La primera lectura, del Libro del profeta Isaías (Is 58,1-9a), nos dice cuál es el ayuno que quiere el Señor: “desatar las correas del yugo, liberar a los oprimidos, quebrar todos los yugos”. El ayuno es uno de los deberes de la Cuaresma. Si no puedes hacer un ayuno total, ese que hace tener hambre hasta los huesos, haz un ayuno humilde, pero de verdad. Isaías advierte tantas incoherencias en la práctica de la virtud: cuidar de los propios negocios, del dinero, etc., mientras que el ayuno es despojarse un poco.

Hay que hacer penitencia, pero en paz: no puedes, por una parte, hablar con Dios y por otra hablar con el diablo, porque es incoherente. No ayunéis más como lo hacéis hoy, que se entera todo el mundo: “Sí, nosotros ayunamos, somos católicos, practicamos y además pertenezco a tal asociación, donde ayunamos siempre y hacemos penitencia”. ¡No! Ayunad con coherencia. No hagáis penitencia incoherentemente, como dice el Señor, con ruido, para que todos la vean y digan: “Mira qué persona tan justa, qué hombre tan justo…”. Eso es un disfraz; es maquillar la virtud. Hay que maquillarse, pero en serio, con la sonrisa, es decir, que no se note que se está haciendo penitencia. Ayuna para ayudar a los demás, pero siempre con una sonrisa.

El ayuno consiste también en humillarse y eso se hace pensando en los propios pecados y pidiendo perdón al Señor. “Pero si ese pecado que hecho se supiera, si saliera en los periódicos, ¡qué vergüenza!”. Pues eso, ¡avergüénzate! Pienso en tantas empleadas del hogar que se ganan el pan con su trabajo, pero que son humilladas, despreciadas… Nunca olvidaré una vez que fui a casa de un amigo siendo niño. Y vi a su madre darle una bofetada a la criada, ¡que tenía 81 años! No se me olvida eso. “No, Padre, yo nunca doy una bofetada”. Ya, pero, ¿cómo las tratas: como personas o como esclavas? ¿Les pagas lo justo, les das vacaciones, es una persona o es un animal que ayuda en tu casa? Solo pensad eso. En nuestras casas, en nuestras instituciones, las hay. ¿Cómo me comporto yo con la empleada doméstica que tengo en casa, con las que están en casa? Hablando con un señor muy culto que explotaba a las empleadas, le expliqué que se trataba de un pecado grave, porque son como nosotros, imagen de Dios, mientras que él sostenía que era gente inferior.

El ayuno que el Señor quiere –como recuerda también la primera Lectura– consiste en “partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, cubrir a quien ves desnudo y no desentenderte de los tuyos”. Así pues, durante la Cuaresma hay que hacer penitencia, sentir un poco de hambre, rezar más y preguntarse cómo nos comportamos con los demás. ¿Mi ayuno sirve para ayudar a los demás? Si no, es fingido, es incoherente, y te lleva por la senda de la doble vida: aparento ser cristiano, justo…, como los fariseos, como los saduceos, pero, por dentro no lo soy. Pide humildemente la gracia de la coherencia. ¡La coherencia! Si no puedo hacer una cosa, no la hago. Pero no hacerla incoherentemente. Hacer solo lo que puedo hacer, pero con coherencia cristiana. Que el Señor nos dé esa gracia.


 Fuente: Almudi.org

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