Hoy ya sabemos que la verdadera riqueza de los pueblos no estriba primariamente en la capacidad de producir y transformar materias primas. Nuestro principal recurso consiste actualmente en la potencialidad para generar nuevos conocimientos, así como en la agilidad y versatilidad para procesar y transmitir información.

La Universidad actual se encuentra en el filo de la navaja. Su posición es más notoria y brillante que nunca, porque estamos cruzando el dintel de la sociedad del conocimiento, en la cual las demandas de generación y transmisión del conocimiento son cada vez más perentorias. Y no ha surgido ninguna otra corporación que sea capaz de realizar estas tareas mejor que la Universidad. Mas, de otra parte, las propias instituciones académicas están sufriendo un proceso de vaciamiento interno, ya que en ellas decaen los ideales que las vienen alentando desde hace ocho siglos. De ahí que sea imprescindible y urgente repensar la Universidad.

La propia dinámica de la nueva sociedad exige continuas innovaciones, hallazgos permanentes de lo nuevo. De lo contrario, se estanca y suscita problemas de saturación y sobrecarga que generalizan el riesgo como forma de vida.

Lo que en el fondo siempre ha impulsado hacia el descubrimiento de lo inédito es el amor a la verdad, pasión central de los universitarios. Y resulta que, desde hace más de un siglo, la idea misma de verdad se ha visto sometida a una implacable sospecha. Ya no se considera como una peligrosa ilusión que fomenta las actitudes dogmáticas y el fundamentalismo. La verdad sólo es aceptable si se relativiza, es decir, si se disuelve.

Se trata de que la Universidad reencuentre su alma, sin caer en la esquizofrenia de enfrentar su contribución al progreso con el respeto a la tradición humanista. Los universitarios mismos nos estamos dejando llevar por la falacia de que la solución al problema de la Universidad depende de una feliz regulación legislativa y de una mayor afluencia de recursos económicos provenientes de los presupuestos públicos y de las empresas privadas. No nos percatamos de que burócratas y tecnócratas, salvo honrosas excepciones, no entienden en qué pueda consistir lo específicamente universitario, y además no les inquieta en absoluto. La salida del atolladero nunca vendrá desde fuera de la Universidad. Son los propios universitarios –profesores, gestores y alumnos– quienes han de renovar desde dentro la institución. Nadie lo va a hacer por ellos, mejor que ellos, si ellos no lo hacen.

No entro aquí en la artificial polémica entre universidades públicas y privadas, porque me considero vinculado a ambos modelos, y no creo que esa diferencia sea sustancial. Me parece que ha llegado la hora de pensar en serio acerca de la Universidad. Los nuevos canales de información y comunicación han taladrado todas la posibles fronteras administrativas, pero su uso sólo será fecundo y justo si se refuerza la prepara intelectual y la formación ética de los actuales y los futuros investigadores.

La Universidad –y con ella la sociedad entera– se juega su destino en el tratamiento que conceda a los saberes humanísticos.

Humanidades: ¿una causa perdida?

Mi alegato a favor de lo nuevo no pretende en modo alguno privar a los saberes humanísticos del poco prestigio que les queda en una sociedad fascinada por la eficacia y rapidez de las nuevas tecnologías del conocimiento y la información. Soy consciente de que no hay nada más intempestivo que defender el cultivo de las Humanidades en un contexto cuyo pragmatismo da un paso hacia delante cada día. Pero siempre recuerdo, a propósito de este tema, lo que dijo Jorge Luis Borges en una ocasión: «¿No sabe usted que los caballeros sólo defendemos causas perdidas?»

Estas causas perdidas –la de las Humanidades en el siglo XXI es una causa desesperada– son las únicas por las que merece la pena luchar, porque en ellas se juega la clave de nuestro destino. Desde luego, una institución en la que las Humanidades no ocupan un lugar principal ha dejado de ser una universidad.

Disciplinas que, hasta hace bien poco, constituían el núcleo de la enseñanza universitaria han quedado prácticamente abandonadas. Las lenguas clásicas, la Filosofía, la Historia, la Literatura, la Pedagogía…, no pasan frecuentemente de ser un componente ornamental de un entrenamiento que se considera unívocamente dirigido a la capacitación profesional en cuestiones técnicas, sanitarias, jurídicas o empresariales. No prenden entonces las vocaciones humanísticas, o son violentamente ahogadas por padres solícitos que velan por la prosperidad futura de sus hijos.

