Presentación del académico Fernando Soler en el lanzamiento del libro “Francisco, huellas de un pontificado” (Humanitas, 2025), realizado el 8 de julio en el Hall de la Facultad de Teología.
* Fernando Soler es magíster y doctor en teología, especialista en cristianismo primitivo, con foco en Orígenes de Alejandría, temas de comida y bebida, y corporalidad. Actualmente es profesor asociado de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
La reciente publicación de Francisco, huellas de un pontificado por parte de la revista Humanitas ofrece una valiosa oportunidad para reflexionar sobre la profundidad y coherencia del magisterio pontificio actual. La metáfora de huellas elegida para el título resulta particularmente sugerente, pues simboliza tanto la permanencia como la dirección: las huellas muestran que alguien pasó por aquí y, a la vez, hacia dónde caminaba.
Quisiera que mis palabras en este contexto sean no tanto una reseña del volumen, sino, sobre todo, un homenaje al magisterio del Papa Francisco. Este no solamente ha sido profundamente renovador para nuestra Iglesia, sino que ha echado sus raíces en su tradición milenaria. Es un magisterio donde la tensión entre tradición y progreso, que caracteriza al pensamiento católico, ha sido tejida de manera muy artística, y se ha convertido en una especie de obra que es posible contemplar y disfrutar desde múltiples perspectivas. Es un verdadero poliedro, en la imagen tan querida por Francisco.
La pluralidad de caras y enfoques obliga a cualquiera que quiera presentar un libro acerca del Papa Francisco a escoger una cara del poliedro, y asimismo un foco. Yo he elegido sus cuatro encíclicas, las que leo como huellas concretas presentes en una cara de este poliedro, y, como foco, mostrar cómo estas señalan una dirección para nuestra universidad. En este sentido, articularé mi análisis en dos momentos: primero, examinar las cuatro encíclicas como un gran texto coherente que interpela nuestro quehacer académico, y, luego, esbozar cómo traducir estas intuiciones en orientaciones concretas para nuestra universidad. Las encíclicas presentan una hermosa hoja de ruta para una universidad que pone al ser humano al centro, y que tiene como patrono al Sagrado Corazón de Jesús.
Las cuatro encíclicas como un gran texto coherente
Comienzo con una constatación: las cuatro encíclicas de Francisco, Lumen fidei, Laudato si’, Fratelli tutti y Dilexit nos, no son documentos aislados, sino caras de un único poliedro que, con creciente profundidad, va develando una precisa visión del ser humano y de su lugar en el mundo. Es como si el Papa hubiera ido desplegando, progresivamente, las diferentes dimensiones de una misma intuición fundamental, y esta es la necesidad urgente de superar las fragmentaciones que caracterizan nuestro tiempo.
La primera de estas fragmentaciones, y quizás la más radical, es la que aborda Lumen fidei: la separación entre fe y razón. Francisco hereda de Benedicto XVI una reflexión profunda, y con sentido de urgencia, acerca de cómo la modernidad ha construido una falsa dicotomía entre estos dos modos de conocimiento. Para nuestro contexto universitario, esto es absolutamente crucial. La encíclica nos invita a reconocer que “la fe ensancha los horizontes de la razón” [1], y esto no como una especie de concesión piadosa, sino como una verdadera necesidad epistemológica. Cuando la razón se cierra sobre sí misma, cuando el carácter luminoso de la fe se apaga, “todas las otras luces acaban languideciendo” [2], también la luz de la razón. La universidad católica tiene aquí una oportunidad única: mostrar que la integración entre fe y razón no empobrece el conocimiento, sino que lo enriquece y le da perspectivas más amplias.
La segunda fragmentación que aborda el Papa es la que desarrolla en Laudato si’: la separación entre lo humano y lo natural, entre el progreso técnico y la sabiduría. Aquí Francisco nos regala una de sus intuiciones más penetrantes: “todo está conectado” [3]. Esta expresión, que se vuelve una constante de la encíclica, contiene, en realidad, una crítica profunda a lo que él llama “el paradigma tecnocrático” [4]. Para quienes habitamos la universidad esta encíclica es una invitación urgente a superar la fragmentación y la hiperespecialización que, a menudo, nos impide mirar el conjunto. Francisco nos recuerda que “la fragmentación de los saberes cumple su función a la hora de lograr aplicaciones concretas, pero suele llevar a perder el sentido de la totalidad, de las relaciones que existen entre las cosas, del horizonte amplio, que se vuelve irrelevante” [5].
