Volver al índice de HUMANITAS 83


 

Entrevista al cardenal Rodríguez Madariaga

¡Gracias por Humanitas! ¡Sigan adelante!

*Leer artículo en papel digital*

Entrevista realizada por JAIME ANTÚNEZ y BERNARDITA CUBILLOS

cardenal madariaga

El arzobispo de Tegucigalpa, Honduras, cardenal Óscar Andrés Rodríguez Madariaga, sacerdote salesiano, visitó en septiembre de 2016 Santiago para exponer sobre la encíclica Laudato si’ de Papa Francisco en el marco del III Congreso de Doctrina Social de la Iglesia organizado por la Pastoral de la PUC.

Su figura, internacionalmente conocida por los diez años que presidió Caritas Internacional, ha sido puesta de relieve en los medios durante los años del actual pontificado, por su condición de coordinador de la comisión de ocho cardenales que asesoran al Papa Francisco en la reforma de la Curia romana. Su cercanía con revista Humanitas data ya de un cierto tiempo, por lo que de forma muy natural se entabla y desarrolla una conversación con sus editores.

 

—Varios medios han difundido desde el comienzo del pontificado del Papa Francisco una sensación de disenso con sus antecesores. El tiempo ha ido demostrando que eso no era para nada así, pero yo quisiera hoy, a estas alturas del pontificado, preguntarle ¿qué puede usted decir que ve en Francisco, por una parte de Juan Pablo II y, por otra de Benedicto XVI?

—En primer lugar, una gran devoción a Juan Pablo II y a Benedicto. El Papa Francisco es un Pontífice que viene de una Iglesia Latinoamericana, pero en la que han tenido profundo impacto tanto San Juan Pablo II como el Papa Benedicto. Este, sobre todo en la Conferencia de Aparecida, cuando justamente el cardenal Bergoglio era el jefe de la Comisión de Redacción. No nos olvidemos que el discurso inaugural de Benedicto XVI ha sido clave para muchos aspectos del documento de Aparecida. Y luego, no nos olvidemos que fue San Juan Pablo II el que hizo cardenal a Jorge Bergoglio. De tal manera que tenía una relación personal muy bella, y así la ha tenido con los dos Papas.

Actualmente, el Papa Benedicto se siente muy confortado y muy sostenido por el Papa Francisco, que le profesa un respeto y un cariño muy grande. No creo que haya ningún disenso, al contrario.

El punto es que Francisco es un Pastor por excelencia y entonces tiene la sabiduría de traducir en gestos muchas encíclicas. De hecho, un amigo luterano de Alemania me escribió a los pocos meses de pontificado del Papa Francisco y me dijo: “te felicito por las encíclicas”. Yo le respondí: “qué raro, si él [el Papa Francisco] no ha publicado una encíclica”. Mi amigo me dijo entonces: “Te equivocas. Él hace las encíclicas de los gestos y estos son precisamente los que ponen en práctica la enseñanza del Magisterio”.

 

—Usted Sr. cardenal es el presidente del Consejo Asesor del Papa Francisco para la reforma de la Curia. También sobre esta materia, de suyo delicada, se han propalado informaciones que crean una atmósfera equívoca, como si estuviésemos por ejemplo frente a una especie de Asamblea constituyente. Esa sensación ha ido con el tiempo disminuyendo, pero quisiera pedirle que se refiera al espíritu que guía al Papa Francisco en esta misión que se ha impuesto. Y si, tal como usted expresaba, no hay mucho de esta reforma que él va realizando también por la vía de los gestos, de las palabras, incluso por vías que no son parte del Magisterio oficial, por ejemplo, a través de las homilías de Santa Marta, que han causado tanto impacto.

—En primer lugar, no es la primera reforma. A lo largo de la historia y en la historia reciente tuvimos la reforma del Papa San Pío X, a quien le tocó adaptar la Iglesia que venía de Estados Pontificios a una Curia Vaticana muy reducida y muy pequeña. Después tuvimos la reforma del Papa Pablo VI, después del Vaticano II; luego vino la reforma de San Juan Pablo II en 1989. ¿Por qué esta reforma [la actual]? Porque en las reuniones pre-Cónclave se dijo muy claramente: “Esto no puede seguir así. No es posible que un consejo de gobierno tenga treinta ministros”. ¿Por qué? Porque es muy difícil para el Papa reunir un consejo de ministros, y a veces lo hacía [solo] una vez al año. Entonces nos dimos cuenta —y esto se habló y fue general— que era necesario reformar.