No pocos fenómenos actuales, que revelan decadencia cultural y pérdida de sentido, encuentran su trasfondo en ese feroz pragmatismo que desprecia cuanto no ofrezca una utilidad inmediata. Falta calado existencial para percibir los valores morales y no pocas veces se registra una grave ceguera para los significados religiosos. La vida humana se empobrece, la resignación campea y el conservadurismo consumista se generaliza.

Hay, con todo, una puerta entreabierta a la esperanza, que viene dada por la nueva línea de sutura entre la rebelión de los mundos vitales –sofocados por la colonización estructural– y la emergencia de las nuevas tecnologías. Las predicciones que aventuré hace unos años1 se han cumplido en buena parte, porque ha comparecido un nuevo territorio social que ya no se encuadra en el campo del Estado ni en el del mercado, sino que viene a configurar lo que hoy día se denomina cultura. Sin entrar ahora en el análisis del complejo significado actual de este vocablo, cabe subrayar que la proliferación de canales de comunicación y entretenimiento ha puesto en primer término la necesidad de una ingente cantidad de «contenidos» de carácter narrativo. Su producción es tarea de escritores y guionistas, profesiones típicamente literarias y con gran demanda hoy en día. Aunque no se trata de una necesidad coyuntural, porque la narratividad es una condición existencial inseparable del ser humano.

Por otra parte, las humanidades se han revelado como la base de actividades profesionales en las que el conocimiento de los caracteres de las personas presenta una importancia esencial, cual es el caso de la gestión de recursos humanos. Y el cúmulo de información y la finura de análisis que ofrecen las humanidades es, a mi juicio, superior a las aportaciones de las ciencias sociales [2] , aunque el camino que es preciso seguir actualmente exige un estrecho acercamiento entre las ciencias humanas y las disciplinas literarias.

La formación humanística confiere hondura a las profesiones, hasta el punto de que Pieper ha llegado a afirmar que toda actividad profesional vivida con rigor y seriedad presenta una dimensión filosófica3 , sin la cual pierde su capacidad creativa y se ve abocada a la mera rutina.

Si Max Weber pudiera levantarse de su tumba y darse un paseo por nuestras universidades,pronto le vendría a la memoria su célebre expresión «rutinización del carisma». ¿Qué es lo que distingue a un funcionario de la docencia de un maestro? ¿Qué es lo que convierte a un estudiante gregario en un inquieto buscador del saber? Lo que establece la diferencia es la creatividad, el afán del conocimiento nuevo, el ejercicio de la inteligencia como capacidad de salirse de los supuestos, de cuestionar el punto de partida en los planteamientos convencionales. Necesitamos reactivar la habilidad de diseñar de antemano las diversas formas como se puede objetivar el espíritu, es decir, como se puede humanizar el mundo y la sociedad. ¿Qué pasaría si las cosas fueran de otro modo o las hiciéramos de distinta manera?

La creatividad es una especie de efervescencia que no se logra con algo así como un «realismo en estado sólido» [4] , por utilizar una expresión de Millán-Puelles. Para saltar un obstáculo, hay que «tomar carrerilla»: apartarse físicamente de la barrera con objeto de ganar la aceleración precisa para superarla. Aparentemente, las humanidades nos apartan de la realidad inmediata. Pero lo que efectivamente nos facilitan es autotrascendernos. Una obra de arte, un gran libro, la comprensión sintética de un período de la historia, el planteamiento inédito de un problema metafísico, todas estas creaciones nos abren un mundo. Permiten que veamos otra faz de la realidad, a la luz quizá de la idealidad. La libertad civil sólo se convierte en una atmósfera social cuando proliferan los focos de innovación, de creatividad, de inconformismo. Si los sociólogos nos dicen que nos acercamos a una coyuntura histórica en la que nuestra vida estará afectada por riesgos menos previsibles, como el atentado contra las Torres Gemelas ha venido a confirmar, la mejor respuesta será un modo de pensar más libre, menos prendido a las objetividades ya sabidas. Y pensar así es una destreza que no se puede aprender si se prescinde del sentido de la cultura y de la ciencia, con el que se ha de familiarizar a los niños y a los jóvenes a través de la lectura.

