Académicos, estudiantes y agentes pastorales reflexionaron el pasado martes, 19 de noviembre, sobre la Dignidad Humana en el VII Congreso Social de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Foto de portada: En la imagen, al cierre del primer panel: P. Osvaldo Fernández de Castro, Vice Gran Canciller UC; Joseph Ramos, economista y académico; Elizabeth Lira, psicóloga y académica Universidad Alberto Hurtado; Paula Luengo, profesora Escuela de Psicología UC; y Dr. Ignacio Sánchez, rector UC. ©Karina Fuenzalida.

Ante los desafíos que enfrenta la sociedad como son la pobreza, la violencia, el ciberacoso o el maltrato a la mujer, monseñor Fernando Chomali, arzobispo de Santiago en mensaje de su bienvenida al Congreso social 2024 dijo: “No es el tiempo de lamentaciones ni de pesimismos, estamos llamados a actuar porque la dignidad humana debe ser promovida”.

Esta séptima versión del certamen, organizado por la Pastoral de la Pontificia Universidad Católica de Chile, tuvo en su núcleo de reflexión la declaración del Dicasterio para la doctrina de la fe, Dignitas infinita; publicada el pasado 8 de abril. El evento se realizó en la Casa central de la UC y convocó a cerca de 150 asistentes.

Participaron como panelistas y expertos distintos académicos y profesoras de la UC y otras casas de estudios, entre ellos el profesor de Derecho de la Universidad de Chile, Sergio Micco, quien en su panel sobre Dignidad moral, reconoció que si no nos damos un tiempo de serenidad para dialogar con nosotros mismos para juzgar nuestros pensamientos, seguiremos actuando movidos por los impulsos emotivos: “Chile se puede dar unos vaivenes y cambios increíbles en materia de juicios éticos, en materia de orden público o derechos humanos, por ejemplo, y eso ocurre porque estamos completamente volcados en condicionamientos sociales y culturales, pues no nos atrevemos a pensar por nosotros mismos, cuando la conciencia moral supone que tengamos tiempo para pensar sobre lo que estamos haciendo”.

Como mencionó el rector Ignacio Sánchez, el primer Congreso Social se realizó en 1910 por encargo del episcopado chileno y en el 2012 la Universidad Católica retomó esta iniciativa para poder seguir promoviendo valores cristianos en un contexto social de grandes cambios.

“No es el tiempo de lamentaciones ni de pesimismos, estamos llamados a actuar porque la dignidad humana debe ser promovida”, Mons. Fernando Chomali.

La situación de la dignidad

El panel inaugural fue moderado por la profesora de la Escuela de Psicología UC, Paula Luengo, y contó con la intervención del economista Joseph Ramos, autor de ocho libros, y la psicóloga Elizabeth Lira. Esta primera instancia tuvo la particularidad, tal como lo destacó la profesora Luengo, de partir con breves presentaciones individuales y luego profundizar a través de un diálogo a dos voces: “El tema de la dignidad humana requiere de más miradas penetrantes y conscientes de la complejidad, hay que sacarlo de los espacios comunes, de los manejos mediáticos y partidistas, de las lindas declaraciones, y también de las simplificaciones moralistas”, abrió el panel Luengo.

Desde un enfoque económico, quien fue reconocido por sus pares como el economista del año en 2021, expuso: “¿Pueden y deben fijarse límites a lo que, en principio, es intercambiable en aras de preservar los valores más específicos de la familia y la política, ámbitos sociales gobernados por lo afectivo y por el poder, respectivamente?”, también analizó si hay una naturaleza humana que debemos respetar o si es lícito hacer lo que es técnicamente posible con tal de que no dañe a terceros.

Por su parte, Elizabeth Lira, académica de la Universidad Alberto Hurtado y distinguida con el premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales de Chile describió que cuando hablamos de dignidad hay una cierta connotación de cuidado y de respeto que, sin embargo, está ausente en muchas de las prácticas cotidianas en la sociedad: “La condición humana indigna está ligada a condiciones insuficientes, al castigo, maltrato, negligencia, y lo que violente la integridad de las personas que no pueden defenderse.

