Cada dos años ACN publica el informe que da cuenta del estado de situación en torno al derecho y ejercicio de la libertad religiosa en el mundo. En esta ocasión, por primera vez Chile aparece señalado como uno de los países en que este derecho se ve amenazado. Y el resto de las cifras no son alentadoras: en 62 de los 196 países del mundo se viola de forma sistemática la libertad religiosa.

© Humanitas 97, año XXVI, 2021, págs. 352 - 361.  

En 62 de los 196 países del mundo se viola de forma sistemática la libertad religiosa. En 36 de ellos, la discriminación se produce en la vida social, en el acceso al trabajo o en la educación. En 26 países la persecución llega hasta el secuestro y el asesinato. 

Chile, por primera vez, aparece en el Informe de Libertad Religiosa como un lugar donde este derecho se ve amenazado.

Hoy, sin darnos cuenta, en forma solapada, se ha ido perdiendo la libertad religiosa. Pequeñas cosas del día a día que pueden ser imperceptibles van sumando y nos hacen más permeables a la acción de grupos antirreligiosos. Hablamos, por ejemplo, de eliminar las imágenes religiosas de los colegios o la prohibición de llevar una medalla al cuello. Sin embargo, esto que partió así, en pequeño, de a poco, en otros lugares del mundo, se ha ido transformando en situaciones que ponen en juego la vida. En muchos países ir a Misa los domingos es un acto de verdadero heroísmo y deben pasar por detectores de metales en las puertas para evitar que personas inescrupulosas pongan bombas y siembren muerte entre los creyentes. 

La discriminación contra los creyentes y la falta de libertad religiosa tiene muchas caras y el estudio realizado por Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) nos devela una cifra lapidaria: 5 mil 200 millones de personas viven en países donde no se respeta la libertad religiosa. 

¿Cómo llegamos a esto? En muchos países ponen en tu carnet la religión a la que perteneces, con lo que no puedes acceder a ciertos puestos de trabajo.

En otros lugares no puedes tener una Biblia en tu casa, o es imposible llevar símbolos religiosos. O, lo que es peor, como está sucediendo en Pakistán, niñas y mujeres jóvenes son raptadas y obligadas a convertirse al islam para así ir reduciendo la población cristiana y favoreciendo ciertos nacionalismos que confunden la religión con el ser parte de un territorio. 

Estos son algunos datos que revela la investigación que Ayuda a la Iglesia que Sufre ha dado a conocer a través de su XV Informe de Libertad Religiosa, publicado el pasado 20 de abril. Un documento que pone de manifiesto que este derecho fundamental está en claro retroceso en el mundo. Una realidad que sufren todos los credos, aunque son los cristianos las principales víctimas de discriminación y persecución: 27% de ellos viven en países donde no se respeta la libertad religiosa. 

A través de este Informe de Libertad Religiosa en el Mundo, ACN busca despertarnos y remecer nuestra conciencia, para estar más alertas ante esta realidad que padece un gran número de personas frente a nuestra mirada, muchas veces indiferente.

La discriminación contra los creyentes y la falta de libertad religiosa tiene muchas caras y el estudio realizado por Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) nos devela una cifra lapidaria: 5 mil 200 millones de personas viven en países donde no se respeta la libertad religiosa.

En algunos lugares las evidencias son más duras. Las conclusiones del Informe de Libertad Religiosa muestran que el 67% de la población africana vive en países donde se perpetran graves ataques a este derecho fundamental. La situación del continente africano empeora con preocupación, por un incremento de la persecución, sobre todo en el África subsahariana, también llamada la región del Sahel. 

La aparente mejora de los conflictos en Medio Oriente ha hecho que grupos radicales islámicos se trasladen al continente africano. Allí se están produciendo situaciones límite y éxodos masivos de refugiados que, además, tienen que hacer frente a la pobreza y a un nuevo enemigo: el Covid-19. Es el caso de Burkina Faso, República Centroafricana, Nigeria o Mozambique, entre otros.