Investigación innovadora

Según saben los lectores de libros de historia, el futuro no suele avanzar entre el fragor de las armas y el rumor de las habladurías. Prefiere casi siempre el atajo de las sendas perdidas, florece de improviso en ambientes serenos y fértiles. Los héroes de las narrativas reales rara vez fueron reconocidos por sus contemporáneos, no irrumpieron ruidosamente en el espacio público, mas tuvieron la elegante generosidad de labrar la tierra cuyos frutos otros recogerían.

Los que han hecho de la Universidad su forma de vida son los que saben –en contra de evidencias tan clamorosas como falaces– que la indagación de verdades nuevas es el método más adecuado para cambiar la sociedad desde dentro. La sociedad se mejora en el intenso silencio de las bibliotecas, en la atención concentrada de los laboratorios, en el diálogo riguroso de las aulas, en el servicio solícito de las oficinas y talleres, en la atención delicada y tenaz a los enfermos. Todas estas tareas universitarias son, en último término, investigación: afán gozoso y esforzado por encontrar una verdad teórica y práctica cuyo descubrimiento nos perfecciona al perfeccionar a los demás.

Buscadores, aficionados a desvelar enigmas y a descubrir portentos: eso es lo que son todos los hombres y mujeres que trabajan en la Universidad. Entienden la tarea encomendada a cada uno –profesor, alumno, enfermera, gestor– como una empresa de indagación compartida, cuya finalidad es encontrar lo bueno y lo mejor a través del avance en el conocimiento. Por eso los universitarios han de fomentar cada vez más entre ellos un convencimiento operativo y estable de que el laborar cuidadoso y creativo viene a ser el gran recurso para resolver los graves y acuciantes problemas que la condición humana tiene hoy planteados.

Si, deslumbrados por la fascinación caótica que actualmente ejerce la sociedad como espectáculo, desdeñaran esas cosas menores que forman el tejido de la cotidianidad profesional, estarían pagando un tributo lamentable a los ídolos del foro público. Sería una lástima lo que entonces dejarían de hacer. No se trata en modo alguno de propugnar un repliegue narcisista sobre la intimidad. Se trata, por el contrario, de redescubrir la competencia ética y social de los ciudadanos comunes y corrientes, cuyas iniciativas creadoras constituyen el origen de energías que permiten avanzar hacia la configuración de una sociedad más libre y justa.

«La concentración es el bien, la dispersión es el mal», decía el pensador norteamericano Ralp Waldo Emerson. Investigar es concentrarse en torno a focos de interés cuyo horizonte se dilata a medida que en ellos se penetra. Si falta la investigación, la conversación pública se trivializa y se degrada, el ejercicio de las profesiones pierde operatividad e incidencia pública, el carácter moral de las personas queda aislado y disperso. El individualismo egoísta erosiona lo que algunos llaman «capital social», es decir, la capacidad para trabajar cooperativamente en iniciativas y organizaciones sociales libremente promovidas por sus propios protagonistas.

La Universidad es la institución que, desde hace siglos y también ahora mismo, acierta a convertir la búsqueda personal de lo nuevo en una tarea cooperativa, cuyo fundamento no es otro que la confianza mutua. Si la sospecha abre grietas en la solidez de la confianza, se torna problemático servir al bien común de los estudios superiores, que estriba precisamente en romper entre muchos las barreras fácticas del conocimiento y desvelar así verdades nuevas. Cuando el bien común académico se desdibuja, cuarteado por la desconfianza crítica, se puede decir que la Universidad como institución desaparece del panorama social y deja de ser la escuela de solidaridad que hoy se está reclamando a gritos.

No es lo mismo el bien común que el interés general. Aquél es un concepto ético, éste es más bien un concepto técnico. Y sólo hay propiamente Universidad cuando las dimensiones morales de la convivencia prevalecen sobre las puramente utilitarias. Cabe entonces entender el bien común como un valor complejo y unitario, al que se sirve desde cualquier posición que se ocupe o cualquier edad que se tenga. Las sociedades del capitalismo tardío tienden a marginar a los jóvenes y ancianos, mientras que fijan casi todo su interés en un solo tipo de persona: el adulto infantilizado, ése que al parecer compone las millonarias audiencias televisivas. Por eso, como dice el Cardenal Lustiger, «los jóvenes acampan fuera de la ciudad», y a los viejos se los recluye de manera vergonzante. La Universidad, en cambio, debe ser capaz de integrar a todos en la tradición dinámica del saber, donde la curiosidad inventiva de los jóvenes, la madurez de los adultos y la experiencia de los mayores componen una especie de caleidoscopio que va ofreciendo figuras sorprendentes e irrepetibles. Imagen que nos sirve para entender la íntima conexión que en la Universidad acontece entre la investigación y el estudio.