En la declaración Dignitas infinita se hace una distinción de cuatro dimensiones de la dignidad humana, por lo que los paneles de la segunda parte de este congreso fueron estructurados de tal manera que se pudiera analizar cada una: dignidad moral, ontológica, social, y existencial.

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Dignidad moral: desafíos éticos para nuestro tiempo

La dignidad moral dice relación con el ejercicio de la libertad y cuáles son las condiciones para ejercerla. Este panel, moderado por la profesora de Derecho, Carmen Domínguez, se realizó teniendo en cuenta el siguiente planteamiento: la dignidad implica libertad de conciencia y pensamiento, más allá de toda circunstancia, ¿están aseguradas esas libertades en nuestro país? Porque una cosa es que estén reconocidas en la constitución y otra es que lo estén en la práctica.

Ana María Celis, profesora de Derecho Canónico e integrante del Dicasterio Laicos, Familia y Vida, partió su intervención con una “prevención”, diciendo que cada vez que se habla de moral teme caer en un “buenismo” que ella rechaza “porque reconozco en mí la tensión permanente entre ‘no hacer el bien que quiero y hacer el mal que no quiero’, y creo que está en el corazón de lo que vamos a conversar hoy”, es decir, participamos todos de una falta de coherencia, que es humana, pero tendemos a olvidarlo.

Fernando Arancibia, profesor del Instituto de Éticas Aplicadas UC, advirtió: “El ensimismamiento no deja reflexionar de manera pausada sobre las ideas de otros ni propias. Debemos generar condiciones como sociedad para favorecer espacios donde se pueda reconocer en el otro la validez y mérito de sus ideas”, puesto que imponer las propias genera una disociación entre el vivir de la persona y cómo ella se concibe a sí misma, y eso no es sano ni digno porque desconoce su valor intrínseco.

En esa línea, Javiera Reyes, socióloga, argumentó:

Desde principios del siglo XX la educación se volvió “profesionalizante”, y cuando la educación pública prioriza el desarrollo de habilidades técnicas, mas no la capacidad reflexiva, la autocomprensión, la fragilidad; se abre un espacio importante de autodestrucción. Se podría pensar en un modelo de educación pública que permita a niños y jóvenes ser más reflexivos sobre sí mismos y sobre cómo usar su libertad.

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Dignidad social: desafíos de la pobreza

Este panel, dirigido por Roberto Méndez, profesor titular de la Escuela de Gobierno UC, abarcó los desafíos que trae la pobreza a la sociedad. El exdirector pastoral de la corporación María Ayuda, P. Francisco Pereira se refirió al tema de la vulneración de la dignidad en niños y adolescentes y la necesidad que hay de un trabajo psicológico arduo para que estos menores, víctimas muchas veces de abusos, puedan sanarse y romper ese círculo de malos tratos. El sacerdote ejemplificó cómo cuando un joven cumple la mayoría de edad y debe dejar el Sename retorna muchas veces a la situación de abandono, lo que abre así la posibilidad de perpetrar el maltrato en las generaciones posteriores.

A través de las exposiciones de Osvaldo Larrañaga, presidente de la comisión presidencial para mediación de la pobreza, Carolina Muñoz, desde la Escuela de Trabajo Social UC, e Ignacio Irarrázaval, director del Centro de Políticas Públicas UC, el panel también tocó otro tipo de desigualdades menos numéricas, pero igualmente complejas, que parecieran condicionar la dignidad de seres humanos. También se dialogó sobre cómo la situación de pobreza genera en las familias una situación de estrés adicional por bajos ingresos, trabajo informal o sobrecarga laboral que provocan muchas veces el maltrato o abandono a menores que necesitan vivir en condiciones de cuidado y protección de parte de sus padres o cuidadores. Y se hizo un llamado a generar en diferentes condiciones sociales una mayor conciencia de autocuidado.

