Desde febrero 2025, por la enfermedad del Papa Francisco, el Estado Vaticano de solo un kilómetro cuadrado de superficie, y ubicado en uno de los siete cerros de la legendaria historia de la ciudad de Roma, ha concentrado a diario la atención del mundo entero.

La gran plaza de San Pedro, rodeada por las antiguas columnas que hizo construir el papa León IV (por eso se conocen como muras leoninas) para proteger la Iglesia de San Pedro de las invasiones de los pueblos barbaros que cruzaban también la península italiana, sigue en estos días siendo un escenario testimonial donde tienen espacio las diversas emociones humanas: alegrías y llantos, tristeza de despedida y expectación de lo nuevo, acciones de gracias y súplicas, aplausos y abrazos entre los presentes; todo atravesado por la virtud elegida para el año Jubilar: ¡la esperanza! 

Francisco: una herencia profética

Sin saberlo del todo, el Papa Francisco experimentaba en sí mismo la belleza del don de la esperanza que había elegido para este año Jubilar. Se unía así a la Iglesia en el dolor de los que sufren y la alegría de los gozos de los hombres y mujeres de buena voluntad. La memoria histórica quedará en la plaza, ante el saludo de despedida de Jorge Mario Bergoglio cuando con las reducidas fuerzas de la mano y débil hilo de voz, impartió su última bendición Urbi et Orbi: “Buona Pasqua”, son sus palabras finales en italiano.

Sus funerales no fueron distintos de lo que fue su vida: coherente hasta el final. Junto a una gran concentración de jefes de Estado, y representantes de la mayoría de los países del mundo, los días del dolor y sufrimiento de Bergoglio, después de doce años de Pontificado, se cierran con el ataúd situado en el mismo lugar que ocupó solo en pandemia para rezar y dirigirse al mundo entero, y abrir un camino para la fraternidad y la paz.

El clima y el ambiente de espera en la plaza con las columnas y estatuas de Bernini con los brazos levantadas al cielo parecían invocar su voz diciendo: evitemos que esta guerra mundial a pedazos (que así la llamó Bergoglio) una los tantos cables sueltos y se transforme en una catástrofe global. Algunos diálogos vistos en esos días de funeral eran como una respuesta de su clamor. Este histórico y providencial momento de reflexiones e interrogantes habrá despertado más de una pregunta, especialmente en aquellos con responsabilidades de gobierno. Un funeral cargado de gratitud y de esperanza.

Con la sepultura de Francisco en Santa Maria Mayor se realiza el último y conclusivo acto ceremonial del Pastor coherente. Salir del Vaticano sigue siendo el impulso de ser lo que siempre quiso para Iglesia: misionera, en salida y nunca encerrada en sí misma. Caminar hacia las periferias, especialmente las que tienen las más intensas pobrezas, y degradación ambiental. 

Francisco, un magisterio con dimensión profética que ha dictado en terreno cátedra de estilo pastoral, llevando a resignificar la Iglesia de Jesucristo, anclada al Evangelio y en camino con la humanidad que debe ser asumida con todas sus luces y sombras para generar profundos cambios culturales, recuperar la centralidad de la persona humana y reponer el concepto de bien común en la política y en la economía. 

Los nueve días de congregaciones preparatorias al cónclave

Sin duda la gran herencia de Francisco dictó la agenda con las temáticas de referencia sobre las cuales, en los nueve días de reuniones previas al cónclave, los cardenales se han tenido que confrontar. Las congregaciones de esos días han sido una verdadera escuela de la nueva cultura que se adviene y que el mundo necesita. El futuro Papa estaba entre ellos y escuchó todo. 

El elegido, seguramente debe haber expresado sus propuestas, y más de un cardenal las tendrá anotadas. La Capilla Sixtina –testimonio de tanta historia y belleza– fue el espacio donde el nuevo Papa, al escuchar que su nombre se acercaba al quorum requerido, debe haber repasado el listado de requerimientos que sus hermanos cardenales habían señalado como tareas del futuro pontificado. También es su mente se habrá cruzado el cómo considerar las voces críticas de importantes sectores que se habrán manifestado con su opinión y votación. Esto para nosotros importa poco o nada. Lo central se reflejó rápidamente en la unidad y sinodalidad de las pocas votaciones. 