La tercera fragmentación desarrollada en Fratelli tutti es, quizás, la más dolorosa en nuestro tiempo, y muy patente en nuestra realidad nacional: el deshilachamiento del tejido social, la pérdida de los vínculos comunitarios. Francisco diagnostica con precisión las “sombras de un mundo cerrado” [6]: nacionalismos excluyentes, individualismo extremo, una indiferencia globalizada [7]. Pero no se queda en el diagnóstico. Propone la fraternidad universal como proyecto político y social concreto. Para la universidad, esto significa repensar su misión: ¿estamos formando individuos exitosos o estamos contribuyendo a tejer comunidades más fraternas?
Finalmente, Dilexit nos aborda la fragmentación más íntima: la que se da al interior de la persona humana. En una sociedad líquida y tecnificada [8], Francisco propone recuperar el corazón como “centro integrador de la persona”. Esta no es una propuesta sentimental, sino eminentemente antropológica. El Papa nos advierte: “En el tiempo de la inteligencia artificial no podemos olvidar que para salvar lo humano hacen falta la poesía y el amor” [9].
Ahora bien, lo que hace de estas cuatro encíclicas un texto coherente no es solo que aborden diferentes fragmentaciones, sino que proponen, consistentemente, el mismo camino de sanación: el diálogo. En Lumen fidei es el diálogo entre fe y razón; en Laudato si’, el diálogo entre disciplinas para abordar la complejidad de los problemas ambientales; en Fratelli tutti, el diálogo como construcción de la amistad social; en Dilexit nos, el diálogo entre las diferentes dimensiones de la persona humana.
Pero hay algo más profundo aún. Las cuatro encíclicas van tejiendo una antropología integral que tiene implicaciones directas y urgentes para nuestro quehacer académico. Francisco, fiel a la tradición teológica, nos presenta al ser humano como un ser esencialmente relacional. En relación con Dios (Lumen fidei), con la creación (Laudato si’), con los otros seres humanos (Fratelli tutti), y consigo mismo en su unidad más profunda (Dilexit nos). Esta visión es radicalmente alternativa tanto al individualismo liberal como al colectivismo que despersonaliza.
Para nosotros, como comunidad de la UC, esto significa que el conocimiento nunca puede ser pensado como algo neutral o meramente técnico. Siempre está en relación: con la búsqueda de la verdad que nos trasciende, con el cuidado de la casa común, con la construcción del bien común, con la formación integral de la persona. Francisco nos está diciendo, de manera consistente a lo largo de estas cuatro encíclicas, que la universidad tiene una misión profética: mostrar que es posible otro modo de conocer, más integral, más dialógico, más orientado al servicio de la humanidad.
Orientaciones concretas para nuestro quehacer universitario
Llegamos así a la segunda parte de mi reflexión: ¿cómo estas ideas orientan, en concreto, nuestro quehacer universitario? Permítanme proponer cuatro caminos específicos que se desprenden de la lectura integrada de estas encíclicas.
Primero: hacia una interdisciplinariedad auténtica. Francisco nos dice en Laudato si’ que “es indispensable dar a los investigadores un lugar preponderante y facilitar su interacción, con amplia libertad académica” [10]. Pero agrega algo crucial: “ninguna rama de las ciencias y ninguna forma de sabiduría” puede ser dejada de lado, “tampoco la religiosa con su propio lenguaje” [11]. En una universidad como la nuestra este mensaje resuena con especial sentido, y no solamente invita a las diversas disciplinas a buscar cómo la teología puede decirles algo, sino que también invita a la Facultad de Teología a preguntarse cómo puede ser interlocutora de disciplinas que ahora le parecen distantes. Es un llamado a la responsabilidad, aunque, sobre todo, a la creatividad.
Segundo: la formación del corazón como complemento indispensable de la formación de la mente. Dilexit nos nos recuerda que no basta formar profesionales
técnicamente competentes si no cultivamos también su capacidad de amar, de establecer relaciones auténticas, de integrar armónicamente todas las dimensiones de su humanidad. Esto no significa agregar un curso más de ética a la malla curricular, sino repensar toda la experiencia formativa: ¿cómo nuestras metodologías pedagógicas cultivan la capacidad de relacionarse con el mundo, los demás y Dios? ¿Cómo nuestras evaluaciones reconocen no solo un dominio técnico, sino también el crecimiento humano integral?