Dignidad ontológica: el derecho a ser persona

Moderado por Haddy Bello, vicedecana de la facultad de Teología UC, este panel tocó el tema cómo, a pesar de las condiciones infrahumanas en que viven muchos seres humanos, la dignidad no se pierde. Esto ocurre en casos extremos como la prostitución, los niños y jóvenes que son reclutados en grupos guerrilleros o bandas delincuenciales, los inmigrantes indocumentados que por el hecho de no tener una situación legal no son menos personas y no pueden ser tratados como ciudadanos invisibles, o en la segregación social, muy común lamentablemente en Chile, donde en muchos sectores hay una cultura de valorar a las personas por su condición social, apellido, familia de procedencia o color de piel.

Cecilia Aguayo, profesora asistente de la escuela de Trabajo Social UC, indicó que “encontrarse con un otro es aceptar esa diferencia y eso produce conflicto” y que por ello el diálogo es la primera prioridad con el otro cuando se ve como alguien diferente. “Hay que aprender a conocer a la gente, conocer su historia, mirar sus murales, hay que saber cómo se trabaja con la gente, hay que validarse, hay que sacarse los prejuicios, reconocer al otro, reconocerse a sí mismo y luego reconocernos yo contigo en la relación somos una oportunidad”. En el panel también participó Waleska Ureta, directora del Servicio Jesuita de Migrantes, y el P. Alejandro Vial, Vicario episcopal de Pastoral Social Caritas.

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Dignidad existencial: valor y sentido de la vida

Los expositores del cuarto panel, moderado por Eduardo Valenzuela, profesor de la Escuela de Gobierno y del Instituto de Sociología UC, conversaron principalmente acerca de la vejez y las grandes preocupaciones que ese grupo etario genera en la sociedad, y la realidad de las adicciones.

Aseguraron que en la edad avanzada se vive mucha soledad, los adultos mayores pueden sentirse inservibles para sus hijos y nietos y es necesario establecer vínculos sociales que vayan más allá de las estructuras familiares. También abordaron el tema de los cambios estructurales que se han establecido en las familias y de cómo la demanda de cuidados de una persona mayor es cada vez más alta y con costos muy elevados. Los panelistas expertos hicieron un llamado a extender más allá de la familia la vinculación social, e indicaron que a veces el daño que hacen es por ignorancia, y por eso es necesario conocer mejor a este grupo etario y lograr un intercambio intergeneracional. También abordaron algunos dramas como el suicidio en adultos mayores y los altos índices de depresión que muchos de ellos padecen.

Otro aspecto conversado en el panel fue el aumento de la narcocultura, que cada vez invade más la sociedad chilena, y la necesidad de abordar ese problema social con políticas públicas adecuadas y desde una respuesta inspirada en el Evangelio.

La conversación se dio entre Alejandro Reinoso, profesor de la Escuela de Psicología UC; Daniela Thumala, profesora de sicología en la Universidad de Chile; P. Benjamín Ossandón, director de la Pastoral Nacional de Alcoholismo y drogadicción; y Paulo Egenau, director del Instituto Iberoamericano de Reducción de Daño.

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Diálogo entre los asistentes

Hacia la parte final del Congreso, los participantes tuvieron la oportunidad de dialogar en grupos pequeños sobre temas que desafían la sociedad y que son enunciados en la Dignitas infinita, como son la desigualdad y la pobreza, la violencia y las guerras, los migrantes y la trata de personas, los abusos sexuales y la violencia contra la mujer, el aborto y la maternidad subrogada, la eutanasia y el suicidio asistido y las perspectivas de género y el cambio de sexo.

Tras finalizar el Congreso Social, el padre Jorge Merino, capellán mayor de la UC concluyó:

Siempre es muy enriquecedor ver a personas de tan diferentes ámbitos participar sobre un mismo tema. Estos espacios de diálogo y encuentro nos permiten detenernos, en medio de un ritmo tan frenético, poder pensar, reflexionar y compartir nuestras diferentes miradas y aproximaciones sobre un tema tan importante como es la dignidad del ser humano. Un buen congreso, más que darnos respuestas nos permite llevarnos preguntas para seguir profundizando y compartir este tema con los demás.

 

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