En la que se conoce como “Capilla de las lágrimas” para revestir de blanco al nuevo Pontífice con los ornamentos ya preparados, nos imaginamos que debe haberse hecho parte aquel Espíritu Santo que habrá asistido a los cardenales para su elección, y que de ahora en adelante será el mejor aliado de su Pontificado. Si bien el contenido de lo que se conversa en el cónclave está sometido a secreto, lo que sabemos es que el criterio de las elecciones es libre y secreta, propio de una democracia madura. Sin embargo, aquí está el singular testimonio que la Iglesia católica sigue ofreciendo al mundo, justamente porque una vez elegido el Pontífice, depositan en él, no solo la confianza como persona, sino que reconocen con un acto de obediencia, el primado de Pedro para conducir el barco de la Iglesia.

“Habemus Papam”

Escuchar el nombre León, que eligió el nuevo pontífice nos llevó a pensar en valentía, fuerza, decisión, y al verlo aparecer desde el balcón de las bendiciones, nos puso en una tensa espera por querer identificar alguna similitud y característica en conexión del nombre escogido. León XIV entre los primeros aplausos nos remontó al pontífice León Magno el gran Papa santo del siglo V que logró convencer al militarista Atila, que desde Europa central había expandido el domino de los bárbaros a media Europa y también se preparaba a invadir Italia. Más cerca de nosotros la mente voló a León XIII que conocemos por la primera encíclica social Rerum novarum, promulgada en 1891. “Las cosas nuevas” (res novae) de esa época afectaban a las sociedades con las revoluciones industriales y, sobre todo, al mundo de los trabajadores que se desempañaban en un ambiente de lucha entre las ideologías del capitalismo y del marxismo, que luego de la Segunda Guerra Mundial lograron dividir el mundo en dos bloques.

El mismo León XIV se encargó, en la reunión con el cuerpo cardenalicio el sábado 9 de mayo, de explicar la elección de su nombre, haciendo una conexión con nuestra época contemporánea y la inteligencia artificial, que también requiere ser estudiada e iluminada por los principios de la Doctrina Social de la Iglesia. Con todas estas referencias, podemos anticipar no sólo un programa de animación y gobierno, sino además una encíclica que enriquecerá la enseñanza social con algún nuevo principio, como lo han hecho otros pontífices con las grandes encíclicas sociales, especialmente cuando los cambios han sido epocales. 

El nombre León nos abre a pensar también a los tantos Atila (Putin se asemeja bastante a este personaje) que tienen y acumulan poderes con estilos provocativos para acrecentar los dominios sobre otros pueblos o área geográficas. ¿Cuál será el estilo de León XIV frente a estos poderes fuertes y emergentes y cómo se enfrentará y buscará dialogar con ellos? En este sentido, el Papa Francisco ha tenido el gran coraje y mérito de denunciar y, sin embargo, los resultados de cambios no han sido hasta ahora apreciables. 

“La paz este con ustedes”

Han sido las primeras palabras que ha pronunciado, recubiertas de un prolongado aplauso. A esta expresión asocia enseguida dos significativos atributos: desarmada y desarmaste. Son expresiones que, en el lenguaje moderno, para no correr el riesgo de recubrirse de ingenuidad, deben poderse unir al dialogo y a la diplomacia. Con el persistente sonido de las armas en nuestra época, parecen terminar escondidas bajo la ceniza. La guerra fría se mantuvo sobre el concepto de paz armada. El miedo recíproco para mantener la paz implicaba mantenerse armados.

León XIV en este exordio ha sido muy directo cuando nos ha recordado las raíces evangélicas de la paz, refiriéndose al Resucitado que se aparece a los apóstoles y los saluda “Les doy mi paz, les dejo mi paz”. Se apela al fundamento evangélico de la paz y con esto ejerce una de las funciones propias del ministerio petrino: proclamar la primacía de la fe sobre toda forma de ideología. Un gran desafío que requiere volver a los orígenes del cristianismo, cuando los cristianos se distinguían justamente por su alegría y su caminar juntos en la construcción de las comunidades cristianas que fueron el punto de partida de la Iglesia que crecerá también como una institución con su propia estructura y reglas.