Marcela Szymanski, parte del equipo de 40 expertos que redactaron el informe, lo afirma con claridad: “África es el nuevo Medio Oriente, sí, al perder el Estado Islámico su terreno en Irak y Siria ha buscado otros lugares donde obtener recursos y territorio. Los yihadistas han llegado para quedarse”. Recuerda que en 23 de los 53 países africanos se viola la libertad religiosa y en 12 de ellos la persecución es extrema. Por ejemplo, 60% del territorio de Burkina Faso ya no es accesible para ninguna agencia humanitaria y en el caso de Mozambique vemos cómo han capturado puertos desde los que controlan los accesos y pueden ejercer el tráfico ilegal de productos, minerales y hasta personas.

La aparente mejora de los conflictos en Medio Oriente ha hecho que grupos radicales islámicos se trasladen al continente africano. Allí se están produciendo situaciones límite y éxodos masivos de refugiados que, además, tienen que hacer frente a la pobreza y a un nuevo enemigo: el Covid-19.

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18 de enero 2020 Calcuta

18 de enero, 2020, Calcuta, India: mujer musulmana sostiene pancarta durante uno de los 10 días de manifestaciones contra NRC (registro nacional de ciudadanía) y CAB (proyecto de ley de enmienda de ciudadanía) que otorga la ciudadanía india a los no musulmanes de Afganistán, Pakistán y Bangladesh, aprobada por el gobierno indio en diciembre de 2019 y que ha generado violencia, huelgas y protestas en toda el país. ©Picture Alliance / ZUMAPRESS.com / Avishek Das

Fotografía de la libertad religiosa 

Cada vez se margina más a los creyentes; detrás de cada país pintado de rojo o naranja en el mapa de la libertad religiosa, hay mártires. Eres perseguido, sufres el exilio o eres víctima de secuestros. 

En concreto, ¿quiénes atacan la libertad religiosa? Además del extremismo islamista, hay 43 gobiernos autoritarios que cada vez, con mayor fuerza y de las formas más variadas, restringen la libertad religiosa.

Hablar de ello es importante, pero hace falta un conocimiento más cercano de esta realidad. Pese a que el año 2020 Naciones Unidas instituyó el Día de Conmemoración de las Víctimas de Actos de Violencia basados en la Religión o las Creencias, los hechos demuestran que la discriminación continúa aumentando. 

En concreto, este informe muestra que nueve países se incorporaron a la larga lista de naciones donde se vulnera la libertad religiosa. En concreto, ¿quiénes atacan la libertad religiosa? Además del extremismo islamista, hay 43 gobiernos autoritarios (China, Corea del Norte, por ejemplo) que cada vez, con mayor fuerza y de las formas más variadas, restringen la libertad religiosa.

Marcha pide reapertura de iglesias y celebracion de sacramentos Marcha pide reapertura de iglesias y celebración de sacramentos.

En China vemos que se aplican métodos draconianos. Han instalado millones de cámaras en todo el país para evaluar qué hacen sus ciudadanos. Los celulares también rastrean los datos y comportamientos de las personas, saben con quién han estado o dónde han ido. Así ven su comportamiento. Arman tu perfil para saber qué tan religioso eres y todo esto se guarda y da un puntaje que más tarde puede restringir el acceso a distintas participaciones en la vida social del país. 

También nos encontramos con otros cuatro países donde el nacionalismo religioso es lo que motiva la discriminación. Es el caso de India, donde el partido en el gobierno entiende que para ser indio debes seguir la religión hindú.

Una nueva amenaza para la libertad religiosa: la pandemia

El Covid-19 ha representado un nuevo riesgo. Por un lado, distrae la atención mundial, lo que es aprovechado por los extremistas para avanzar en sus afanes territoriales y, por otra parte, ofrece la oportunidad de culpar a las minorías de ser los causantes de la pandemia. Algo que cualquiera puede refutar, pero cuando son muchos los que acusan y en forma violenta, se torna más plausible. 