En segundo lugar, se habló de lo siguiente: muchas veces el Papa no recibe toda la información. A veces esa información puede venir filtrada por una nunciatura o por una Secretaría de Estado. De tal manera que muchos propusieron que sería bueno que el Papa tuviese también otro tipo de información, a través de un grupo de cardenales, por ejemplo, de cada continente. El cardenal Bergoglio estaba en el pre-Cónclave, y eso lo escuchó. De tal manera que fue una de sus primeras decisiones. A mí me llamó por teléfono el día 16 de marzo, tres días después de elegido. Me dijo: “¿Qué vas a hacer el domingo próximo?”. Le respondí: “Santidad, lo que usted me diga”. “Vente después del Ángelus para que comamos juntos”. Y ahí, lo primero que me dijo fue: “Voy a hacer un consejo de cardenales con este, este, este… ¿Te animas a coordinarlo?”. Le respondí: “Santidad, si usted me lo pide tengo que hacerlo”. Estábamos en el principio del pontificado. ¿Para qué ello? Para hacer una Curia más ágil y al servicio del Papa y de los obispos. Es decir, una visión completamente nueva. Antes se pensaba: aquí está el Papa [grafica con los gestos indicando la figura del Papa en la cabeza], bajo él la Secretaría de Estado y bajo ella los obispos. El modelo ahora es el Papa a la cabeza y en un nivel paralelo la Secretaría de Estado y los obispos, en servicio mutuo, todos con ese criterio. Ha sido este el criterio primordial de la reforma. Empezamos pronto. Entre abril de 2013 y octubre de 2013, que fue nuestra primera sesión plenaria, todos los cardenales nombrados nos dedicamos a recoger información, la mayor posible, de parte de todas las bases, de parte de todos los obispos. Esta información fue la que llevamos a la primera sesión. Yo, ¡pobre de mí!, hasta me atreví a redactar una nueva constitución… Y cuando llegamos nos dice el Papa: “tengo un problema que debe ser el primero que vamos a tratar, la reforma de la economía”. Fue aquello un inicio no siempre fácil, pero después nos dimos cuenta de que era absolutamente necesario. ¿Por qué? Porque no había la conveniente organización. Había muchos estamentos que actuaban cada cual por su cuenta y era muy difícil coordinarlos. Por eso salían algunas voces un poco disonantes. Esto nos ocupó las primeras tres sesiones plenarias: en octubre, en diciembre y en febrero, hasta que se creó la Secretaría de Economía. Y así todo fue entrando en una organización mucho mejor. Se realizó la reforma del IOR (Istituto per le Opere Religiose), la entrada en vigor del asociar el Vaticano a todas las normas de la Unión Europea, incluso el control de inversiones etc., todo enmarcándose en una organización mucho mejor. Y así seguimos.

cardenal madariaga 01 

—En su encíclica Laudato si' —que ha sido el tema del Congreso de Doctrina Social al que usted ha asistido en la UC— el Papa Francisco dedica un capítulo entero de la primera parte a describir el daño material que configura una crisis ecológica. Con todo, su constatación es que predomina en el mundo la dinámica de un estado de cosas contracultural, profundamente dañino al bien común, difícil de evadir, en el que la política es dominada por la economía, y esta a su vez, por la tecnocracia (LS 189). ¿No estamos en presencia de una encíclica antropológica?

—¡Claro que sí! La encíclica no la podemos reducir —como muchos piensan- equivocadamente— al aspecto del clima, del cambio climático. No. Es una encíclica profundamente humanista. ¿Por qué? El Papa nos lo dice: la culminación de la creación es el ser humano. Y el ser humano es el protagonista. No es el ambiente como tal o la creación como tal. Acordémonos de que incluso algún pensador católico puede caer en el problema del panteísmo cuando está divinizando lo ecológico y cuando la ecología se vuelve ecologismo, es decir una ideología. No. El Papa Francisco centra todo su planteamiento en el hombre como criatura de Dios, y en la creación como obra de Dios para el mutuo servicio del ser humano, de la humanidad. Por eso la encíclica es profundamente humanista. Y por eso quien la lee con un criterio puramente ecologista, lo que va a lograr es, tal vez, profundizar el capítulo segundo y olvidar el contexto que es muy amplio y muy rico.

 

—En uno de los actos realizados durante la conmemoración de los 20 años de la revista Humanitas, el año 2015, el ex Presidente Ricardo Lagos pronunció en el Salón de Honor de esta Universidad una conferencia sobre Laudato si’. Él la comparó, para nuestro siglo, con lo que fue Rerum novarum de León XIII para el siglo XX. ¿Le parece una comparación adecuada sobre la que quisiera ahondar y comentar?

—Sí. Yo estoy de acuerdo. Porque se trata del primer documento del Magisterio a nivel de una encíclica que trata en profundidad estos temas. Ha habido muchas alusiones en alocuciones de los Pontífices. Ya Pablo VI habló de esto. No digamos Juan Pablo II, que trató mucho el tema. Pero una encíclica como tal, es la primera vez. Yo estoy de acuerdo con el Presidente Lagos, a quien aprecio mucho. Tuve ocasión de estar con él en Honduras cuando hizo una visita y compartimos bastante tiempo y me parece muy acertada su comparación. Esta encíclica es también una Rerum novarum para mí.

 

—Parecería que la Rerum novarum tampoco es una encíclica esencialmente económica, sino antropológica, como lo es Laudato si’. Solo que los códigos y el problema de fondo al que atienden es distinto. La primera a las consecuencias de la Revolución Industrial. La actual, al mundo tecnologizado que nace después de las dos guerras mundiales, en el que se abre un escenario de problemas humanos muy hondos.