“Con ustedes soy cristiano para ustedes soy obispo”

Son palabras de San Agustín –el Papa pertenece a la Orden de los Agustinos–. Es una expresión que, pronunciada en este contexto, parece ser el soporte de aquellos puentes que manifiesta rápidamente querer construir dentro de la Iglesia y hacia afuera. Los puentes unen y reducen las distancias, pero necesitan apoyarse sobre pilares firmes. La invitación es explícita al Pueblo de Dios a colaborar con él y compartir los caminos de la paz. Nos preguntarnos en qué medida los caminos sinodales más colegiales y de comunión que han comenzado con el Papa Francisco tendrán continuidad con León XIV. ¿Cómo se planteará el nuevo pontífice frente a las posturas de sectores más conservadores? Vale también la pregunta: ¿en qué medida la universalidad y diversidad de la Iglesia, que ha dado un espectáculo de unidad con esta elección, podrá encontrar los adecuados caminos para acelerar una descentralización administrativa con mayores espacios de corresponsabilidad para los laicos y las figuras femeninas? En otras palabras: ¿se podrá pensar en sínodos continentales para que las Iglesias locales en los circuitos de la comunión eclesial puedan manifestar expresiones de su propia encarnación evangélica? El nuevo pontífice, tiene tareas desafiantes, y ojalá nos pueda orientar de una manera clara y sustentable (entendido como continuidad en el tiempo) por los cambios necesarios para que la Iglesia realice sus obras sociales, como recurrir a la tecnología digital e inteligencia artificial como soluciones visibles para problemas reales. 

La construcción de una nueva cultura

En esta nueva etapa del ciclo histórico de la Iglesia en el mundo contemporáneo, la figura de San Agustín y de León XIII parecen tomarse de la mano para iluminar los caminos de una nueva cultura cristiana centrada en un nuevo humanismo. Es crucial estar atentos y abrirnos a descubrir las proyecciones de nuestra propia fe en los cambios culturales en curso y los que vendrán. Este pontificado tendrá mucho que decir y enseñarnos. A cada pontífice el Maestro le confió un ejemplar de las llaves del Reino, teniendo en su poder las originales San Pedro.

Las respuestas no son inmediatas porque los temas son complejos y el nuevo pontífice los abordará con su estilo propio que iremos descubriendo, y que no será diferente al de su predecesor, por más que haya sido un cardenal creado por él y cercano a Francisco. 

La preparación al cónclave a través de las congregaciones de los cardenales, dándose el tiempo de escuchares unos a otros, es ya un primer ejemplo de la nueva cultura necesaria para los tiempos actuales, apoyada en la escucha mutua y la manifestación clara de las realidades de sus propias iglesias de proveniencia. Todo esto contribuye a profundizar la perspectiva global de León XIV, seguramente contribuirá a dimensionar la gradualidad y las prioridades de cómo enfrentar los desafíos. Un buen método de trabajo y comunión es ya claro signo de un camino lleno de paz y entendimiento.

Las respuestas no son inmediatas porque los temas son complejos y el nuevo pontífice los abordará con su estilo propio que iremos descubriendo, y que no será diferente al de su predecesor, por más que haya sido un cardenal creado por él y cercano a Francisco. 

La preparación al cónclave a través de las congregaciones de los cardenales, dándose el tiempo de escuchares unos a otros, es ya un primer ejemplo de la nueva cultura necesaria para los tiempos actuales, apoyada en la escucha mutua y la manifestación clara de las realidades de sus propias iglesias de proveniencia. Todo esto contribuye a profundizar la perspectiva global de León XIV, seguramente contribuirá a dimensionar la gradualidad y las prioridades de cómo enfrentar los desafíos. Un buen método de trabajo y comunión es ya claro signo de un camino lleno de paz y entendimiento.

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