La empresa no es posible sin el apoyo de una comunidad, que a su vez solo puede mantenerse si es capaz de integrarse en el conjunto de comunidades que constituye la sociedad.

¿Por qué hablar de desintegración cuando Europa está viviendo desde hace más de cincuenta años la euforia de su unión y está recorriendo tantas etapas en ese camino? En realidad, son dos las sendas que Europa tiene abiertas ante sí: las institucionales, que marcan los pasos de la unión política, jurídica y económica; por otra parte, las que señalan el cambio de signo de la conciencia europea.

La democracia así sustancialmente entendida respeta profundamente a cada persona y reconoce en el Estado una instancia superior, nunca sustitutiva sino regulativa (defensiva y promocional) de su vida relacional, de su pluralismo fisiológico, de su dialéctica histórica. Para desembarazar el campo de diversos equívocos, vale la pena subrayar que según la tradición católica, que en el último siglo ha recibido formulación orgánica en la doctrina social de la Iglesia, el Estado es en cierto modo secundario respecto a la sociedad. Está a su servicio, pero no debe nunca reemplazarla.

Es necesario alimentar formas de producción económicas que, a través de la utilidad, vayan más allá de la misma. La gratuidad no puede ser producida por el mercado y mucho menos por el Estado, sino más bien por ambos, como hemos observado varias veces. Ambas son necesarias.

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El domingo 19 de octubre el Papa León XIV proclamó santos a los primeros venezolanos en recibir este honor: la religiosa Carmen Rendiles Martínez y el médico laico José Gregorio Hernández Cisneros. Muchos medios reportan que la ceremonia se vivió con júbilo tanto a lo largo de Venezuela como en las ciudades en que se encuentra concentrada la diáspora venezolana, donde se sucedieron celebraciones con velas y oraciones por el país.
Como san Pablo, el nuevo santo Bartolo Longo, pasó de ser perseguidor de la Iglesia a apóstol, un testimonio de vida tremendamente intensa y actual. Precursor del compromiso de los laicos, logró levantar una nueva ciudad sobre las ruinas de Pompeya, en torno a dos pilares inseparables: la devoción mariana y la caridad fraterna.
El Papa León XIV ha publicado su primera exhortación apostólica, Dilexi te , dedicada al amor hacia los pobres. Su título es tomado de una frase del Apocalipsis “Te he amado” ( Ap 3,9), y evoca aquel mensaje de esperanza que el Señor envía a aquellos que no tienen poder ni recursos, “te he amado”, y a ellos es a quienes se les ofrece la herencia de su trono, pues han padecido junto a Él (cf. Rm 8,17).
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