—Claro, exactamente. En mi discurso [del congreso] yo trataba este punto que usted me menciona. Laudato si’ es profundamente antropológica. Pero en un contexto que ha cambiado tanto. Fíjese, por ejemplo, que en los ocho años que presidí Caritas Internacional me tocó ir a algunas Cumbres del Clima: COP19 y COP20. COP 21, el año pasado en París, no me tocó, y felizmente ya fue algo muy distinto. Esta, en efecto, es la primera de estas reuniones de nivel mundial en la cual una encíclica ha tenido un influjo, y además, enorme. Es la primera cumbre en la cual estuvo presente un Secretario de Estado. Es la primera Cumbre en la cual la voz del Vaticano fue escuchada y tenida en cuenta. En las anteriores COP —estuve en la de Durham por ejemplo— yo pregunté en Secretaría de Estado: ¿quién es el delegado del Vaticano? Ni se sabía. Después mandaron al nuncio de Kenia, que estuvo un día y se fue. Cuando eran discusiones relevantes. Diez días pasamos en esas cumbres, pero para mí eran tiempo perdido, porque mientras las grandes potencias —China, Estados Unidos-— no se pusieran de acuerdo en firmar compromisos concretos, no se lograba nada. Ahora se logró y se logró en gran parte por Laudato si’, por la influencia del Papa Francisco. Algo muy grande… grandísimo.


—Usted, Sr. cardenal, en su carta de saludo por los XX años de esta revista afirmó que HUMANITAS “no es sólo una revista sino también toda una institución en sí misma dotada de una óptima cualificación y realiza una misión insustituible en Hispanoamérica” ¿En qué sentido afirma usted que Humanitas es una institución así de indispensable en Latinoamérica? Claro, Humanitas ha tenido presencia en Hispanoamérica como revista, como congresos, etc. Pero ¿en qué sentido ve usted el carácter indispensable de Humanitas?

—En primer lugar, porque hoy día lo que falta es pensamiento. ¡Qué pocas personas piensan hoy día! Hoy día la gente no cree que es importante pensar. Porque hay otros que piensan por ellos, y muchas veces son los medios, movidos por otro tipo de intereses. Ese es el primer elemento: es necesario el pensamiento.

En segundo lugar, porque vivimos en un mundo que se deshumaniza. Y entonces, ya desde el título de Humanitas es un proyecto que no pasa nunca de moda ni va a pasar. Aun cuando la sociedad tecnocrática de hoy día quiera minimizar la humanidad. Al revés, pues, hay que humanizar la cultura, hay que humanizar la economía, hay que humanizar la política, hay que humanizar la familia, hay que humanizar la sexualidad. Es decir, esta tarea de trabajar por el humanismo cristiano es una tarea inconclusa. No se puede pensar que después de 20 años de reflexión y de profundizar, esté cumplida esa tarea. Tienen que seguir adelante y yo pienso que eso es lo que hace falta. Cuando recibo una revista, lo primero que digo es: ¡Gracias, Señor, porque esto existe! Dios le bendiga. A mí me encanta [el proyecto de Humanitas] y yo les digo: ¡Gracias por Humanitas! ¡Y sigan adelante!

Últimas Publicaciones

El año de la Pastoral UC comenzó con el mensaje de paz y esperanza que los voluntarios de Capilla País, Viviendas, Misión País, Siembra UC y Coro Misión País, compartieron con las familias y comunidades visitadas desde Alto Hospicio hasta Chiloé. Sin embargo, ya las distintas celebraciones navideñas unidas a la bienvenida de Monseñor Fernando Chomali como nuevo Gran Canciller de la UC, marcaron el tono del 2024: la Cuaresma comenzó a vivirse desde las vacaciones para culminar en variados encuentros e instancias en Semana Santa.
Nello Gargiulo ha sido director y secretario ejecutivo de la Fundación cardenal Raúl Silva Henríquez por treinta años. En el 25 aniversario de la muerte del Cardenal, nos ha hecho llegar esta reflexión a partir de testimonios recogidos, publicaciones realizadas, seminarios y coloquios celebrados bajo diferentes miradas y circunstancias. Hablar de “amor creativo y productivo” es un desafío para todos aquellos que hoy no se encuentran conformes con el estilo de la sociedad en que vivimos y aspiran a dar su propio aporte para cambiarla.
En marzo de este año, se desarrolló un conversatorio sobre la Sinodalidad, organizado conjuntamente por la Conferencia Episcopal de Chile, la Conferencia de Religiosas y Religiosos de Chile y la Universidad Católica, el que contó con la participación de Monseñor Luis Marín de San Martín, de la Secretaría General del Sínodo. En este contexto, Ignacio Sánchez, rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile, reflexiona sobre el Informe de síntesis “Una Iglesia Sinodal en misión”, recalcando la manera en que la Universidad se inserta en el camino sinodal, en los ámbitos del conocimiento y de la fraternidad de una comunidad.
Revistas
Cuadernos
Reseñas
Suscripción
Palabra del Papa
Diario Financiero