La propia narrativa de las indagaciones científicas testimonia que no hay que esperar a situaciones ideales para lanzarse a investigaciones ambiciosas (aunque sólo sea porque las situaciones ideales, sencillamente, no existen). Lo decisivo es lo que Zubiri llama «voluntad de verdad», ese deseo incontenible de ponerse en claro con lo que las cosas son. No somos nosotros los que poseemos la verdad, es la verdad la que nos posee a nosotros. La verdad, dice Leonardo Polo, no admite sustituto útil. Esa verdad necesaria no nos encadena: nos libra de la irrespirable atmósfera del subjetivismo y de la esclavitud a las opiniones dominantes, que representan obstáculos decisivos para el despliegue de un diálogo seriamente humano.

Las «grandes amistades» que florecen en el diálogo universitario superan la estrechez del intercambio bilateral de opiniones y sentimientos. Vienen a ser como un dinamismo ascendente en el que somos arrastrados hacia zonas más libres y abiertas, donde emerge lo mejor de nosotros mismos, y los ideales cobran vida y parecen adquirir personalidad ante la mirada de la mente. El diálogo está entonces amasado más de silencios que de palabras. Los interlocutores escuchan calladamente la voz de una antigua y nueva sabiduría, la cual les aúna más estrechamente que el cruce de sus particulares ocurrencias.

La Universidad en la sociedad del conocimiento

Las grandes conmociones sociales y culturales que estamos viviendo en este inicio de siglo vuelven a prestar una sorprendente actualidad a los ideales universitarios de avance científico y humanístico. Como en otros momentos de su ya larga historia, la Universidad debe redescubrir en nuestro tiempo el papel decisivo que le corresponde en la orientación de cambios tan hondos. Porque la memoria histórica nos dice que dejarse llevar por la corriente de los acontecimientos externos equivale a la decadencia de la Universidad; mientras que su florecimiento sólo acaece cuando acierta a ser ella misma una institución abierta al cambio y activo factor de cambios.

La mutación que ahora se está produciendo implica, efectivamente, el paso de la sociedad industrial a la sociedad del conocimiento. La quiebra de la interpretación materialista de la historia no sólo se ha hecho patente en los acontecimientos de la Europa del Este, sino que está mostrando su miseria en la entropía moral de los países consumistas, cuyas patologías sociales –especialmente las que conciernen a la disolución de la familia– son cada día más inquietantes. Ahora bien, este decaimiento ético discurre en paralelo con una prometedora «revolución silenciosa» que está transformando positivamente nuestro modo de trabajar y de pensar. Hoy ya sabemos que la verdadera riqueza de los pueblos no estriba primariamente en la capacidad de producir y transformar materias primas. Nuestro principal recurso consiste actualmente en la potencialidad para generar nuevos conocimientos, así como en la agilidad y versatilidad para procesar y transmitir información.

Claro aparece que, en una situación de esta traza, las demandas que se hagan a la Universidad serán tan perentorias como arduas de responder. Para estar a la altura de tales circunstancias epocales, para ser capaces de gestionar el cambio con originalidad y eficacia, la propia mentalidad de los universitarios habrá de experimentar una significativa renovación. Pero lo más interesante de este desafío reside en que el progreso que se nos está pidiendo es –como antes sugería– un avance hacia nosotros mismos, un nuevo encuentro con la genuina tradición de la Universitas studiorum. La nueva sensibilidad cultural, así como el impresionante despliegue de la ciencia y la tecnología en las últimas décadas, han roto los compartimentos estancos de las disciplinas convencionales, y están clamando por una nueva articulación de los conocimientos que vuelva a radicar la pluralidad de los saberes en la unidad de un horizonte humano con verdadero sentido.


NOTAS 

[1] Cfr. LLANO, Alejandro: La nueva sensibilidad. Madrid, Espasa Calpe, 1988.
[2] Cfr . GIRARD,e néR: Literatura, mímesis y antropología. Barcelona, Gedisa, 1984.
[3] PIEPER, Josef: El ocio y la vida intelectual. Madrid, Rialp, 7ª. Edic., 1998.
[4] Cfr. MILLAN-PUELLES, Antonio: Teoría del objeto puro. Madrid, Rialp, 1990.

