La expresión “humanos ayudando a humanos”, palabras con las que Marina LeGree comenzó su intervención en el seminario “De Afganistán a Chile: experiencia de colaboración público-privada y desafíos para la integración de mujeres afganas y sus familias en el país”, realizado el viernes 21 de octubre, es quizás la fórmula más concreta de expresar la manera en que se articuló la red que permitió que dieciocho mujeres, hombres y niños afganos, más un pequeño nacido acá, ya lleven más de un año viviendo como refugiados en Chile. 

Imagen de portada: Cierre del Seminario que refleja los vínculos y la gratitud entre las jóvenes refugiadas y sus familias, y los representantes de tantas organizaciones que han sido parte de su establecimiento en Chile.

En Santiago, las imágenes del aeropuerto de Kabul durante agosto y septiembre del 2021 se consumían con horror pero a la vez con distancia. Los medios anunciaban la inminente llegada de los talibanes al gobierno central de Afganistán en un tono más cercano a la pesadilla que a la realidad. Sin embargo, sucedió, y pudimos presenciar en directo cómo miles de personas intentaron huir del país evacuando en vuelos insuficientes. En mi caso, la sensación de lejanía no duró mucho: a través de Sebastián Villarreal supe a principios de octubre que había llegado a Chile un grupo de mujeres jóvenes junto a sus familias, y que se necesitaba ayuda de todo tipo. 

El encuentro en el Centro de Extensión UC del viernes pasado abordó esa experiencia. Estuvo cargado de muchas emociones, sobre todo por lo concreto del intercambio respecto de la evacuación y acogida de personas en peligro con los protagonistas ahí presentes. Cerca de cincuenta asistentes tuvo esta instancia “no académica” –como se encargó de presentar Roberto González, encargado del Programa Interculturalidad UC– sino vital, de compartir ideas y vivencias entre los distintos actores con el objetivo de aportar a un proceso que lleve a una comprensión global del hecho y a aprendizajes para intervenciones futuras, a fin de ayudar a construir un soporte más realista de servicios de apoyo directo a los refugiados.

“Lo que queda más que claro es que la acogida, en toda su magnitud, requiere de muchísimos actores. El Estado juega un rol primordial en cuanto facilitador de asilo y documentación, pero en paralelo son muchas personas concretas las que ejecutan lo necesario para dar habitación, alimento, salud, idioma, educación…” 

Roberto González hizo énfasis en el asombro que le produce mirar hacia atrás y constatar la cantidad de personas que fueron aportando para que la UC tomara un rol protagónico y finalmente diera el paso a convertirse en un ente articulador para estas circunstancias. Es un gran avance que responde en cierto nivel institucional –aunque aún no estatal– a uno de los llamados que Sebastián Villarreal –quien junto a Leonardo Maldonado se constituyeron en los coordinadores de la “cadena de colaboración extrema” de la llegada de afganos a Chile– expresó en sus palabras al cierre: “no puede ser que las personas con las que tienen la suerte de cruzarse determinen las oportunidades que los recién llegados, todos solicitantes de refugio, van a tener”. 

Al poco tiempo de llegar los ninos afganos reciben libros de regalo y cartas de bienvenida

Al poco tiempo de llegar, los niños afganos reciben libros de regalo y cartas de bienvenida.

“Vivir en Chile es difícil”

Tras la presentación del encargado del programa, Lilian Ferrer, Vicerrectora de Asuntos Internacionales UC, enmarcó el trabajo en torno a la interculturalidad en el plan de internacionalización de la UC, reconociendo la riqueza que aporta este acento a la experiencia universitaria.

A continuación se presentó Marina LeGree, fundadora y directora ejecutiva de Ascend, un programa holístico llevado a cabo en Afganistán desde el 2015 que apuntaba al desarrollo de liderazgo de mujeres a partir del deporte y el compromiso cívico. Cada año, reclutaban un nuevo equipo de jóvenes de entre 15 y 24 años para embarcarse en un desafiante programa de montañismo de dos años para convertirse en la próxima generación de líderes, buscando que las participantes obtuvieran herramientas y habilidades que les servirían para toda la vida. Como es de imaginar, la llegada de los talibanes al poder no solo impidió continuar con el programa, sino que puso en grave riesgo a estas mujeres que ya estaban a la vanguardia de las prácticas culturales de su país. 

Marina contó que recurrió a absolutamente todos sus contactos para pedir ayuda, y que fueron personas puntuales, con o sin vínculos con las diversas instituciones que podrían aportar en esta tarea, las que le respondieron y pusieron su tiempo, esfuerzos, dinero y conocimientos a disposición de esta causa. “Chile fue el primer país en responder. El segundo fue Irlanda. Pequeños países haciendo grandes cosas”, enfatizó la estadounidense. Contó además que lograron evacuar a más de cien personas que están distribuidas en ocho países. 