Otras veces, el ser cristianos ha perjudicado a familias que se han visto privadas de las ayudas estatales o de beneficencia que privilegiaron a otros grupos al momento de ser otorgadas, como ocurrió al iniciarse la pandemia en Pakistán.

De ahí la importancia de brindar ayuda a los sacerdotes, a los religiosos, a los catequistas, para que puedan apoyar a los cristianos perseguidos y no dejarlos solos frente a gobiernos hostiles o, en el mejor de los casos, indiferentes. 

Otras veces, el ser cristianos ha perjudicado a familias que se han visto privadas de las ayudas estatales o de beneficencia que privilegiaron a otros grupos al momento de ser otorgadas, como ocurrió al iniciarse la pandemia en Pakistán.

Ayuda a la Iglesia que Sufre presta atención a los cristianos perseguidos en los cinco continentes, entregando ayuda humanitaria, sustento a sacerdotes, seminaristas, religiosos y religiosas, acompañando y fortaleciendo la fe de catequistas, brindando ayuda legal a quienes ven violados sus derechos y un sinfín de ayudas que representan un importante apoyo para quienes son perseguidos y sufren discriminación. Una ayuda que alivia su dolor y que les demuestra que el mundo se preocupa de ellos, que no están solos, que no los hemos olvidado[1].

¿Qué es la libertad religiosa? 

El derecho a la libertad religiosa es un derecho fundamental que funciona como un medidor de otros derechos, como el de expresión o reunión. Si se viola la libertad religiosa, se vulneran otros derechos y se establece que no hay lugar para quienes piensan distinto. 

El hombre, lo sabemos bien, aunque algunos quieren esconderlo, tiene derecho a creer. Así está recogido en el artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: 

Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual o colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia. 

En la práctica, este reconocimiento debería traducirse en que los países establezcan leyes destinadas a garantizar que las personas tengan un espacio para, libremente, creer o no creer. 

Entre los derechos fundamentales del ser humano, la libertad de religión juega un papel único: reconoce que los seres humanos podemos albergar convicciones profundas que moldean nuestra identidad y permean todos los aspectos de nuestra vida.

La misma Declaración dispone que los padres tienen derecho a educar a sus hijos en la fe que ellos profesan. Eso forma parte de la libertad religiosa: la de transmitir a los hijos lo que se estima corresponde a la verdad.

Entre los derechos fundamentales del ser humano, la libertad de religión juega un papel único: reconoce que los seres humanos podemos albergar convicciones profundas que moldean nuestra identidad y permean todos los aspectos de nuestra vida. La libertad de religión también cubre una amplia variedad de manifestaciones prácticas de las convicciones existenciales del individuo, tales como la libertad de celebrar el culto en comunidad, de mostrar su identidad religiosa de forma visible, de educar a los propios hijos en conformidad con sus convicciones, y muchos otros aspectos. Sin apreciar el papel específico de la libertad de religión, los derechos humanos no harían justicia a la condición humana; de hecho, dejarían de ser plenamente humanos. 

La libertad mal entendida, la de quienes pretenden obstaculizar a los demás en sus creencias, es el derecho a atentar contra las conciencias. 

La misma declaración de la ONU nos dice: 

Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. Además, no se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se trata de un país independiente, como de un territorio bajo administración fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra limitación de soberanía. 

En la práctica, y el Informe de Libertad Religiosa nos lo recuerda, en un tercio de los países del mundo se viola la libertad religiosa. Una cifra que nos debiera poner en alerta y estar atentos a que este derecho no se vea postergado por la violencia o una mal entendida defensa de la fe.

El caso de Chile 

Por primera vez, en los 30 años que se realiza el Informe de Libertad Religiosa en el Mundo, Chile aparece mencionado como un punto preocupante. Una situación que causó sorpresa en quienes elaboran el Informe, pero que en Chile ya comenzábamos a visualizar. 