► Volver al índice de Humanitas 33

Últimas Publicaciones

FRANCISCO DIEZ CLAVES DEL PONTIFICADO DE FRANCISCO , por Redacción Humanitas (2025). Desde la Redacción de revista Humanitas , recogemos diez aspectos determinantes del pontificado de Francisco: convivir con un Papa emérito, sus encíclicas y documentos importantes, viajes apostólicos, el combate a la cultura de los abusos, reforma de la Curia, su marcado ecumenismo, diplomacia vaticana, sinodalidad, enseñanza social, acento en la misericordia y en la esperanza. COMO UN HURACÁN DEL ESPÍRITU SANTO , por Jaime Antúnez Aldunate ( Humanitas 70 , 2013). Sin que mediase ningún signo previo, la Iglesia católica y el mundo entero ha presenciado, a partir de la renuncia al pontificado romano de S.S. Benedicto XVI el 11 de febrero de 2013 –y en un plazo de pocas semanas– el desencadenarse de una procesión de hechos magnos, como en una especie de súbito huracán del Espíritu Santo. En este editorial Jaime Antúnez, el entonces director de Humanitas, reflexiona sobre el hecho de la elección de un primer Papa latinoamericano y jesuita para la Iglesia universal. INTRODUCCIÓN A JORGE MARIO BERGOGLIO, UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL por Massimo Borghesi ( Humanitas 86 , 2017). En su libro Jorge Mario Bergoglio. Una biografía intelectual (Encuentro, 2018), el filósofo Massimo Borghesi expone y analiza las raíces intelectuales de Jorge Mario Bergoglio, desde su formación en la escuela jesuítica, hasta la influencia de la antropología de la polaridad de Romano Guardini y el pensamiento de Alberto Methol Ferré. Compartimos la introducción de la obra, cuya publicación fue autorizada para formar parte de Humanitas 86, 2017, número dedicado a la venida del Papa Francisco a Chile. LA INVOCACIÓN DEL “PUEBLO DE DIOS” EN EL PAPA FRANCISCO, por Eduardo Valenzuela Carvallo ( Humanitas 89 , 2018). La expresión Pueblo de Dios constituye, en la teología de Francisco, una renovada confianza “en la fuerza evangelizadora de la piedad popular” y de sus diversas expresiones. Con ella, el Santo Padre pone el acento en el llamado universal al sacerdocio y en la capacidad de todos los bautizados de “dar razón de la esperanza”. En la fidelidad del pueblo, de aquel “santo de la puerta de al lado”, la Iglesia ve un contrapeso frente al clericalismo que controla y frena la unción de Dios sobre su pueblo y que, en palabras de Francisco, “se olvida que la visibilidad y sacramentalidad de la Iglesia pertenece a todo el Pueblo fiel de Dios”. DISCERNIR Y REFORMAR: LA “OPCIÓN DE FRANCISCO” PARA EVANGELIZAR A UN MUNDO LÍQUIDO, por Austen Ivereigh ( Humanitas 90 , 2019). En este artículo, que repasa el origen del pensamiento y convicciones del Papa Francisco, Austen Ivereigh, periodista y escritor inglés, y uno de sus biógrafos, sugiere que el Santo Padre “ve en la tribulación y agitación de la Iglesia una oportunidad para una conversión paciente a través de una dependencia en la misericordia de Dios renovada, humilde y alegre”. Este artículo fue originalmente publicado en The Way en octubre de 2018. Humanitas obtuvo permiso del autor y de la revista digital para traducir y a la vez publicar el texto. LO LOCAL Y LO UNIVERSAL EN EL PENSAMIENTO DEL PAPA FRANCISCO, por Javier Aparicio ( Humanitas 100 , 2022). Tomando como base Evangelii gaudium y Fratelli tutti, el autor hace un recorrido por el pensamiento del Papa Francisco centrándose en los conceptos de local y universal, los que se insertarían en un marco más complejo de cuatro principios: el tiempo es superior al espacio, la unidad prevalece sobre el conflicto, la realidad es más importante que la idea y el todo es superior a la parte. Estos corresponderían a una llamada ecuménica que hace el Santo Padre para regenerar la vida política, económica, social y cultural, situándolo como un pensador de la globalización. REFORMAS REFORMA DE LA CURIA ROMANA, por Cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga ( Humanitas 86 , 2017). La reforma de la Curia Romana que ha llevado a cabo Francisco se orienta, ante todo, hacia el bien y