Compartimos con nuestros lectores alguna información fundamental sobre el proceso: lo que está sucediendo estos días, lo que sucederá durante el cónclave, quiénes participan y, lo fundamental, el protagonismo del Espíritu.

En 1274 la constitución apostólica Ubi periculum del Papa Gregorio X reguló por primera vez los cónclaves. La necesidad de realizar un proceso a puertas cerradas, “con llave”, donde no se recibieran influencias desde el exterior se hizo manifiesta luego del proceso para elegir al nuevo Papa tras la muerte del papa Clemente IV, un proceso que duró tres años, entre 1268 y 1271. Diecinueve cardenales pasaron aquellos años en el Palacio Papal de Viterbo intentando elegir un Papa, absolutamente divididos por las presiones de Francia y Alemania. Dicen las fuentes que los ciudadanos de Viterbo, hartos, además de encerrarlos para que eligieran ya, racionaron los alimentos de los cardenales y llegaron a quitarles el techo… para que pudiera entrar el Espíritu Santo.

Lo fundamental, en este sentido, es propiciar un ambiente de “solitud”, de apertura interior y libertad de espíritu, que en nada colaboran las especulaciones, casas de apuestas y análisis de una gran multiplicidad de expertos. Ello considerando la elección fundamental que está en manos de los 133 cardenales electores: como nos recordaba hace algunos días Austen Ivereigh, a aquel que están buscando no es al sucesor de Francisco, sino al sucesor de Pedro.

Hoy el proceso de Sede Vacante y el cónclave está regulado por la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por Juan Pablo II en 1996 y modificada en algunos aspectos por Benedicto XVI y Francisco. En ella se establece, por ejemplo, que el cónclave debe comenzar entre 15 y 20 días después de la muerte o renuncia del Papa, que solo pueden votar los cardenales menores de 80 años, que debe haber encierro irrestricto y prohibición de intento de interferencias externas o revelaciones, que el voto es secreto, que el quorum para dar validez a la elección es de 2/3 y aspectos sobre el anuncio del nuevo Papa. 

¿Qué está sucediendo estos días? Congregaciones Cardenalicias y Novendiales

Tras la muerte de Francisco los cardenales de todo el mundo se congregan en Roma para participar de dos clases de Congregaciones Cardenalicias: las Congregaciones Generales, donde participa todo el colegio cardenalicio, y las Congregaciones Particulares, las que se ocupan de asuntos cotidianos, en las que participa el cardenal Camarlengo de la Iglesia y tres cardenales elegidos por sorteo, trío que se renueva cada tres días.

Las Congregaciones Generales deben deliberar sobre el acondicionamiento de la Capilla Sixtina, acordar sobre los eclesiásticos que entregarán reflexiones sobre los desafíos actuales de la Iglesia y la elección del nuevo Papa, deben destruir el Anillo del Pescador y el Sello de Plomo y establecer las fechas y horas del proceso de votación. Los debates de las Congregaciones Generales son supervisados por el decano de la Facultad, el cardenal Giovanni Battista Re, de 91 años.

Los cardenales mayores de 80 años, aunque no votan, tienen un papel muy importante. De hecho, la Universi Dominici Gregis les pide que actúen como guías del Pueblo de Dios. Suelen ser muy escuchados en las congregaciones generales y, con frecuencia, son ellos los que predican esos días al resto de los cardenales.

El 22 de abril, el día después de la muerte de Francisco, tuvo lugar la primera Congregación General, con 60 cardenales presentes. Las reuniones iniciales estuvieron dedicadas a organizar el funeral de Francisco y establecer el calendario de celebraciones eucarísticas en sufragio del Papa. El jueves 24 de abril, en la tercera Congregación General de Cardenales comenzaron las intervenciones sobre los desafíos internos de la Iglesia y respecto al mundo. Hay unas 30 intervenciones cada día, traducidas por intérpretes a una decena de idiomas. 

Por otra parte, tras el funeral del Papa se abrió un período de luto que duró nueve días, hasta el domingo 4 de mayo, llamado “novendiales”. En estos días se celebraron misas solemnes llamadas Misae novendiales en sufragio por el alma del Pontífice. Fueron los cardenales reunidos en las congregaciones generales los que establecieron quiénes presidirían cada celebración: el cardenal Pietro Parolin, ex Secretario de Estado; el cardenal Baldassare Reina, Vicario General de Su Santidad para la Diócesis de Roma; el cardenal Mauro Gambetti, Arcipreste de la Basílica Papal de San Pedro en el Vaticano; el cardenal Leonardo Sandri, Vicedecano del Colegio Cardenalicio; el cardenal Víctor Manuel Fernández; el cardenal Claudio Gugerotti, ex Prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales; el Cardenal Ángel Fernández Artime, ex Proprefecto del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, y el cardenal Dominique Mamberti, Protodiácono del Colegio Cardenalicio.

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La «Sala de las Lágrimas» donde se viste al Papa (Vatican News)

 

El proceso del cónclave

Antes de comenzar el proceso de elección se celebrará la Santa Misa pro eligiendo pontifice (por la elección del Pontífice), este miércoles 7 de mayo a las 10:00 (hora de Roma) en la Basílica de San Pedro. A ella asisten los cardenales electores, quienes, por la tarde, se dirigen en procesión solemne a la Capilla Sixtina, donde comienza el cónclave.