La quema de lugares de culto, que suma más de 50 a lo largo del país, es una clara evidencia. A eso agregamos los rayados de paredes y la destrucción de imágenes sagradas. Pero también hay aspectos no tangibles: la falta de acceso a clases de religión, la pérdida de respeto por lo sagrado, que van entregando una dimensión de las pérdidas sufridas en el país.

El Informe de Libertad Religiosa señala en su acápite dedicado a nuestro país: “En una violencia inusitada, Chile ha visto numerosos templos destruidos por llamas provocadas por personas, jóvenes en su mayoría, que destruían todo a su paso. Lugares de oración, donde se reúnen, se juntan y celebran la Misa”. 

Padre Pedro Narbona parroco de La Asuncion y Veracruz Santiago de Chile Padre Pedro Narbona, párroco de La Asunción y Veracruz, Santiago de Chile.

Uno de los sacerdotes afectados por esta violencia es el padre Pedro Narbona, párroco de la Veracruz y de La Asunción, dos iglesias emblemáticas que fueron vandalizadas en el centro de Santiago, en el marco del “estallido social”. “Nunca pensamos que iba a ser tanto el ensañamiento contra los creyentes. Tanta agresividad, fue una experiencia desgarradora. La rabia de los delincuentes no vio que detrás de esos ladrillos está la vida de fe de personas, de familias concretas”, recuerda el Padre Narbona. 

“En una violencia inusitada, Chile ha visto numerosos templos destruidos por llamas provocadas por personas, jóvenes en su mayoría, que destruían todo a su paso. Lugares de oración, donde se reúnen, se juntan y celebran la Misa”.

Las comunidades de esas parroquias fueron reconocidas por Ayuda a la Iglesia que Sufre España con el Premio a la Libertad Religiosa 2021, por haber puesto una palabra de perdón y demostrado con la fe que es posible reconstruir. Los parroquianos acudieron a limpiar los escombros y luego siguieron reconstruyéndose como comunidad. 

“Hoy estamos abocados a la reconstrucción en cada uno de nosotros. Sin rabia, sin odiosidad, sin rencor, rezando para que el Señor convierta los corazones. Construir cultura del encuentro, civilización del amor”, dice el padre Pedro Narbona, quien también es el asesor espiritual de Ayuda a la Iglesia que Sufre Chile. 

Y continúa: 

Resucitar como Jesucristo que nos toma de la mano y nos invita a seguir construyéndonos interiormente fortalecidos. Ya veremos cómo reconstruimos lo material, pero hoy estamos preocupados y abocados fundamentalmente a esa reconstrucción que está haciendo el Señor Resucitado en cada uno de nosotros, sin rabia, sin odiosidad, sin rencor; al contrario, rezando también para que se conviertan los corazones especialmente de aquellos que, a través de la violencia, pisotean la dignidad del otro.

Latinoamérica, al igual que Chile, ha sido remecida por episodios de violencia religiosa. Argentina también ha sufrido la quema de iglesias y los conflictos vividos en El Salvador también han dejado un saldo de templos profanados y destruidos.

Iglesia de San Francisco de Borja arde durante manifestaciones en Santiago de Chile

Iglesia de San Francisco de Borja arde durante manifestaciones en Santiago de Chile.

TESTIMONIO DEL PADRE EMMANUEL YUSAF, DIRECTOR NACIONAL DE LA COMISIÓN NACIONAL JUSTICIA Y PAZ, PAKISTÁN 

A lo largo de mis más de 45 años de sacerdote en Pakistán, he luchado defendiendo a nuestra comunidad contra un trasfondo de persecución y discriminación. Cuando los cristianos del campo y de las fábricas de ladrillos no recibían la parte que les correspondía de trigo o de arroz, me he acercado a los patrones y a los propietarios de las fábricas y les he pedido que den salarios justos y pongan fin a esta injusticia. Cuando me he enterado de que los niños de mi parroquia no recibían la educación que merecen, he fundado escuelas y albergues. 

