Autor: Byung-Chul Han
Editorial Herder. Colección Pensamiento Herder.
Barcelona, 2014
80 págs.


El amor no es posesión y dominio del otro sino aceptación de su alteridad. Este postulado tan aceptable para la razón y el corazón hoy parece quebrarse. En este breve ensayo Byung-Chul Han, filósofo de origen coreano y profesor de Filosofía y Estudios culturales en la Universidad de las Artes de Berlín, analiza la agonía del Eros. El capitalismo atomiza las comunidades políticas y elimina toda alteridad, al romper la dialéctica del “yo” y del “tú” y someter a la persona a la alucinación del consumismo. Así, se genera una dinámica donde no se mira al otro como una posibilidad de bien sino como un objeto al que consumir. Ante este proceso de cosificación del individuo Eros se retira.

En el primer capítulo Byung-Chul Han asegura que nos encontramos ante un fenómeno de erosión y desaparición del otro, algo apenas percibido por nuestras sociedades cada vez más narcisistas. Así, el sujeto se ahoga en su propio ego y este narcisismo atrapa como una tela de araña las personalidades. El narcisista no ama, tan solo ve en el otro una proyección de sí mismo, y se asfixia de este modo en el “infierno de lo igual”. La depresión se convierte así, según el filósofo coreano, en la enfermedad paradigmática de nuestro tiempo.

Frente a la sociedad disciplinaria de Foucault definida por el “tú debes”, hoy nos encontramos ante la sociedad del rendimiento articulada por el “tú puedes”. El filósofo coreano considera que la segunda sociedad es más coactiva que la primera. Primero porque genera un espejismo de libertad y segundo porque en ella el hombre se autoexplota voluntariamente a sí mismo hasta la extenuación. ¿Y qué ocurre entonces con nuestra carnalidad? Es la primera, junto al espíritu, en sufrir este régimen de autoexplotación... Pues se ve sometida al imperativo del rendimiento. Así, el sexo y la sensualidad se convierten “en un capital que hay que aumentar”. El otro se fragmenta, se convierte en un objeto sexual para consumir, lo que genera una profanación del Eros. El paradigma de esta profanación es la pornografía, que carece de “un enfrente sexual y habita la escena del uno”. “El capitalismo intensifica el progreso de lo pornográfico en la sociedad, en cuanto lo expone todo como mercancía y lo exhibe.” La exposición carece de misterio, destruye la alteridad y por lo tanto la comunicación erótica. Decía Lévinas “la caricia es un juego con algo que se escapa”.

Por otro lado, el capitalismo produce según el filósofo coreano, la absolutización de la “mera vida”, es decir fomenta un modus vivendi insignificante, donde el hombre aspira únicamente al trabajo y a la ampliación o conservación de su capital. Esta forma de vivir tan mercantil, que fue criticada ya en la antigüedad por Aristóteles, es opuesta a lo que el filósofo griego denominó “buena vida”. También, la salud se convierte para Byung-Chul Han en la mayor aspiración de nuestras sociedades. Así, “la teología da paso a la terapia, o bien la terapia se hace teología”. Trabajo y salud, asociados de tal modo anulan la experiencia erótica e introducen al hombre en una especie de rueda giratoria para ratones donde “el proceso del capital y de la producción se aceleran hasta el infinito”.

Para Byung Chul Han vivimos en una sociedad narcisista, pornográfica, consumista, depresiva, agotada, “del cansancio”. Por si esto fuera poco, los medios de comunicación amplifican la confusión ya que generan tal cantidad de datos e información, en definitiva tanto ruido, que anulan la posibilidad de articular el pensamiento, el logos, deformando así la realidad. Además, se anula la tensión narrativa, tan necesaria, ante la simple acumulación de datos. Esta dificultad, explicaría junto a otras causas, la actual crisis de la literatura y el arte europeos, históricamente tan dinámicos.

¿Qué hacer entonces para que la violencia de Ares no domine a Eros? El pensador coreano levanta la bandera del pensamiento y de la narratividad, baluartes que reivindica frente al cálculo y la “ciencia Google” que se agota en la comparación e igualación de datos. Además, Byung-Chul Han defiende la necesidad de que este pensamiento nazca a partir del silencio, huyendo del vértigo de la aceleración. Así, el filósofo coreano reivindica la importancia de articular o redescubrir teorías fuertes, como fue en su momento la teoría platónica de las ideas, para combatir la crisis del conocimiento dañado por el dataísmo que día y noche vemos fomentado desde el poder. En definitiva, recordemos que toda defensa del pensamiento es estéril sin la presencia de Eros, ya que “es necesario haber sido un amigo, un amante, para poder pensar”. Y tengamos esperanza en el amor porque “el Logos carece de vigor sin el poder de Eros”.


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