Autor: Pedro Morandé
Instituto de Estudios de la Sociedad
Santiago, 2017
246 págs


“Cultura y Modernización en América Latina” es el libro principal en la vasta obra de Pedro Morandé, un sociólogo que hizo toda su carrera académica en la P. Universidad Católica de Chile. El Instituto de Estudios de la Sociedad ha realizado la tercera edición de esta obra que cuenta con el cuidado y un estudio preliminar de Josefina Araos (IES, Colección Vanguardia, 2017), y que preserva la memoria de un libro publicado originalmente por el Instituto de Sociología UC (1984) y luego reeditado en España por Ediciones Encuentro (1987).

“Cultura y Modernización en América Latina” fue un libro que abrió un programa de investigación que podría resumirse en sus propios términos como “superación de la crisis del desarrollismo neomodernista mediante la comprensión de su historicidad, comprensión que se hace posible solo por el reencuentro con el ethos particular de las sociedades latinoamericanas” (p.70 en esta edición). La crítica del desarrollismo –es decir, de proyectos de modernización que hacen tabula rasa de la cultura en que se implantan– ocupa una parte importante del libro. La promesa principal de la modernización ha sido eliminar el sacrificio y ofrecer un mundo que sale y retorna enteramente en manos del hombre (y que puede denominarse como uno quiera, “sociedad sin clases” o “mercado perfecto”). Franz Hinkelammert había mostrado que la eliminación del sacrificio era el horizonte utópico de la modernidad y que solo podía servir como concepto límite para apreciar la distancia entre la realidad y la promesa. Cualquier proyecto histórico que proclamara el propósito de eliminar el sacrificio, era él mismo sacrificial hasta el grado máximo en que se conoció entonces con el marxismo soviético, o que se habría de conocer con el liberalismo a ultranza que dejaba en el mismo instante en que se escribió este libro un reguero de miseria y de pobreza en nuestro propio país. El sacrificio, sin embargo, es el núcleo constitutivo de la cultura. Este libro se nutre doblemente de la teoría del sacrificio tal como fue elaborada en la tradición de la sociología antropológica francesa (Durkheim, Mauss, Bataille) y de la teoría de la cultura elaborada en la tradición del historicismo alemán de Alfred Weber. El sacrificio constituye lo sagrado bajo la forma de una ofrenda que realiza el tránsito entre la naturaleza (aquello que es útil, material y económico) y la cultura que en adelante se identifica con lo inútil y generoso. En el sacrificio está contenida la capacidad del hombre de trascender su existencia natural y material (y Durkheim agregaría, individual y solitaria) para cobrar conciencia de sí mismo como ser social y cultural. Eliminar el sacrificio (o si se quiere decir expresamente, la religión) equivale a abolir la cultura y esta específica capacidad del hombre de reconocerse como hombre que se consigue solo cuando ofrenda su propia existencia a Dios. El proyecto de la modernidad esconde esta pretensión secularizadora que sella también su propio fracaso en lo que la teoría crítica alemana de la Escuela de Frankfurt llamaba “introyección del sacrificio”, que se retoma en los mismos términos en este libro como fundamento de la crítica a la Ilustración. El sacrificio no ha sido eliminado en el mundo moderno sino solamente introyectado, es decir, desplazado desde una coacción exterior hacia una interior a través de la cual el hombre anula su propia libertad, como Ulises, que se ata a sí mismo en el mástil de su embarcación para resistir el canto de las sirenas. “Cultura y modernización en América Latina” finaliza con un llamado a reconocer el sustrato cultural del continente sobre el que debería descansar cualquier proyecto de modernización con sustento histórico.

La tesis histórica del libro –que posteriormente fue objeto de mucha controversia académica– es que la síntesis cultural latinoamericana operó a través del rito (y no de la palabra) y tuvo como sujeto al mestizo (y no al criollo ni al indígena). La particularidad de América Latina es que la conquista –a pesar de que fue un encuentro violento y asimétrico– produjo una síntesis cultural que se reconoce en el mestizaje, y que nos distingue de la colonización norteamericana que se desarrollaba casi al unísono. Esta síntesis cultural, por otra parte, tuvo un carácter ritual que se expresa sobre todo en la legitimación cúltica del trabajo, en el sentido en que se trabaja –y se continuó haciéndolo dentro de la hacienda y aún en las ciudades– para producir la ofrenda que conmemora la vida y la comunidad, y cuyas huellas se pueden encontrar por doquier en el calendario festivo de la religiosidad popular hasta el día de hoy. No hubo pues introyección del sacrificio a través del trabajo ascético y del rigorismo religioso que conducen hacia la síntesis cultural de la Ilustración, sino un ethos barroco caracterizado por la dilapidación festiva, la primacía de la imagen y de la representación y de la generosidad ritual. “Cultura y Modernización en América Latina” fue un libro escrito en el marco del proceso de revalorización de la religiosidad popular que se desencadenara con Puebla (1979) y forma parte de este esfuerzo que alentaron intelectuales católicos como Alberto Methol Ferré, Lucio Gera, Enrique Dussel, Renato Poblete y muchos otros, dentro de los cuales Pedro Morandé sobresalió por la originalidad y profundidad de su pensamiento.


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