merecía ser tratado más profundamente. El exégeta medieval las introducía (aunque no siempre) con las fórmulas notandum est (observación), nota, o quod sciendum est (debe ser conocido). Su importancia radicaba en introducir una novedad interpretativa, fuera espiritual o literal”. (5) Quaestiones: no se parecen por su extensión a las de las obras teológicas sistemáticas, pues son breves, pero cumplen con el objetivo de resolver la duda que surge durante la lectura gracias a la ‘conversación’ […] con otras posturas. Al leer Super Psalmos se puede tener la impresión de que la lectura de Tomás consiste en hacer pregunta tras pregunta: unas veces es el intérprete quien pregunta al texto, otras el texto interpela al lector y otras más son los diferentes intérpretes quienes se plantean una cuestión. No obstante tal diversidad, Tomás consigue con esto un comentario disciplinado, ordenado y sistemático[13].

(c) Representantes contemporáneos del tomismo bíblico 

Mi intención con este apartado no es entregar una visión panorámica completa, sino facilitar a los estudiantes de la Biblia un puñado de nombres de autores que ellos podrían contactar para conectarse con el amplio movimiento internacional del tomismo bíblico. En su “Introducción” al Tomo I del Comentario al Libro de los Salmos, el profesor Enrique Alarcón afirmó que

desde mediados del siglo XX se publicaron sucesivas historias de la exégesis bíblica medieval que ayudaron a redescubrir esta importante faceta de la Historia de la Teología. El movimiento coetáneo de retorno a las fuentes bíblicas y patrísticas coadyuvó a que, desde los años setenta, comenzasen a publicarse con frecuencia creciente estudios sobre los comentarios de santo Tomás a la Escritura. La eclosión, en línea con el auge de los estudios tomistas en los últimos veinte años, llegó con el nuevo milenio[14].

Son muchos los autores y son muchos los contextos nacionales en los que ha cristalizado el estudio del aspecto bíblico de la obra de Tomás de Aquino, o, como se suele decir, el “tomismo bíblico”. Enrique Alarcón mismo es en España uno de sus representantes. Y en la lista bibliográfica con que acaba su citada “Introducción”, nos da varios otros nombres y títulos españoles o hispanoamericanos: en primer lugar, El comentario de santo Tomás de Aquino al Salmo 50 (51). Traducción y estudios. Piotr Roszak (editor), Cuadernos del Anuario Filosófico, Serie Universitaria: 236, Universidad de Navarra, Pamplona, 2011. En segundo lugar, Abelardo Lobato Casado, José Loza Vera, Juan Carlos Ossandón Widow, entre otros.

Todos los autores de las “Introducciones” reconocen las importantes contribuciones de Martin Morard a la edición y comentario de los estudios bíblicos tomistas en general, y en particular del Comentario al Libro de los Salmos[15]. También destacan la obra de Jean Pierre Torrell. Nosotros mismos nos hemos beneficiado de la traducción y edición francesa de esta obra que llevó a cabo Jean-Éric Stroobant de Saint Eloy. Muchos se han beneficiado no poco de los estudios de Gilbert Dahan, que abarcan los comentarios bíblicos de santo Tomás, pero se extienden en general a todos los comentarios bíblicos medievales. Estos nombres permiten percibir que hay una fuerte corriente francesa de estudios, bien sea bíblicos inspirados en la escolástica en general o en santo Tomás en particular; o bien sea históricos, concernientes a los comentarios bíblicos medievales.

También en Bélgica hay importantes estudiosos, y debemos mencionar a Jörgen Vijgen, el autor de la “Introducción” al cuarto tomo, y su maestro, Leo Elders. En Polonia está trabajando el P. Piotr Roszak, autor de la “Introducción” al Tomo II del Comentario al Libro de los Salmos, y está expandiendo la escuela en ese país. He aquí algunos nombres: Mirosław Mróz, Michał Mrozek, OP, y Tomasz Stępień. Hay también representantes en Italia, tales como Inos Biffi, Laura Carnevale, el p. Piero Coda, Carmelo Pandolfi, Francesco Santi y Agostino Selva. 

El país con cuyos thomistic biblical scholars tengo yo más contacto es los Estados Unidos. Existe allí un fuerte movimiento en esta dirección. Voy a mencionar a unos pocos autores. En primer lugar, Matthew Levering, el autor de la “Introducción” al Tomo III. Añadamos: Joseph Arias, Mark Jordan, John Baptist Ku, y Thomas Ryan. Father Thomas Joseph White es probablemente más bien un teólogo sistemático, pero también ha realizado trabajos excelentes en el área del tomismo bíblico, y su cristología está muy apegada al estudio de la Escritura. Debo concluir mencionando el esfuerzo que se ha hecho en DeSales University, bajo la coordinación de Stephen Loughlin, por traducir al inglés el Comentario al Libro de los Salmos[16].