He trabajado en comunidades rurales en las que no se respetaba a los cristianos a causa de su fe y donde tenían prohibido entrar en tiendas, restaurantes y cafeterías; en estos lugares, a nuestros fieles no se les permite tocar vasos ni cualquier otro utensilio que pueda utilizar la comunidad mayoritaria. Y hemos apoyado a niñas de los credos minoritarios que corren un peligro especial.

Son niñas a las que, a pesar de ser menores de edad, las secuestran y las obligan a convertirse y casarse; y no les queda más que sufrir violaciones y otros tipos de abusos. El drama de estas niñas manifiesta que vivir en Pakistán como minoría religiosa se está haciendo cada vez más difícil. 

Y aunque se han producido algunas mejorías, los extremistas explotan las enmiendas a las leyes de blasfemia de la década de 1980 haciendo un mal uso de la legislación para aterrorizar a las comunidades de fe minoritarias. Estas familias pobres y marginadas viven con miedo de ser acusadas de blasfemia, delito que se castiga con la ejecución o la cadena perpetua. He estado implicado en numerosos casos, en especial el de Asia Bibi, que estuvo en el corredor de la muerte durante casi una década antes de que, finalmente, venciera la justicia. 

El caso de Salamat Masih y sus tíos me acompañará siempre. Salamat fue acusado de escribir comentarios blasfemos (“PBSE”) sobre el profeta musulmán Mahoma. También acusaron a sus dos tíos. No se tuvo en cuenta que Salamat solo tenía doce años y que era analfabeto; tampoco se tuvo en cuenta que el escrito estaba en caligrafía y utilizaba un lenguaje religioso solo utilizado por el clero musulmán. A pesar de ello, fueron declarados culpables y, antes de que siquiera pudiera hacerse justicia, tres hombres armados con rifles automáticos dispararon contra Salamat y sus tíos. Uno de los tíos, Manzur Masih, murió a causa de las heridas; el otro y el propio Salamat resultaron gravemente heridos, pero, gracias a Dios, sobrevivieron. Lo peor llegó cuando condenaron a muerte a Salamat y al tío que había sobrevivido. Trabajé sin descanso con el abogado de la familia para que se revocase la sentencia. Lo acabamos consiguiendo. Por desgracia, también mataron a sangre fría al juez que los declaró inocentes. Desde entonces estamos trabajando para reconstruir la vida de Salamat, su tío, sus parientes y otras cuarenta familias del pueblo del que huyeron la noche en que se lanzó la primera acusación. Agradezco a Ayuda a la Iglesia que Sufre el auxilio recibido para estas familias en situación desesperada y que nos haya apoyado para defender a estas personas de las acusaciones falsas. 

También agradezco a ACN el trabajo que realiza en el ámbito de la libertad religiosa. De hecho, este informe Libertad religiosa en el mundo no podía ser más oportuno. Cuanto más conozca el mundo los actos y las omisiones a causa del odio religioso, más podrá hacer para evitarlos. En un mundo complejo y herido, la mejor salvaguarda contra las respuestas irreflexivas, así como contra el señalamiento ineficaz de la virtud, es un reportaje claro y completo, acompañado de esclarecedores y equilibrados análisis. Esto es lo que se compromete a proporcionar el informe de ACN, que sigue los casos de abusos religiosos mucho después de que las cámaras de televisión se hayan ido y la historia haya seguido su curso. Esta organización es digna de elogio por su férrea defensa de la libertad religiosa, derecho humano básico no menos importante ahora que en épocas pasadas


Notas 

[1] Para conocer más de la labor de Ayuda a la Iglesia que Sufre, leer el informe de Libertad Religiosa en el mundo, o cooperar con los muchos proyectos desarrollados en distintos países, se puede encontrar información en la web www.acn-chile.org

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