El momento clave del seminario fue la intervención de Zahra Karimi, joven de 22 años, que llegó junto a su marido a Santiago, quien dio su testimonio en el español que ha aprendido acá: “vivir en Chile es difícil, es un país muy caro, para ustedes también”. Queriendo ser muy franca y clara, Zahra habló de las necesidades que hoy enfrentan, que no solo se reducen a apoyo económico sino a condicionantes mucho más concretas: poder acceder a educación superior, poder convalidar estudios y documentos, tener más posibilidades laborales y certezas sobre el estatus del grupo dentro del país, ya que la visa que se les otorgó en un principio vence en ocho meses y aún no obtienen una respuesta a la solicitud de reconocimiento de la condición de refugiado por parte del Estado de Chile.

El acogimiento y sus aristas 

Tras haber escuchado a Zahra, el intercambio en torno a esta experiencia fue muy enriquecedor. Se respiraba cierta noción de orgullo y desafío en proporciones iguales: por lo concretamente logrado hasta ahora con este grupo de afganos, y por todo lo que puede y debe mejorarse en la experiencia hacia adelante, haciéndose cargo de lo expresado por la joven. Lo que queda más que claro es que la acogida, en toda su magnitud, requiere de muchísimos actores. El Estado juega un rol primordial en cuanto facilitador de asilo y documentación, pero en paralelo son muchas personas concretas las que ejecutan lo necesario para dar habitación, alimento, salud, idioma, educación, aprendizajes sociales, integración cultural y experiencia de familia. Pertenencia. 

El primer panel de conversación versó sobre la “Política estatal, política de refugio e inserción laboral”. Abrió la conversación Luis Zenteno, gerente de personas de la pizzería Papa John’s, quien relató cómo el caso de los afganos llegó a su conocimiento y el plan de integración que desarrollaron dentro de su empresa, experiencia que ha sido socializada con otras industrias y espera pueda replicarse para abrir más oportunidades. 

En representación del Servicio Nacional de Migraciones asistió Francisca Pérez, y también estuvo presente Delfina Lawson, jefa de la Unidad de Protección y Soluciones de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR). Fue muy interesante como a través de su relato fueron dando cuenta que la integración al país de cada persona que pide refugio requiere finalmente de una suma de voluntades y recursos. Un ejemplo concreto es la necesidad de intérpretes: el Servicio Nacional de Migraciones no cuenta con intérpretes propios, por lo que desde ACNUR se pudieron canalizar fondos para que, con la ayuda de la Vicaría para la Pastoral Social Caritas, se contara con este recurso en las etapas iniciales de documentación. 

Francisca Pérez señaló que gracias a las modificaciones realizadas a la ley de migraciones, se están abriendo mejores perspectivas para este tipo de situaciones, y que se ha ido aprendiendo de las experiencias. Sin embargo, como hacía ver Luis Berríos, este es un Servicio donde se nota mucho la falta de continuidad y programación, por más que se exprese la voluntad de generar políticas como país en términos migratorios. Cambian los agentes y se va perdiendo lo aprendido en experiencias más o menos recientes, como la llegada de refugiados sirios y palestinos. Acaba siendo un manejo poco profesional de la situación migratoria en condición de reasentamiento o refugio. 

En este sentido, Delfina Lawson fue muy enfática en señalar el rol crucial que juega la Vicaría para la Pastoral Social, puesto que son quienes han trabajado con el fenómeno migratorio de manera más consistente, saben qué hacer y a quién recurrir. Fue muy interesante el intercambio que se dio en torno a los fines de estos esfuerzos y servicios, pues si bien todo se orienta hacia la integración de las personas, el objetivo último es que, tras obtener nueva nacionalidad y herramientas educacionales y laborales, los refugiados puedan optar por permanecer, regresar a su país de origen si han mejorado las condiciones, o decidir establecerse en un nuevo lugar 

Las familias afganas comocen las instalaciones del Campius San Joaquin

Las familias afganas comocen las instalaciones del Campus San Joaquín.

Interdisciplinariedad como base 

La segunda instancia de intercambio fue la mesa redonda titulada “Diálogos interdisciplinarios sobre el proceso de acogida”. En ella participaron Marcela González, representante de la Escuela de Enfermería de la Facultad de Medicina UC; Luis Berríos, secretario ejecutivo de la Vicaría de la Pastoral Social de Santiago; Gloria Toledo, encargada del Programa Español de la Facultad de Letras UC; y Olaya Grau, académica de la Escuela de Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Sociales UC. 

