Mensaje del Comité Permanente de la CECh

“estén siempre dispuestos a dar respuesta
a todo el que les pida dar razón de su esperanza”
(1 Pe 3,15).

Muy apreciados hermanos y hermanas,

Nos aprestamos a iniciar el tiempo litúrgico, espiritual y fraterno de Cuaresma, con la celebración del Miércoles de Ceniza en la que podremos participar presencial o remotamente, de acuerdo a lo que nos permita el desarrollo de la pandemia, de modo que vivamos este profundo signo de humildad sin poner en riesgo nuestra salud ni la de los demás.

En este tiempo de conversión, la Iglesia nos invita a todos a renovar nuestra fe y esperanza, acogiendo el amor y la misericordia de Dios. La Cuaresma nos propone prepararnos para celebrar el acontecimiento central de nuestra fe: la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, su misterio pascual. Es un tiempo también de purificación y penitencia por el dolor que hemos causado por nuestras faltas y pecados. Los pastores de la Iglesia pedimos una vez más perdón a Dios y a nuestros hermanos y hermanas que han sido abusados, maltratados, excluidos o ignorados por algunos de sus ministros. Una sincera conversión sólo brota de un corazón arrepentido y dispuesto a curar el daño provocado, acompañar al herido en su camino y recomenzar desde Cristo.

El último año ha sido difícil para todos. La pandemia del COVID-19 ha puesto en evidencia nuestra fragilidad; debemos lamentar el grave daño a la salud de numerosas personas, llegando incluso muchas de ellas a perder la vida; también hemos sufrido sus graves consecuencias sociales que se hacen más dramáticas entre los más vulnerables. Junto con ello, damos gracias a Dios por las innumerables expresiones de fraterna solidaridad, caridad y cercanía de parientes, vecinos y amigos, como también de compromiso profesional de quienes trabajan sirviendo a los enfermos en hospitales y centros de salud. Agradecemos también a sacerdotes, diáconos, religiosas, religiosos y laicos que han procurado acompañar con los sacramentos, la oración y el consuelo en este tiempo de incertidumbre.

Por otra parte, constatamos con tristeza cómo se siguen presentando situaciones de violencia en nuestra sociedad, que se expresa en la terrible pérdida de vidas humanas, agresiones a personas, casas, reparticiones públicas, medios de transporte e incluso lugares de culto de distintas confesiones religiosas. Nuevamente hemos visto un incremento importante en la migración en el norte de nuestro país, de personas que provienen de naciones con una enorme crisis social y política. Como sociedad, no podemos desentendernos del drama humano que vive cada una de estas personas.

Asimismo, algunas manifestaciones climáticas, de inusual intensidad, han causado graves daños a familias que han visto perder sus hogares, así como también actividades agrícolas y económicas, trayendo incertidumbre e inseguridad a numerosas personas que trabajan en estas actividades durante el verano.

Ante este conjunto de situaciones, muchas personas se preguntan ¿qué nos está diciendo el Señor? ¿qué podemos hacer para vivir nuestra condición de cristianos en el tiempo presente?

Meditar con corazón sincero la Palabra de Dios, fuente permanente de sabiduría y luz para el discernimiento cotidiano, cobra especial importancia en este tiempo litúrgico de Cuaresma. No dejemos de beber la riqueza de las lecturas bíblicas de cada Domingo, más allá de las reales posibilidades que cada uno tenga de participar en la Santa Misa presencialmente o a través de los medios telemáticos.

La oración es la primera actitud del cristiano, al descubrir el amor de Dios en todos los acontecimientos de su vida, siguiendo el consejo del Señor Jesús: “Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque quien pide recibe, el que busca encuentra, y al que llama se le abrirá (Mt 7, 7-8). La oración personal, comunitaria, ante el Señor presente en la Eucaristía, y en cualquier otra de sus expresiones, es siempre camino seguro para descubrir la voluntad de Dios. Invitamos a una oración de petición, humilde y confiada en el buen Dios. No dejemos nunca de orar incesantemente por el don de la vida y la salud, de la justicia y la paz.