el servicio, es un signo de la vivacidad de la Iglesia en camino, en peregrinación y, por ello, semper reformanda. En este artículo, el arzobispo de Tegucigalpa, Honduras, y coordinador del Consejo de Cardenales para la reforma de la Curia Romana, explica algunos aspectos fundamentales de los cambios promovidas por Francisco. TRADITIONIS CUSTODES: FRANCISCO ANTE UNA DECISIÓN DIFÍCIL, por Joaquín García-Huidobro ( Humanitas 98 , 2021). La publicación del Motu Proprio Traditionis custodes ha suscitado diversas polémicas. Tras consultar a los obispos acerca de los frutos de las normas dictadas que permitían una amplia celebración de la Misa según el Misal de 1962, el Papa ha constatado con decepción que no han sido los esperados. “Lo que debía mover a la unidad se ha usado como pretexto para una mayor división”. El autor nos ayuda a ahondar en la historia, las razones y las posturas que existen tras esta difícil decisión. EL MOMENTO CATÓLICO ACTUAL ES LA REFORMA DE LA IGLESIA, por Emilce Cuda ( Humanitas 100 , 2022). Para su número 100, Humanitas realizó una ronda amplia de artículos con participantes de sensibilidades diversas, de dentro y fuera del país, que respondieron a la pregunta “¿cómo percibe usted el momento católico actual?”. Las respuestas entregaron una mirada global de la Iglesia y su entorno y de los nuevos desafíos que se enfrentan. Presentamos a continuación la contribución de Emilce Cuda, entonces secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina. COMENTARIO SOBRE LA NUEVA CONSTITUCIÓN APOSTÓLICA PRAEDICATE EVANGELIUM, por Francisco Astaburuaga ( Humanitas 100 , 2022). El 19 de marzo del 2022 se promulgó una nueva Constitución Apostólica sobre la Curia Romana y su servicio a la Iglesia y al mundo, Praedicate Evangelium. El texto se desarrolla en un total de 250 artículos, donde cada uno de ellos se entrelaza en un cuerpo coherente de normativas con el único fin de que la Curia Romana esté al servicio de la Iglesia en el anuncio del Evangelio. LA BELLEZA DEL SÍMBOLO: DESIDERIO DESIDERAVI, por Joaquín García-Huidobro ( Humanitas 101 , 2022). El 29 de junio de 2022, día en que se celebra a los apóstoles Pedro y Pablo, Francisco publicó Desiderio desideravi, una Carta apostólica al Pueblo de Dios sobre la liturgia, para recordar el sentido profundo de la celebración eucarística surgida del Concilio e invitar a la formación litúrgica. El autor realiza una lectura comprensiva de la Carta, dando cuenta de su sentido, importancia y novedad. MAGISTERIO Encíclica Lumen fidei LUZ DE LA FE, por Juan de Dios Vial Larraín ( Humanitas 71 , 2013). Fechada el 29 de junio de 2013, Lumen fidei constituye la primera encíclica de Francisco. Se trata de una encíclica escrita a “cuatro manos”, donde es posible vislumbrar los aportes teológicos de Benedicto XVI. El texto busca actualizar la esencia de la virtud de la fe, la que “no es un espejismo que nos impide avanzar como hombres libres hacia el futuro” (n. 2), sino que, al contrario, permite que el creyente comprenda que “la verdad le hace humilde sabiendo que más que poseerla él, es ella la que le abraza y posee. En lugar de hacernos intolerantes, la seguridad de la fe nos pone en camino y hace posible el testimonio y el diálogo con todos” (n. 34). Compartimos el editorial que el filósofo Juan de Dios Vial Larraín realizó en Humanitas tras su publicación. Exhortación apostólica Evangelii gaudium “TODO EL PUEBLO DE DIOS ANUNCIA EL EVANGELIO”, por Pedro Morandé Court (2013, Humanitas 86 , 2017). La Evangelii gaudium fue el primer documento de Francisco, donde indicaba las prioridades que la Iglesia debía afrontar y, por lo tanto, en ella se vislumbra la hoja de ruta de su ministerio petrino. Las ideas principales de la exhortación pueden encontrarse en la rica eclesiología del Pueblo de Dios desarrollada en Latinoamérica, que el sociólogo Pedro Morandé destaca en este artículo. Encíclica Laudato si’ UNA RERUM NOVARUM PARA EL SIGLO XXI, por Ricardo Lagos Escobar ( Humanitas, Cuaderno 34 , 2015). El 31 de agosto de 2015, el rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Ignacio