(d) La principal lección que se puede obtener de la lectura del Comentario al Libro de los Salmos 

comentario al libro de los salmos portada

Para cerrar estas líneas, quiero invitar a los lectores a leer la edición que hemos preparado. Como todo autor de una obra tan vasta, sé que tiene errores y espero corregirlos para una edición digital en los próximos años, sin urgencias. Pero tal como está, con el texto latino en la página opuesta, con las notas sobre el texto de los Salmos y su comentario, con las excelentes introducciones, es una herramienta muy buena para penetrar en la lectura de la Biblia como obra del Espíritu Santo y comprender la concatenación profunda y la mutua iluminación que existe entre el Antiguo y el Nuevo Testamentos. Realmente es el Espíritu de Dios el que “habló por los profetas”.

[esta edición] es una herramienta muy buena para penetrar en la lectura de la Biblia como obra del Espíritu Santo y comprender la concatenación profunda y la mutua iluminación que existe entre el Antiguo y el Nuevo Testamentos. Realmente es el Espíritu de Dios el que “habló por los profetas”.

No se pueden comprender en plenitud los tesoros preciosísimos que encierra esta Obra Maestra de la historia del Amor sobrenatural de Dios por el hombre, la Biblia, si no se ve en el Calvario el cumplimiento del protoevangelio del Génesis, la perfección de todos los sacrificios de la Antigua Ley, la liberación de la verdadera opresión ejercida por el pecado y el demonio, y, sobre todo, el cumplimiento de esas profecías contenidas en el Libro de los Salmos que no se cumplen en las historias de los Reyes del antiguo Israel, sino en el Mesías prometido. El texto más impresionante de los Salmos en este sentido es el Salmo 21; y el comentario más claro de santo Tomás es el que se refiere a ese Salmo en el tomo II de esta traducción. Copiaré aquí un fragmento:

Como se ha dicho arriba, igual que en los otros profetas, también aquí se trata de algunas cosas entonces presentes en cuanto eran figura de Cristo, y que pertenecían a la profecía misma. Y, por ello, en ocasiones se dicen cosas que atañen a Cristo, que exceden como el alcance de las historias.

Es decir, como se explica en la Suma teológica y como hemos apuntado al hablar de los sentidos de la Escritura, Dios usa en la profecía no solo las palabras del profeta, sino también las acciones de los personajes históricos reales, que son o pueden ser figura de otros acontecimientos y, sobre todo, de Cristo. Pero cuando con palabras el profeta se refiere a esas acciones, puede ser que diga cosas que exceden el sentido de las historias, y entonces tenemos señales claras[17] de que se refieren al futuro Mesías. Esto ocurre de manera muy patente en los Salmos y, como decía, sobre todo en el 21. Por eso continúa santo Tomás:

Y, entre otras cosas, especialmente este Salmo trata sobre la Pasión de Cristo. Y por ello este es su sentido literal. Por lo cual, [Cristo] recitó especialmente este Salmo en la Pasión cuando clamó: Helí, Helí lammasabactani, que es lo mismo que Dios mío, Dios mío, [¿por qué me has abandonado?] etcétera, como se inicia este Salmo. Y, por ello, aunque este Salmo se diga en figura de David, sin embargo, especialmente y según la letra se refiere a Cristo. Y en el Sínodo de Toledo fue condenado un cierto Teodoro de Mopsuestia, que exponía este Salmo como referido a David según la letra, tanto por esto como por muchas otras razones. Y por ello ha de exponerse como referido a Cristo[18].

Reflexiónese sobre ello. Debemos abandonar toda interpretación naturalista, que se base en una mala teología natural, en una mala metafísica. Dios es trascendente, Eterno, Omnipotente y Omnisciente. Nada le impide hablar por medio de la historia efectiva, tanto como por medio de palabras; acerca de lo presente, o acerca de lo futuro.

Pero, además o encima de lo anterior, no se puede comprender el Antiguo Testamento, no es compatible con la Bondad de Dios, si no se descubre que el odio de los israelitas por Babilonia y sus hijos es el odio de la Iglesia hacia el demonio y su simiente, el pecado; si no se cae en la cuenta de que cuando el profeta habla de la destrucción del impío, está o bien anticipando la sentencia de Dios, o bien conformándose a la justicia divina, o bien deseando, como dice santo Tomás, esa venganza pía que obtuvo Esteban de Saulo. Así se dice, por ejemplo, en el comentario al Salmo 53, n. 4 (n. 87307). 

