Valentina Alarcón  nos invita a formar parte de la "Economía de Francisco", para que jóvenes emprendedores, agentes de cambio y economistas de todo el mundo se expresen sobre los principales temas de la economía global.

Estamos a cinco años de que el Papa Francisco compartiera su preocupación sobre el cuidado de la Casa común a través de la Laudato si’, donde nos presentó la vinculación entre las problemáticas sociopolíticas y medioambientales que afectan a nuestra sociedad mundial. Asimismo, también nos animaba a mirar la belleza del trabajo empresarial como una noble tarea al servicio del bien común de la sociedad: “La actividad empresarial, que es una noble vocación orientada a producir riqueza y a mejorar el mundo para todos, puede ser una manera muy fecunda de promover la región donde instala sus emprendimientos, sobre todo si entiende que la creación de puestos de trabajo es parte ineludible de su servicio al bien común” (LS 129).

A lo largo de la encíclica, me atrevo a señalar, existe una invitación a abrir un diálogo que tenga sentido de realidad y ciudadanía, y un llamado a la conversión. El Papa profundiza:

Si “los desiertos exteriores se multiplican en el mundo porque se han extendido los desiertos interiores”, la crisis ecológica es un llamado a una profunda conversión interior. Pero también tenemos que reconocer que algunos cristianos comprometidos y orantes, bajo una excusa de realismo y pragmatismo, suelen burlarse de las preocupaciones por el medio ambiente. Otros son pasivos, no se deciden a cambiar sus hábitos y se vuelven incoherentes. Les hace falta entonces una conversión ecológica, que implica dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea. Vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa, no consiste en algo opcional ni en un aspecto secundario de la experiencia cristiana. (LS 152)

En este contexto de tensiones globales –tanto políticas como sociales y medioambientales– es que surge la invitación del Papa Francisco a todos los jóvenes de buena voluntad investigadores, emprendedores sociales, empresarios, changemakers a trabajar para devolverle el alma a la economía global. Él nos dijo en su carta:

Queridos amigos: les escribo para invitarlos a una iniciativa que he deseado tanto: un evento que me permita encontrar a quienes hoy se están formando y están empezando a estudiar y practicar una economía diferente, la que hace vivir y no mata, que incluye y no excluye, que humaniza y no deshumaniza, que cuida la creación y no la depreda. Un evento que nos ayude a estar juntos y conocernos, que nos lleve a hacer un ‘pacto’ para cambiar la economía actual y dar un alma a la economía del mañana.

La “Economía de Francisco” está inspirada en San Francisco de Asís, y es por ello por lo que se define dicha ciudad como lugar de encuentro: Asís es símbolo de unión, diálogo y fraternidad universal. El congreso considera tres grandes dimensiones: la dignidad de cada persona, la inclusión de los más marginados de la sociedad y la incorporación de criterios sustentables en la Economía.

El encuentro se divide en doce temáticas: Finanzas y humanidad, Agricultura y justicia, Energía y pobreza, Vocación y lucro, Negocios en transición, Gestión y don, Trabajo y cuidado, Políticas y felicidad, CO2 de las desigualdades, Vida y estilo de vida, Negocios y paz, y Economía para la mujer. Para abordarlos ya se cuenta con destacados expositores, como Muhammad Yunus y Amarthya Sen, ambos premios Nobel, junto con los cientistas sociales Bruno Frey, Tony Meloto, Carlo Petrini, Kate Raworth, Jeffrey Sachs, Vandana Shiva y Stefano Zamagni.

Estas temáticas se estudiarán en doce “villas” correlativas, distribuidas en los distintos barrios de la ciudad de San Francisco. De ellas, los cerca de 2.000 jóvenes convocados de más de 115 países debieron escoger dos, entre las cuales se seleccionaría el tema que trabajarán dentro de la “Economía de Francisco”.