Una vez dentro de la Capilla Sixtina, cada cardenal elector presta el juramento prescrito en el párrafo 53 de Universi Dominici Gregis, a través del cual se comprometen, si son elegidos, a cumplir fielmente el Munus Petrinum como Pastor de la Iglesia Universal. También se comprometen a guardar absoluto secreto sobre todo lo relacionado con la elección del Romano Pontífice y a abstenerse de apoyar cualquier intento de injerencia externa en la elección.

Entonces el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias proclama extra omnes, lo que significa que todas las personas que no forman parte del cónclave deben abandonar la Capilla Sixtina. Solo quedan el Maestro y el eclesiástico designado para pronunciar la segunda meditación, la cual se centra en la grave responsabilidad que recae sobre los electores y la necesidad de actuar con intenciones puras por el bien de la Iglesia Universal, teniendo sólo a Dios ante los ojos. Una vez pronunciada la meditación, tanto el eclesiástico como el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias se retiran. A continuación, los electores recitan las oraciones según el Ordo Sacrorum Rituum Conclavis y escuchan al Cardenal Decano, que les pregunta si están preparados para proceder a la votación o si es necesaria alguna aclaración sobre las normas y procedimientos indicados en Universi Dominici Gregis.

Todos los procedimientos de elección tienen lugar exclusivamente en la Capilla Sixtina del Palacio Apostólico Vaticano, que permanece completamente sellada hasta que concluye la elección. El primer día habrá una sola votación y en los días siguientes se realizarán dos votaciones por la mañana y dos por la tarde.

En caso de que los electores no lleguen a un acuerdo sobre un candidato tras tres días de votaciones no concluyentes, se permite una pausa de hasta un día para la oración, la libre discusión entre los votantes y una breve exhortación espiritual del Cardenal Protodiácono (Cardenal Dominique Mamberti).

Posteriormente, se reanuda la votación y, si no se produce ninguna elección tras siete votaciones adicionales, se hace otra pausa. Este proceso se repetirá tras otras siete votaciones fallidas; en este punto, el cardenal Camarlengo consultará a los cardenales sobre cómo proceder.

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La Capilla Sixtina, donde tiene lugar la elección del Papa (Vatican News)

 

Quiénes participan en el cónclave

Participan en el cónclave los cardenales electores, que son todos aquellos menores de 80 años. Son 133 cardenales electores los que entrarán en el cónclave para elegir al nuevo Papa (los electores son 135, pero dos no entrarán por motivos de salud). Estos 133 proceden de 71 países de los cinco continentes. De ellos, 53 cardenales son europeos, 37 americanos, 23 asiáticos, 18 africanos y 4 oceánicos. El más joven es el australiano Mikola Bychok, de 45 años, y el más anciano el español Carlos Osoro Sierra, de 79. 

Los 108 cardenales electores escogidos por Francisco entrarán por primera vez a participar de una votación en la Capilla Sixtina, de los cuales 23 proceden de países que nunca han tenido un cardenal. En cambio, los más veteranos son los cinco cardenales creados por Juan Pablo II: el francés Philippe Barbarin, el croata Josip Bozanić, el húngaro Péter Erdő, el bosnio Vinco Pulić y el ghanés Peter Turkson; y 22 elegidos por Benedicto XVI.

18 familias religiosas están representadas entre los cardenales, habiendo 5 salesianos, 4 consagrados de la Orden de Frailes Menores, 4 jesuitas, 3 franciscanos, 2 dominicos, 2 lazaristas, 2 redentoristas, así como un agustino, un capuchino, un carmelita descalzo, un cisterciense, un misionero de la Consolata, un misionero del Sagrado Corazón de Jesús, un escalabriniano y un espiritano.

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Las estufas donde se queman las papeletas y los productos químicos que colorean el humo (ANSA)

 

El protagonismo del Espíritu Santo

En 1997, el cardenal Joseph Ratzinger cuando fue consultado en un programa de televisión alemán sobre el protagonismo del Espíritu Santo respondió: “Yo no diría que el Espíritu Santo elige al Papa, pues no es que tome el control de la situación, sino que actúa como un buen maestro, que deja mucho espacio, mucha libertad, sin abandonarnos”, explicó. Añadiendo, “hay muchos papas que el Espíritu Santo probablemente no habría elegido”, para aclarar después: “El papel del Espíritu Santo hay que entenderlo de un modo más flexible. No es que dicte el candidato por el que hay que votar. Probablemente, la única garantía que ofrece es que nosotros no arruinemos totalmente las cosas”.

Discernir la voluntad de Dios no es algo fácil. Por ello los cardenales han insistido en que el Pueblo de Dios esté unido en oración durante estos días. Así, el abad benedictino de San Pablo Extramuros, Dom Donato Ogliari, durante la meditación de apertura de la Sexta Congregación General del 29 de abril, afirmó que más que un lugar cerrado, el cónclave debe ser un “cenáculo”, abierto de par en par al mundo entero, donde impere la libertad del espíritu que “rejuvenece, purifica, crea”.

El Colegio de Cardenales también dirigió un mensaje al Pueblo de Dios, invitando a todos los fieles a vivir este momento eclesial con profundidad espiritual, como un verdadero “evento de gracia y discernimiento”.

En su comunicado, los cardenales expresan con claridad la dimensión espiritual del proceso que se avecina, subrayando que la elección del nuevo Sucesor de Pedro no es solo un hecho organizativo o político, sino un acto profundamente ligado a la escucha de la voluntad de Dios.

Confiemos en que todo irá bien, pues Dios no abandona a su Iglesia.


Fuentes principales: Vatican News, aceprensa, LaCroix, Catholic Herald.

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