No se penetra en la inmensidad del Amor de Dios si no se descubre que su designio salvador se extiende a todos los hijos de Adán y que la tierra prometida y los bienes prometidos por Dios a su pueblo, los descendientes de Jacob según la carne, son imagen de la Patria y de la Jerusalén celestes, de la gracia y la santidad. Todo esto se enseña en el comentario a los Salmos 46, n. 4; y 43, n. 1, respectivamente.

Debemos abandonar toda interpretación naturalista, que se base en una mala teología natural, en una mala metafísica. Dios es trascendente, Eterno, Omnipotente y Omnisciente. Nada le impide hablar por medio de la historia efectiva, tanto como por medio de palabras; acerca de lo presente, o acerca de lo futuro.

Es vital para los cristianos entrar en la tradición hermenéutica patrística que santo Tomás sintetiza, perfecciona y pone en contacto con la ciencia aristotélica.

Permítaseme ahora resaltar un mérito de esta edición, en lo que se refiere al texto latino. Aún no contamos con la edición crítica que con mucho cuidado está preparando Martin Morard. Y el texto en algunos pasajes aparece corrompido e incierto. Para remediar estos problemas, Enrique y yo usamos la edición francesa de Jean-Éric Stroobant de Saint-Eloy[19], y la contrastamos con el texto que ya teníamos en el Corpus Thomisticum. Con mucho trabajo y con el juicio de Enrique creo que conseguimos un texto bastante confiable. 

Culmino invitando a los lectores a entrar en contacto con la obra de las escuelas del tomismo bíblico, para alimentar la Fe con la savia que viene de su fuerte Raíz, la que desciende de Jesé, Cristo, el Nuevo Adán, Verbo hecho carne, muerto por nuestros delitos y resucitado, maravilla en la que se condensan y se reconcilian la misericordia y la justicia.

Carlos A. Casanova


Notas 

* Santo Tomás de Aquino. COMENTARIO AL LIBRO DE LOS SALMOS, Centro de Estudios Tomistas de la Universidad Santo Tomás-RIL Editores, 1834 págs. Santiago, 2014-2020.
[1] Alarcón, Enrique; “Introducción” al Tomo I, p. 11, en santo Tomás de Aquino, Comentario al Libro de los Salmos. CET-RIL, Santiago, 2014, pp. 9-25.
[2] Cfr. Summa theologiae I q. 1. 
[3] Levering, Matthew; “Introducción” al Tomo III, pp. 13-14, en santo Tomás de Aquino Comentario al Libro de los Salmos
[4] Matthew Levering ha determinado que en la Secunda Pars de la Summa theologiae los Salmos son citados 319 veces y el siguiente libro veterotestamentario más citado es Deuteronomio, del que hay 223 citas. Cfr. “Introducción”, p. 14. 
[5] Cfr. Aquino, Tomás de; Comentario al Libro de los Salmos, Proemio, n. 86785, Tomo I, p. 33. 
[6] Vijgen, Jörgen; “Introducción” al Tomo IV, p. 9, en santo Tomás de Aquino Comentario al Libro de los Salmos, CET-RIL, Santiago, 2020.
[7] Op. cit. pp. 9-10. 
[8] Op. cit. p. 13. 
[9] Idem. 
[10] Op. cit. Cita el Premio al Comentario al Libro de los Salmos, Tomo I, p. 35.
[11] “El sentido literal enseña lo que ha ocurrido / El alegórico lo que creemos / El moral lo que se debe hacer / El anagógico hacia dónde vamos”. 
[12] Cfr. Roszak, Piotr; “Introducción” al Tomo II, pp. 11-14, en santo Tomás de Aquino Comentario al Libro de los Salmos, CET-RIL, Santiago, 2016, pp. 9-27. Debe comprenderse bien que el sentido literal es el que expresa el Espíritu Santo con la letra. Por eso la Iglesia ha enseñado que el Salmo 21, en su sentido literal, habla de Cristo y de su Pasión, como veremos.
[13] Op.cit. pp. 21-25. 
[14] Enrique Alarcón, op.cit. pp. 9-10. 
[15] Una importante obra de Morard es la edición digital de la Glosa ordinaria, que es una de las fuentes más respetadas por santo Tomás: https:// gloss-e.irht.cnrs.fr/php/livres-liste.php
[16] Disponible aquí: http://hosted.desales.edu/w4/philtheo/loughlin/ATP/
[17] Como las tuvieron y recibieron los antiguos rabinos que esperaban al Mesías en el tiempo señalado. Cfr. Pablo de Santa María, Scrutinium Scripturarum, Junta de Felipe, Burgos, 1591, Distinción III. 
[18] Aquino, Tomás de; Comentario al Libro de los Salmos, Tomo II, p. 261 (n. 86959)
[19] Thomas D’Aquin; Commentaire sur les psaumes. Les Editions du Cerf, Paris, 2004.

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