Con motivo de la pandemia por Covid-19, el esperado encuentro fue pospuesto desde marzo a la tercera semana de noviembre de este año. Sin embargo, esto no dejó sin respuesta a los jóvenes entusiastas, sino, más bien, los impulsó a responder al Papa, comprometiéndose a trabajar remotamente desde donde cada uno se encuentre en este tiempo previo al evento. Por eso, su reprogramación nos ha permitido profundizar en las temáticas y preparar de manera activa el trabajo colaborativo entre los jóvenes seleccionados y voluntarios seniors (sobre 35 años) que dan apoyo al trabajo de red global y con metodologías que abren camino a la cocreación.

Esto ocurre en mayor o menor intensidad según lo acordado por cada villa, las que han ido definiendo tiempos, instancias de encuentro colaborativas y metodologías participativas de trabajo. A pesar de que el idioma oficial es el inglés, se busca que cada uno se sienta parte, por lo que se ofrecen instancias de traducción simultánea y se vela por el respeto de cada opinión compartida, más aún en momentos en donde no hemos estado de acuerdo todos. Sin embargo, al momento del consenso tenemos presente que buscamos el bien común para nuestra Madre Tierra, por lo que se da naturalmente.

A través de la plataforma que utilizamos se han ofrecido instancias de trabajo colaborativo e interdisciplinario para la comunidad amplia de la “Economía de Francisco”. Dos de ellos han sido impulsados por la villa en donde participo, y han asistido cerca de 140 personas de más de 20 países para hablar sobre Vocación y Lucro en la Economía. Además, se están generando proyectos que van surgiendo de la misma vida e interés de los jóvenes en comunión con los voluntarios seniors, como creación de red de mapeo visual sobre el perfil de los participantes desde V&P (Vocation and Profit: Vocación y Lucro), y prototipos de diversas iniciativas.

Para generar espacios de discusión e integración a quienes quieran sumarse a la “Economía de Francisco”, se han dispuesto Seminarios internacionales al servicio de toda la comunidad global a través del Canal de YouTube de la “Economía de Francisco”. A la fecha ya se han ofrecido más de once seminarios abiertos en donde he podido representar a la villa para compartir con Helen Alford y Loughlin Hickey, y Francesco Tronci sobre la creación del Modelo Blueprint para Negocios más humanos.

Asimismo, se está ofreciendo a través del canal una escuela online sobre “Políticas y Felicidad”. Allí dos de nuestros jóvenes chilenos –Pablo Michel SJ, estudiante de Teología de la Universidad Católica de Chile, e Ignacio Oliva, profesor de la Cátedra de Sustentabilidad de la misma casa de estudios– han compartido con expertos en temáticas de Políticas y Felicidad, y en Sustentabilidad, Luigino Bruni, y Vandana Shiva, respectivamente.

Somos cerca de quince jóvenes convocados desde Chile. Cada uno tiene un rol y asume tareas distintas, de acuerdo con sus propios talentos, experiencia y disponibilidad de tiempo, lo que es una gran riqueza. Quiero destacar que esto es algo muy valorado por la comunidad chilena de la “Economía de Francisco”.

Somos cerca de 65 personas quienes conformamos la “Economía de Francisco Chile”, comunidad intergeneracional e interdisciplinaria con diversidad de credos y no creyentes. Algunos están más en el frente; otros apoyando en tareas de logística o de backoffice, o desde sus conocimientos, experiencias de vida y buena voluntad. Algunos desde su experiencia en el Estado, otros en el mercado y otros en la sociedad civil. Hemos buscado desde enero trabajar juntos al servicio de nuestra sociedad chilena y quienes ya caminamos juntos hacia Asís.

Si bien peregrinamos con la incertidumbre de los desafíos del tiempo actual –políticos, sociales y medioambientales–, hemos acogido con el corazón el llamado del Papa Francisco, por lo que nos hemos inspirado en Francisco de Asís, y formado en torno a la Laudato si’ para dar vida a la vocación personal que cada uno ha recibido. En estos meses hemos experimentado la alegría de encontrarnos como peregrinos, practicando el diálogo y respeto solícito y particular por cada persona considerada don gratuito de Dios, independientemente del origen, educación, cultura y credo. Valorando su cercanía genuina desde la ciencia, y voluntad para querer aportar con fuerza a la misión del cuidado de nuestra Tierra heredada. Coexistimos en comunión, buscando el bien común en cada una de nuestras relaciones en nuestra sociedad chilena y global.

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