Tercero: el compromiso con los excluidos como criterio de excelencia académica. Fratelli tutti nos interpela directamente: “La alegada libertad de mercado no garantiza por sí misma una buena marcha de las cosas para todos los sectores de la sociedad”. Para una universidad, esto significa que la excelencia académica no puede medirse solo por rankings internacionales o publicaciones en revistas indexadas y de alto impacto, sino también por su contribución real a la justicia social. ¿Cómo nuestras investigaciones responden a las necesidades de los más vulnerables? ¿Cómo nuestros egresados se convierten en agentes de transformación social?
Cuarto: la universidad como espacio de encuentro y diálogo. Como dice el Papa Francisco, “acercarse, expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, tratar de comprenderse, buscar puntos de contacto, todo eso se resume en el verbo ‘dialogar’” [12]. Nuestra universidad debería ser un laboratorio del diálogo, lo que nos obliga a repensar nuestras seguridades y convicciones, a ver en nuestros colegas y estudiantes verdaderos interlocutores, saliendo de las lógicas que, a veces, hacen un poco odiosas las encuestas docentes y las revisiones de pares que, en el anonimato, terminan borrando a las personas. Solamente en un diálogo cara a cara la universidad puede transformarse en “ese poliedro que tiene muchas facetas”, “donde las diferencias conviven complementándose, enriqueciéndose e iluminándose recíprocamente” [13].
En sus encíclicas el Papa Francisco nos ha regalado una hoja de ruta para renovar nuestra universidad. Nos invita a no conformarnos con la excelencia técnica, científica o profesional, sino a buscar una excelencia humana integral. Una universidad que no se limite a formar profesionales exitosos, sino que se atreva a formar artesanos de fraternidad, cuidadores de la casa común, buscadores apasionados de la verdad en diálogo con la fe.
El patronazgo del Sagrado Corazón de Jesús adquiere, desde esta perspectiva, un significado profundamente actual. Porque el Corazón de Cristo representa precisamente esa integración que tanto necesitamos: la unión entre amor y verdad, entre razón y corazón, entre contemplación y acción, entre excelencia académica y compromiso social. Las huellas que Francisco ha dejado en estas cuatro encíclicas le muestran un camino a la UC, y quiero terminar estas palabras no solo invitándoles a leer el libro, sino también pidiendo al Sagrado Corazón de Jesús que nos ilumine para poder seguir las huellas de Francisco.
Notas
[1] Francisco; Carta encíclica Lumen fidei sobre la fe. 29 de junio de 2013, n. 34.
[2] Francisco; Lumen fidei, n. 4.
[3] Cf. Francisco; Carta encíclica Laudato si’ sobre el cuidado de la Casa Común. 24 de mayo de 2015, nn. 16, 91, 117, 138, 240.
[4] Cf. Francisco; Laudato si’, nn. 101-123.
[5] Francisco; Laudato si’, n. 110.
[6] Cf. Francisco; Carta encíclica Fratelli tutti sobre la fraternidad y la amistad social. 3 de octubre de 2020, nn. 9-55.
[7] Cf. Francisco; Fratelli tutti, n. 30.
[8] Francisco; Carta encíclica Dilexit nos sobre el amor humano y divino del corazón de Jesucristo. 24 de octubre 2024, n. 10.
[9] Francisco; Dilexit nos, n. 20.
[10] Francisco; Laudato si’, n. 140.
[11] Francisco; Laudato si’, n. 63.
[12] Francisco; Fratelli tutti, n. 198.
[13] Francisco; Fratelli tutti, n. 215.
Archivo histórico de todas las revistas publicadas por Humanitas a la fecha, incluyendo el número especial de Grandes textos de Humanitas.
Algunos de los cuadernos más relevantes que ha publicado Humanitas pueden encontrarse en esta sección.
Reseñas bibliográficas de libros destacados por Humanitas.
Tenemos varios tipos de suscripciones disponibles:
-Suscripción anual Chile
-Suscripción anual América del Sur
-Suscripción anual resto del mundo
Suscripción impresa y digital de la revista Humanitas
Seguimos y recopilamos semana a semana todos los mensajes del Papa:
-Homilías de Santa Marta
-Audiencia de los miércoles
-Encíclicas y Exhortaciones
-Mensajes
Desde el año 2003 revista HUMANITAS publica todos los viernes estas páginas en el Diario Financiero. A solicitud de los usuarios de nuestro sitio web, ponemos a su disposición los PDFs de los artículos más recientes.