Autor: Alessandro D’Avenia
Editorial La Esfera de los Libros
Madrid, 2017
265 págs.


Cuando en nuestras sociedades se considera la perfección y el éxito como el único horizonte posible, el escritor y profesor italiano Alessandro D’Avenia acude con su libro El arte de la fragilidad para proponer un camino alternativo, “una forma erótica y heroica de estar en el mundo”, en donde reconocer la inconsistencia y fragilidad humana no implica renunciar a ese fuego interior que nos permite llegar a ser nosotros mismos. En este original ensayo Alessandro D’Avenia recorre las edades del hombre, planteando un diálogo atemporal y a corazón abierto con el poeta y erudito romántico Giacomo Leopardi (1798-1837), al que el escritor italiano considera su referente.

En los primeros capítulos, D’Avenia reivindica el arrebatamiento. Es decir, un rapto, una pasión inicial, que permite buscar “los deseos más profundos del corazón, sin que el cinismo los llame a locuras”. Y es que el escritor italiano considera que durante toda la vida se bebe de estos arrebatamientos, que aunque a veces producen miedo, especialmente “cuando los comparamos con nuestras fuerzas reales”, sin embargo dinamizan la existencia al descubrirnos portadores de “una novedad irrepetible” para el mundo.
Para D’Avenia esto es fundamental porque permite ser fieles a nuestro propio ser. Decía Leopardi: “no tener esperanza con respecto a mí mismo no puede sino hacerme daño.”
Según el profesor italiano, la adolescencia es la etapa más proclive al arrebatamiento. Sin embargo, D’Avenia considera que si esta llama no es insuflada por la esperanza, que lleva a la creación y a la donación, puede verse fácilmente enturbiada por la desesperación, que anula la posibilidad de construcción y conduce al tedio y a la nada.
Frente a la exigencia de perfección, tan presente en nuestro ambiente, el escritor italiano propone “habitar el límite”. Pero… ¿cómo se puede hacer esto? Primero, no renunciando al mundo sensorial, donde reside según D’Avenia “el secreto del instante” que posibilita el asombro por la belleza; que sin “este acoger todo a través de los sentidos”, se cae en un dualismo, en una disociación entre razón y corazón, que conduce a la frialdad racionalista o al sentimentalismo romántico, “los dos prisioneros de la tiranía del ego”. Y, en segundo lugar, alimentándonos de la literatura, más concretamente de la poesía, que representa el equilibro entre lo racional y lo intuitivo, sin lo cual caeríamos en la indiferencia ante la belleza.

A continuación, Alessandro D’Avenia se pregunta qué se puede hacer cuando aparecen las primeras tristezas, los primeros tropiezos y fracasos en el final de la adolescencia y el inicio de la vida adulta. El profesor italiano considera que este momento es clave, ya que el arrebatamiento se ve sacudido por el desencanto. Es entonces cuando la fidelidad a la vocación ayuda en la permanencia. Por el contrario, la infidelidad a nuestro ser genera la huida o la destrucción. Para poder abrazar el presente y que prevalezca la realidad sobre las impresiones y las ideas, D’Avenia recomienda el silencio, un “cara a cara consigo mismo” para poder salir hacia afuera. Este salir hacia fuera está impulsado por el amor, que constituye “una verdadera experiencia de salvación”, un movimiento “reparador”, “que despierta a todo el ser”. “Nunca me he sentido tan vivo como cuando he amado”, decía Leopardi.

Finalmente, Alessandro D’Avenia insiste en el arte de ser frágiles porque “la belleza nace de los límites”, es decir, “ser frágiles obliga a confiarse a alguien y nos libera de la ilusión de ser autosuficientes”. Así, D’Avenia termina evocando la retama, la flor del desierto, imagen que rescata de un poema de Leopardi, y que propone como paradigma de la fragilidad: “La condición humana es similar al trabajoso brotar de la flor de la luz en medio de las tinieblas. La retama del desierto de lava, la flor consciente del límite que nace sin embargo, de la victoria sobre ese mismo límite. Flor lenta, es decir, frágil y flexible, respetuosa con los tiempos naturales, que no procede a saltos, que no lo quiere todo aquí y ahora, sino que busca con paciencia y da toda la vida que posee y que puede dar para llegar a su cumplimiento.” Tú flor en medio del monte de lava “llevas la luz de quien sabe hacer una cosa hermosa aunque permanezca ignorada para el mundo”.


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