Sánchez, y el director de Humanitas , Jaime Antúnez, convocaron a un Coloquio en torno a la encíclica Laudato si’. El acto contó con la participación de Ricardo Lagos, ex presidente de la República y entonces miembro de la Comisión Mundial sobre la Economía y el Clima. En su intervención, Lagos destacó el cambio de paradigma que ofrece el documento magisterial, constituyéndose en un aporte que tendría el mismo impacto y trascendencia que tuvo la Rerum novarum de León XIII. HACIA UNA VERDADERA CONVERSIÓN ECOLÓGICA, por Eduardo Valenzuela ( Humanitas, Cuaderno 34 , 2015). En su intervención en el Coloquio sobre Laudato si’ , realizado el 31 de agosto de 2015 en la Universidad Católica, el sociólogo destaca el llamado de Francisco a una “conversión ecológica”, donde se le dé a la naturaleza un valor intrínseco, conectándola decididamente con nuestra propia redención espiritual. Así, señala, el documento buscaría aclarar las fuentes religiosas de una actitud favorable hacia la naturaleza y admitiría la posibilidad de que la naturaleza sea el soporte de una auténtica ética y espiritualidad. Exhortación apostólica postsinodal Amoris laetitia “LA ALEGRÍA DEL AMOR” NOS INTERPELA, por Henri Hude ( Humanitas 81 , 2016). Amoris laetitia (“La alegría del amor” en latín) es la segunda exhortación apostólica postsinodal del Papa Francisco, firmada el día 19 de marzo de 2016. En este editorial especial de Humanitas , el filósofo francés Henri Hude hace una interpelación y clarificación a los católicos de ala conservadora que se vieron desestabilizados por la publicación del documento. Llama a que las élites se pongan al servicio de los pueblos como primera condición para la credibilidad moral de la evangelización, donde se reconozca que servir a las condiciones materiales de vida es también servir al amor de las familias. LA “FAMILIA GRANDE”. UNA LECTURA SOCIOLÓGICA SOBRE LA IMPORTANCIA DE LA FAMILIA AMPLIADA EN AMORIS LAETITIA , por Consuelo Araos y Catalina Siles ( Humanitas 97 , 2021). Las investigadoras realizan una revisión de la evidencia que hay detrás del acento que el Papa Francisco ha puesto sobre la importancia de la realidad familiar más allá del núcleo conyugal; un aspecto particularmente original de esta exhortación apostólica sobre familia, el cual es revelador de un agudo realismo sociológico del Papa Francisco, y que quizás se deba en parte a su propio enraizamiento en la cultura familiar latinoamericana. Exhortación apostólica Gaudete et exsultate LA SANTIDAD SEGÚN EL PAPA FRANCISCO, Y SUS RAÍCES TEOLÓGICAS, por Palma Ventrella ( Humanitas 104 , 2023). A lo largo de los 177 números que conforman la exhortación apostólica Gaudete et exsultate aparecen continuamente definiciones explícitas e implícitas de lo que Francisco piensa que es la santidad hoy en día. Este artículo propone destacar seis de ellas, intentando también rastrear sus raíces teológicas, con la única intención de crecer en el conocimiento del misterio de Dios y del misterio del hombre. Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la región Panamazónica UNA IGLESIA CON ROSTRO AMAZÓNICO, CAMINO PARA UNA ECOLOGÍA INTEGRAL, por Sofía Brahm ( Humanitas 92 , 2019). En octubre 2019 se llevó a cabo el Sínodo Especial para la Amazonía. Este ha querido contribuir a un discernimiento sobre la presencia de la Iglesia en la Amazonía y sobre los caminos para una ecología integral. Dos reflexiones fueron centrales en su desarrollo, una sobre ecología cultural y otra sobre ecología natural. Encíclica Fratelli tutti EL AMOR AL CENTRO DE LA VIDA SOCIAL, por Cardenal Fernando Chomali ( Humanitas 95 , 2020). La tercera encíclica del Papa Francisco, Fratelli tutti , sobre la fraternidad y la amistad social, es, para el entonces arzobispo de Concepción, su testamento espiritual. Ella nos permitiría obtener una radiografía del alma y del pensamiento del Papa Francisco, el que posiciona al amor como criterio guía para todos, en la vida personal, política y social. Ello pues Francisco comprendería que “si queremos poner al ser humano y su