El Papa Francisco, en su Mensaje para este tiempo, nos recuerda que “la vía de la pobreza y de la privación (el ayuno), la mirada y los gestos de amor hacia el hombre herido (la limosna) y el diálogo filial con el Padre (la oración) nos permiten encarnar una fe sincera, una esperanza viva y una caridad operante”. Y agrega que: “Haciendo la experiencia de una pobreza aceptada, quien ayuna se hace pobre con los pobres y “acumula” la riqueza del amor recibido y compartido. Así entendido y puesto en práctica, el ayuno contribuye a amar a Dios y al prójimo” (Mensaje Cuaresma 2021).

En consecuencia, como expresión de cercanía y solidaridad con los que sufren la marginalidad, el abandono o la enfermedad, este tiempo de Cuaresma nos abre la posibilidad de comprender más a fondo sus carencias y anhelos, desde las nuevas pobrezas que ha causado la pandemia y sus efectos. En Chile, nuestra campaña “Cuaresma de Fraternidad” mantiene su opción prioritaria hacia las familias inmigrantes, especialmente frágiles en su vulnerabilidad. Les invitamos a conocer los esfuerzos que se han hecho y a sumar nuevos en el sitio www.cuaresmadefraternidad.cl

Sabemos que este complejo tiempo ha traído diversos tipos de privaciones a muchos de nosotros: de encontrarnos, expresar afecto, descansar, entre otros. Pero también hemos sido testigos del escándalo de quienes en su disfrute personal han puesto en riesgo la salud propia y ajena, como también la vida. En estos tiempos de austeridad que vivimos, el derroche y el despilfarro no tienen cabida en una sociedad que busca superar sus desigualdades. Por eso, la Cuaresma nos da la posibilidad de volver a lo esencial de nuestra vida de creyentes, poniendo a Cristo en el centro. El ayuno, la oración y la limosna permiten abrir nuestro corazón a la novedad de Cristo, “Camino, Verdad y Vida” (Jn 14, 6). Que el sacrificio y plegaria al Señor sea un perfume de esperanza en nuestras comunidades. ¡Necesitamos renovarnos en actitudes esperanzadoras! Como dice el Papa Francisco, estemos más atentos a “decir palabras de aliento, que reconfortan, que fortalecen, que consuelan, que estimulan”, en lugar de “palabras que humillan, que entristecen, que irritan, que desprecian” (Carta encíclica Fratelli tutti, 223). Dar esperanza es tan sencillo como ser “una persona amable, que deja a un lado sus ansiedades y urgencias para prestar atención, para regalar una sonrisa, para decir una palabra que estimule, para posibilitar un espacio de escucha en medio de tanta indiferencia” (Fratelli tutti, 224).

La posibilidad de acceder a una de las vacunas en contra del COVID-19 nos abre una ventana de esperanza para iniciar juntos el proceso de superación de esta grave pandemia. Invitamos a todos a que de manera responsable y solidaria concurramos -de acuerdo a los planes de la autoridad sanitaria- a algún centro de vacunación para ser inoculados. No hay razones fundadas para sospechar que las vacunas sean dañinas para nuestra salud ni para que su uso pueda ser objeto de un reproche moral. Quienes deseen profundizar en este asunto, recomendamos leer el pronunciamiento oficial de la Iglesia sobre esta materia. (Nota sobre la moralidad del uso de algunas vacunas contra la Covid-19, 21 de diciembre de 2020).

Iniciamos un año de importantes decisiones para la vida del país en las cuales cada compatriota debe ser protagonista. Reiteramos nuestra invitación a participar activamente: preocupémonos de estar adecuadamente informados de qué se trata cada elección, de los proyectos y programas de los candidatos y candidatas. Así como Cuaresma es un camino para creer y ser testigos de un tiempo nuevo, ayudemos con nuestras actitudes personales, familiares y cívicas a que las generaciones jóvenes sigan creyendo en Chile y en los valores humanos y cristianos que a lo largo de la historia han inspirado a nuestra sociedad.

Queridas hermanas y hermanos: Vivamos esta Cuaresma como camino de conversión y
purificación, de ayuno, oración y fraternidad. Contemplando los valores que el Papa Francisco nos ha invitado a reconocer este año en san José (cfr. Carta apostólica Patris corde, 2020), reconsideremos “en nuestra memoria comunitaria y personal, la fe que viene de Cristo vivo, la esperanza animada por el soplo del Espíritu y el amor, cuya fuente inagotable es el corazón misericordioso del Padre” (Mensaje Cuaresma 2021).

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