Es muy destacable, como cada uno de los representantes que habló comenzó por contar la manera particular en que llegó a involucrarse en esta iniciativa, y al mismo tiempo reconoció la labor de los demás agentes, el apoyo desde la Iglesia y la Pastoral UC, los privados, la institucionalidad de la universidad, el Estado, y las empresas. Cada uno identifica una motivación personal, que se vio reforzada por la respuesta de sus pares ante la petición de ayuda, y llevada a cabo gracias a múltiples sinergias. Todo esto, coinciden, debe servir para sistematizar una manera de responder a las necesidades interculturales de los migrantes. Olaya Grau habló concretamente de generar protocolos de acción colaborativa e “instalar capacidad”, saber a quién y cómo recurrir, y que puedan activarse los distintos programas que, por ejemplo, permitieron que la trabajadora social Bárbara Donoso, recién egresada de la Universidad Católica, pudiera acompañar al grupo de afganos durante los primeros meses de su inserción en las dinámicas de funcionamiento del país. 

Marcela González destacó también lo clave que fueron distintas instancias interdisciplinarias propiciadas en la UC para conocer a otras personas, exponer problemáticas y generar trabajo en red. Sin estas posibilidades de intercambio, se hubiera hecho mucho más complejo acceder a ayudas puntuales. Con relación al tema salud, fue necesario hacer un trabajo muy delicado para identificar las necesidades y las formas de cubrirlas, ayudar a cada uno a familiarizarse con el consultorio que les correspondía –una vez asentados, por cierto–, a conocer una farmacia e identificar remedios.

En la línea de temas básicos y urgentes entra, sin lugar a duda, el dominio del idioma, como bien pudo explicar Gloria Toledo. Como Programa de Español se vieron desafiados a enseñar la segunda lengua sin base común en torno a la primera, incluyendo también el trabajo con niños, algo sobre lo que no tenían experiencia. Gloria agradeció y reconoció la voluntad y compromiso de todos los profesores que se involucraron en esta tarea, y los fuertes vínculos que se crearon con esta naciente comunidad afgana. “El curso terminó cuando cada uno de ellos pudo contarnos su propia historia, con sus palabras, en español. Unas vidas que hacen que los problemas de uno parezcan insignificantes”, compartió la profesora dirigiéndose especialmente a quienes fueron sus alumnos. Aprovechó también de señalar que es urgente el poder sistematizar a nivel estatal la enseñanza del español como segunda lengua: “hay que asumir que hoy las aulas ya no son monoculturales”. 

Otra de las conclusiones de esta mesa es que hay que conocer las necesidades que ellos tienen, y poder identificarse con ellas, cultivando muchísimo la “humildad cultural”. En esta ocasión se pudo contar con un facilitador intercultural de la comunidad afgana que vive en Chile, y que fue clave en este complejo proceso. 

Zahra da su testimonio en el seminario De Afganistan a Chile

Zahra da su testimonio en el seminario De Afganistán a Chile.

La experiencia de la Iglesia

Luis Berríos fue quizás la voz más autorizada en toda la jornada, no tanto por sus títulos como por la experiencia acumulada a través del trabajo que durante varias décadas consecutivas lleva a cabo la Iglesia a través de la Vicaría de Pastoral Social. Desde esa perspectiva, agradeció a la UC por haber decidido sumarse institucionalmente a la labor de acogida, y asumir el reto de la barrera intercultural. 

Se refirió a las enormes complejidades que se experimentan en el trabajo con refugiados, desde proveer camas hasta reconocerles derechos, y el desafío que representa implementar un trabajo sistematizado, porque obliga a salir de la lógica chilena, que tiende a ser más cortoplacista. 

El secretario ejecutivo definió dos prioridades muy concretas en relación con la acogida de refugiados: la primera es que puedan contar con un RUT, y la segunda, poder generar ingresos autónomos, para lo cual se necesita la colaboración de organismos públicos y de los privados. Clave en esta línea es la permanente liberación de expectativas, tanto de quienes llegan como de quienes ayudan, y para que estos procesos sean exitosos es fundamental que los propios refugiados sean agentes activos, tanto los adultos como los niños. 

Queda claro que este modelo de colaboración puede replicarse para abordar otras problemáticas sociales, y que en la labor de acoger e integrar nadie sobra.

Una foto al cierre del Seminario que refleja los vínculos y la gratitud entre las jóvenes refugiadas y sus familias, y los representantes de tantas organizaciones que han sido parte de su establecimiento en Chile. 

Primeros dias de asentamiento algunos en la casa de los jesuitas en Padre Hurtado y las parejas jovenes cerca del metro Toesca

Primeros días de asentamiento, algunos en la casa de los jesuitas en Padre Hurtado, y las parejas jóvenes cerca del metro Toesca.

 

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