dignidad en el centro de la sociedad, no podemos dejar de lado su vocación fundamental y su más profundo anhelo: amar y ser amado”. TRES CLAVES TEOLÓGICAS DE FRATELLI TUTTI, por Antonio Amado ( Humanitas 95 , 2020). En el marco de la publicación especial “Hablemos sobre Fratelli tutti: diez miradas para aportar a la reflexión sobre la dignidad de la persona humana”, el filósofo Antonio Amado plantea que esta encíclica constituye una reflexión hondamente personal, en la que el Papa Francisco abre su corazón de padre y pastor. Destaca cómo, con actitud de diálogo, pero desde el corazón mismo del Evangelio, propone la parábola del Buen Samaritano para iluminar la opción que debemos tomar para reconstruir este mundo herido. FRATERNIDAD. Y DIGNIDAD, por Paula Luengo Kanacri ( Humanitas 95 , 2020). La académica destaca la dignidad como elemento precursor de la fraternidad. Con Fratelli tutti , señala, Francisco trazaría el lugar desde el cual puede y debe darse la transformación social: “desde el reconocimiento de quien queda al margen, de quien es privado de su dignidad, de quien no es reconocido parte de la familia como los demás, de quien no está invitado a la mesa o queda a la orilla del camino, de quien no vemos o preferimos no ver”. Exhortación apostólica Laudate Deum “LA VIDA HUMANA ES INCOMPRENSIBLE E INSOSTENIBLE SIN LAS DEMÁS CRIATURAS”, por Román Guridi ( Humanitas 105 , 2023). El Papa Francisco puso urgencia nuevamente al tema de la crisis climática con su exhortación apostólica Laudate Deum, publicada el 4 de octubre de 2023. El teólogo Román Guridi destaca la importancia del concepto de antropocentrismo situado, presente en la exhortación, como aquel concepto donde se inscribe la problematización del lugar que ocupa el hombre como una de las causas relevantes de los desafíos ecológicos que enfrentamos. Encíclica Dilexit nos DEL CORAZÓN HUMANO AL CORAZÓN DIVINO. LA ANTROPOLOGÍA ORIGENIANA EN LA ENCÍCLICA DILEXIT NOS, por Fernando Soler ( Humanitas 108 , 2024). La última encíclica que escribió Francisco, Dilexit nos , fue publicada a fines de octubre del 2024. Centrada en el Sagrado Corazón de Jesús, nos habla “sobre el amor humano y divino” del Hijo de Dios. El Papa elabora una profunda reflexión sobre el corazón como centro integrador de la persona humana y lugar de encuentro con el amor divino. Este artículo busca sistematizar las principales características del corazón presentadas en la encíclica, profundizando especialmente en las referencias a Orígenes de Alejandría. BERGOGLIO EN HUMANITAS BUSCAR EL CAMINO HACIA EL FUTURO, LLEVANDO CONSIGO LA MEMORIA DE LAS RAÍCES, por Cardenal Jorge Mario Bergoglio ( Humanitas 47 , 2007). El hombre de hoy experimenta continuamente la sensación de orfandad y desarraigo. La sociedad latinoamericana sufre de un peligroso déficit de memoria, como potencia integradora de la historia, y una desvalorización de la tradición. Este texto fue publicado en italiano por la revista Nuntium de la Pontificia Universidad Lateranense de Roma, como parte de una serie dedicada a cada uno de los cinco continentes. El presente daba cuenta de Latinoamérica. La reflexión del autor y entonces arzobispo de Buenos Aires, quien autorizó la reproducción en Humanitas, fue aquí resumida, desde su versión original en castellano, suprimiendo las partes referidas a la Argentina, en particular. Volver al índice
La Dirección Editorial del Dicasterio para la Comunicación, presenta el documental «León de Perú», con imágenes que recorre los pasos de la misión de Robert Francis Prevost en Perú. Un recorrido por Chiclayo, Chulucanas, Callao, Lima y Trujillo para descubrir la figura del Pontífice agustino a través de las voces y testimonios de quienes lo conocieron, trabajaron con él o recibieron su ayuda como misionero y pastor.
Desde la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia que sufre, y en el marco del Domingo de Oración por la Iglesia Perseguida, nos llega un llamado a recordar a quienes arriesgan la vida por vivir su fe.
Revistas
Cuadernos
Reseñas
Suscripción
Palabra del Papa
Diario Financiero