Queridos hermanos y hermanas:

Dentro de una semana celebraremos la Navidad y nos podemos preguntar: ¿Cómo nos estamos preparando para el Nacimiento de Jesús? Un modo sencillo es “hacer el belén”. Recientemente fui a Greccio, donde san Francisco hizo el primer pesebre, y por esa ocasión escribí una carta para recordar el significado de esta tradición.

El pesebre es un Evangelio vivo, no lo olvidemos, que nos recuerda que Dios se ha hecho hombre. Es bonito detenerse delante del nacimiento y confiar al Señor las personas, las situaciones, las preocupaciones que llevamos dentro.

El belén es además un Evangelio doméstico: “Pesebre” es donde comen los animales; y “Belén” significa “casa del pan”. Pesebre y casa del pan, estas dos palabras nos evocan que Jesús es el alimento para nuestra existencia; es el pan de vida.

El nacimiento es también una invitación a la contemplación. Nos recuerda la importancia de detenerse. Ante una sociedad frenética, el belén nos hace dirigir nuestra mirada a Dios, que es pobre de cosas, pero rico de amor, nos invita a invertir en lo importante, no en la cantidad de bienes, sino en la calidad de los afectos.

Por último, el pesebre es también imagen artesanal de la paz ante tanta violencia e individualismo que nos rodea. En el pesebre todos convergen en Jesús, que es Príncipe de la paz. Y donde está Jesús hay armonía, y nos dice que no estamos solos, porque Él está con nosotros, dándonos una vida nueva.


Saludos

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, venidos de España y de Latinoamérica. Ante la celebración de la Navidad, los invito a preparar el belén en sus hogares y a detenerse para contemplarlo, para que el nacimiento de Jesús los llene de alegría y les conceda la paz. Les deseo a todos Feliz Navidad. Gracias.


Fuente: Vaticano

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